El feminismo a pie de barrio, un escaparate activista
8M
Penélope Ayas hace cada 8M su especial reivindicación montando en la óptica donde trabaja un homenaje a grandes mujeres: desde las sufragistas hasta intelectuales como Emily Dickinson, Kate Millet o Angela Davis
Activismo de calle frente al de sofá. Activismo feminista de barrio, de ganar batallas de a poquito: sin prisas ni imposición. A pequeños bocados en conversaciones sueltas, esas que a priori parecen tener camisa de insignificancia pero con un peso de sentido que activa la inercia del cambio.
Pequeñas detecciones de machismos en 'palabros' o expresiones y corrección al instante: pasito a pasito se hace camino. Calle a calle también. La normalización de las posturas feministas, como ver en el barrio de Trauma un escaparate color morado que pega pequeños tirones a la mirada. Un par de metros llenos de mujeres grandes de todas las épocas. Eso sí, mujeres con pie de foto: profesión, logros, fecha de su actividad y sobre todo, y en morado bien fulgurante, su nombre.
Penélope Ayas hace activismo de barrio: de conversación y de préstamos de libros feministas a sus clientas. Lo hace todo el año, pero esta semana del 8M, viste el escaparate de la óptica donde trabaja de morado.
Esquivar la óptica Centro Visión de la avenida Juan Pablo II no es una opción. Tampoco lo es huir (y hacia delante menos) de lo que hay tras sus cristaleras. Metros de vidrio que guardan a Emily Dickinson, Frida Kahlo o Angela Davis junto a algunas frases de Kate Millet, entre otras intelectuales. “Cada uno hace activismo como puede y esta es una de las formas”, sostiene la optometrista, que defiende el hecho de montar un escaparate de temática feminista: “no es necesario, es imprescindible”.
Como tantas otras, ella es feminista desde que tiene uso de razón, “aunque antes no sabía qué nombre ponerle”. Optometrista criada por mujeres, tiene una reluciente conciencia en igualdad y la ejerce a su manera. “Hay que saber qué batallas luchar y cómo hacerlo en cada caso”, afirma. Penélope es de Montejícar y su madre fue la primera mujer divorciada del pueblo.
“Mi madre se separó porque tenía al lado a una persona que ni nos quería ni nos trababa bien. De todas las cosas que nos enseñó lo más importante fue que no hay independencia sin independencia económica”, señala la óptica mientras enseña su escaparate y se detiene en el espacio de las sufragistas. Son unas muñecas Barriguitas vestidas de las mujeres que lucharon por el voto femenino: cada una del país y con la fecha en la que se aprobó el sufragio.
“Es curioso saber que hay democracias consolidadas en Europa en los que creemos que el voto ha estado ahí siempre, como en Suiza, que se aprobó en el 1971, hace tres días”. A Penélope le parece fundamental que “la gente se pare y se plantee esto, porque parece que nos regalan las cosas”.
Sobre todo, dice, en épocas como la de ahora que parece que vamos para atrás, "hay que defender el cuerpo de las mujeres con uñas y dientes”. Se refiere a las posturas radicales que están alzando la voz en los últimos meses ante las que dice que “es imprescindible no dar un paso atrás porque todos estos monstruos vuelven a salir y vuelven a poner en tela de juicio derechos como el del aborto”.
Y continúa diciendo que “siempre que hay un retroceso en una sociedad el primer colectivo al que se ataca es a la mujer, siempre”. “Quieren debilitarnos porque como la única fuerza capaz de frenar el auge del fascismo que estamos viendo en toda Europa y también aquí”.
En este caso cita a Margaret Atwood en El cuento de la criada cuando señala que ningún gran cambio sucede de repente. Por eso subraya la importancia de manifestarse: “sin movilización no somos nada porque cada una en nuestra casa no hacemos nada, hay que asociarse y leer (es muy importante) porque ahora todas somos feministas y defender cosas como el vientre de alquiler o la prostitución, no es feminismo. El neoliberalismo no es feminismo porque el feminismo lucha contra todo tipo de opresión”.
Sobre la conciencia colectiva creada a raíz del movimiento Metoo y el éxito del 8M 2018, la granadina recuerda la manifestación espontánea cuando se hizo pública la sentencia de la Manada. El feminismo nos afecta, dice, porque –independientemente de quienes hagan o no huelga– “lo importante es que se está hablando de eso en Granada y muchas se están replanteando muchos conceptos machistas instaurados”.
Eso es al final lo que pretende el movimiento feminista: “transformar y poner en el punto de mira cosas como que los cuidados tanto de hijos como de mayores recae en nosotras en más de 90%”. Y entonces cita a Betty Friedan en la Mística de la feminidad cuando dice que “ninguna mujer es feliz quedándose en su casa y fregando” porque no se ve lo que hace y no se le reconoce.
A continuación rescata a Kate Millet que sostenía que el opio de la mujer es el amor, “y ahí te pierdes”, sentencia. “Yo tengo una pareja y lo quiero mucho pero yo estoy con él porque lo quiero y él me quiere, porque construimos”.
En cuanto a la relación con los hombres, explica que poco a poco, ellos van entendiendo y van viendo qué comportamientos tienen que cambiar. Aunque hay muchos, dice, que reaccionan (como se está viendo en tantos discursos políticos) “sintiéndose amenazados por miedo a que se les quite sus privilegios”. Por eso, esta optometrista llama a las calles también a los hombres. “Es un camino de los dos: yo no quiero poder sobre los hombres, quiero que no me quiten mi poder” “La igualdad es eso” continua “y ahora ellos tienen que renunciar a privilegios como no tener las mismas responsabilidades domésticas”.
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