El fantasma de Mesones es el Marqués de la Ensenada
ayer y hoy
Como la estupidez humana no tiene límites, todavía hay quien cree en el fantasma de la calle Mesones
Al único que he visto en las paredes del Catastro ha sido a don Zenón de Somodevilla
Granada/Hay quien sigue alimentando la creencia en fantasma de ultratumba, sombras nada más, luces de bohemia y muertos vivientes. Hay quien ve siluetas animadas, mesas que se mueven solas y hasta tirones de pelos. ¿Será posible, Dios mío, que todavía haya gente tan medieval
En la calle Mesones y en el lugar que en el siglo pasado ocupaba la antigua Iglesia de la Magdalena, cuyo interior aún recuerdo convertido en los Almacenes la Magdalena regentados por los Pérez de la Blanca, con sus muros tapizados de alfombras y sus naves repletas de bellas piezas de tela, tras una serie de remodelaciones que no vienen al caso, iniciadas sobre todo para ampliar la calle Mesones y dejando aparte historias para no dormir, se acabó situando la sede de la Gerencia Territorial del Catastro; un moderno edificio que conserva en su exterior el recuerdo de la típica balconada de sabor granadino, en el que trabajan docenas de funcionarios y al que asisten decenas de usuarios a los que no les deben hacer mucha gracia esas historias de fantasmas que hablan por las noches cuando le acercan micrófonos para experimentos paranormales,
El único 'fantasma' que yo me he encontrado en visita girada a las instalaciones interiores y a sus bien acondicionados despachos, es la interesante colección de reproducciones extraídas de las muy elocuentes páginas del Catastro del Marqués de la Ensenada, que llevaba por nombre Zenón de Somodevilla, político, estadista y ministro que fue durante los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III en el siglo XVIII. El Catastro es un monumental censo de todas las provincias de la Corona de Castilla ordenado por el rey Fernando VI en 1749, realizado mediante una batería de 40 preguntas que los vecinos tenían que contestar bajo juramento. No sé a quién se le habrá ocurrido la idea de tan curiosa decoración pero ha debido ser persona sensible y de buen gusto, conocedora de nuestro patrimonio histórico, porque parece lo más lógico que las oficinas del Catastro se tapicen con antiguas ilustraciones alusivas a Guadix, Caratáunas, Chite, Dúrcal, Albuñol, La Calahorra, etc., pueblos entrañables de nuestra provincia que conservan en muchos casos sus antiguas denominaciones, dibujos de sus monumentos más representativos, iglesias, castillos, accidentes geográficos, ríos, montañas, etc., en una bella colección sacada del mismo Catastro y que resultan ser documentos históricos realmente muy curiosos.
Las oficinas del Catastro, a pesar de la aridez de sus funciones administrativas, se nos antojan ahora más entrañables, más cercanas al ciudadano, cuando de sus paredes extraemos retazos de nuestra geo-historia pasada, aprovechando las ilustraciones de los pueblos de nuestra provincia cuya morfología urbana estudió en su día el profesor Gallego Roca. Pueblos que acabó conociendo el propio Marqués de la Ensenada cuando fue luego desterrado precisamente a Granada en 1754 por su posicionamiento político más favorable a las alianzas francesas en contra de Inglaterra, contrariando al rey Fernando VI.
Granada guarda la memoria de su nombre dedicando además una calle al Marqués de la Ensenada situada entre Arabial y Camino de Ronda; y la sede del Catastro con sus decoradas paredes se olvida de fantasmas y prefiere la interesante colección de ilustraciones de la Granada del siglo XVIII. Quede para los ingenuos su obstinada creencia en espectros, sombras fantasmales y psicofonías enlatadas y veamos en el edificio de Mesones sencillamente las oficinas de la Gerencia del Catastro, sin ninguna fe en luces que van y vienen, en siluetas de curas párrocos, ni en muertos vivientes aunque algunos quieran ganarse la vida asustando a las gentes.
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