Un estudio de la Universidad de Granada desvela dónde estuvo la primera gran ciudad de la Península Ibérica
Investigación de la UGR
La urbe se estableció hace más de 5.000 años junto a los monumentos funerarios de Los Millares
Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que la primera ciudad (gran asentamiento de población) de la Prehistoria de la Península Ibérica se estableció hace más de 5.000 años junto a los monumentos funerarios de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental, ubicado en Santa Fe de Modújar (Almería), a escasos kilómetros de la costa mediterránea. Esta urbe contaría con una población que se estima en unas mil personas, lo que supone un "gran concentración" poblacional en aquel momento en la Península, según indica el investigador Gonzalo Aranda Jiménez, autor principal del estudio.
Su trabajo, que publica esta semana la revista Archaeological and Anthropological Sciences, ha revelado que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio, y que en torno a ella se estableció un poblado que alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la Península Ibérica: la primera ciudad de la misma, indica la UGR en una nota.
El hecho de ser una población notable y su carácter permanente hace que el asentamiento sea un sitio de "importancia significativa" en este arco del Mediterráneo, y excepcional en la Península Ibérica, señala el autor principal del trabajo.
Marfil africano y asiático
En Los Millares se han encontrado restos de ambar, huevo de avestruz y marfil. Gonzalo Aranda destaca que estos elementos son exóticos. Procedían de otros lugares, lo que da indicios de intercambios entre distintas poblaciones. En concreto, se da por cierto que el marfil procedía de África y Asia. Sin embargo, se desconoce por ahora qué se intercambiaba por esos elementos que han aparecido en Almería.
Como explica el investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, la cronología es un aspecto clave en el estudio de las sociedades del pasado. “De cómo ordenemos temporalmente los eventos y acontecimientos depende nuestra capacidad de análisis y compresión de las dinámicas sociales y culturales. En Arqueología disponemos de un procedimiento conocido como ‘datación por Carbono 14’, que permite calcular la fecha de muerte de cualquier organismo vivo en los últimos cincuenta mil años”.
En el año 2012, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada inició un programa de dataciones con el objetivo de estudiar la cronología de las construcciones megalíticas de sur peninsular. Este objetivo les condujo al estudio de Los Millares, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Europa Occidental.
El yacimiento de Los Millares puede considerarse como un yacimiento arqueológico único debido a cuatro características principales: su gran tamaño (con aproximadamente diecinueve hectáreas de extensión, de las cuales seis pertenecen al asentamiento y trece a la necrópolis); la riqueza de los ajuares funerarios (que incluyen objetos realizados en materias primas exóticas como el ámbar, la cáscara de huevo de avestruz y el marfil); la complejidad estructural del asentamiento (delimitado por cuatro recintos concéntricos interpretados como murallas y fortificaciones); y la presencia en el entorno del poblado de hasta trece pequeños asentamientos, también denominados “fortines”.
A partir de la fecha de muerte de los individuos depositados en el interior de las sepulturas, los científicos de la UGR han conseguido por primera vez una serie de dataciones absolutas que permiten situar cronológicamente la construcción, uso, reutilización y abandono de la necrópolis de Los Millares.
Así, los primeros enterramientos se realizaron entre el 3220−3125 a. C., aproximadamente hace unos 5.200 años, y los últimos entre el 2390−2295 a. C., hace unos 4.300 años.
“Por tanto, podemos afirmar que la necrópolis de Los Millares estuvo en uso durante casi un milenio. Además, las diferentes tumbas datadas muestra que no todas fueron construidas a la vez y que, además, fueron utilizadas con diferentes intensidades”, señala Margarita Sánchez Romero, otra de las autoras del trabajo. Este aspecto es de enorme relevancia, dado que permite separar cronológicamente eventos rituales y funerarios que hasta este momento eran considerados como contemporáneos.
Un lugar simbólico y sagrado
Los Millares fue en inicialmente un lugar sagrado formado por una necrópolis de sepulturas megalíticas. Las primeras evidencias de asentamiento se produjeron con dos siglos de diferencia respecto a la construcción de las primeras sepulturas. La anterioridad en el uso ritual y funerario de Los Millares sugiere que la localización del asentamiento podría haber estado determinada por el significado simbólico y sagrado del sitio. El poblado de Los Millares, su extensión y complejidad constructiva podrían explicarse como resultado de un proceso de concentración de diferentes grupos sociales atraídos por el carácter sagrado y por la especial significación del sitio.
La fundación del poblado de los Millares junto a la necrópolis se realizó en un corto intervalo temporal, de forma que hace unos 5.000 años, el poblado alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la Península Ibérica. Además, se desarrollaron innovaciones de enorme transcendencia cultural como la aparición los primeros objetos realizados en metal como punzones, puñales, escoplos, sierras o puntas de flecha en metal.
Será a mediados del tercer milenio aC, hace unos 4.500 años, cuando nuevos cambios transformaron el sitio de los Millares. Según las dataciones radiocarbónicas, la mayor parte de poblado fue abandonado en estos momentos, y solo el recinto interior también denominado como ciudadela permaneció ocupado.
Es en estos momentos cuando los pequeños asentamientos o “fortines” fueron construidos y habitados. El abandono tanto de la necrópolis, de la ciudadela como de los “fortines” se produciría hace unos 4100 años, coincidiendo con los cambios culturales que dieron origen al desarrollo de la Cultura de El Argar, señalan los autores.
Un cambio trascendental
Según explica Aranda, la transformación fue evidente en cuestiones como el lugar elegido para los asentamientos. "Se abandonan los poblados en llano y se va a lugares en alto", las casas dejan de ser cabañas y las estructuras en las que se reside apenas dejan sitio para callejas o espacios de tránsito. Los rituales funerarios también cambian. De enterramientos colectivos se pasa a inhumaciones individuales en el interior de las casas. También coincide con un proceso de aridificación del entorno y la intensificación de prácticas agrícolas, sobre todo con el cultivo de cereales.
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