Fernando Díaz, el buscador del 'oro olvidado' del río Genil

Profesor de profesión, se dedica tras su jubilación a la búsqueda de un mineral cuyo valor ronda los 85 euros el gramo

Granada limpia los lodos del fondo del río Genil

Fernando Díaz durante una de sus jornadas de búsqueda
Fernando Díaz durante una de sus jornadas de búsqueda

Granada/Son las 10 de la mañana y un estruendo seco, proveniente del cierre del maletero de un coche, altera durante un breve instante la natural calma que se respira en las orillas del río Genil. Pala en mano y con el caudal del río como banda sonora, Fernando Díaz, profesor de Educación Física de oficio y buscador de oro por pasión, termina de colocarse sus botas y hacer acopio del resto del instrumental que, con el método propio del cirujano operando a corazón abierto, utilizará para intervenir quirúrjicamente el afluente granadino para extirpar hasta el último de sus tesoros: pepitas de oro. Ya son 66 años los que peina este antaño docente, pero el brillo que acompaña su mirada denota una ilusión propia del alumno que, con la vista en el esférico, se prepara para rematar una volea que convierte por un instante el patio del recreo en un escenario al que una final del Mundial se le quedaría pequeña.

"Mis herramientas las he hecho yo mismo"

Fernando, como cada mañana durante las siete temporadas que lleva en esta actividad, se aproxima a la orilla y comienza a preparar las herramientas que utilizará: una pala, para sacar a respirar la grava que reposa en el fondo; una 'pata de cabra', utilizada para recolocar las pesadas rocas que ocultan el dorado mineral, y una batea acompañada de una caja de esclusa para lavar todas las piedras, granates y cuarzos, dejando atrapado el oro. Estos utensilios, eficientes en su labor, son totalmente artesanales. Una chapa galvanizada junto a una alfombrilla de coche convierten una inversión de 200 euros en un precio equivalente al de dos tapas por Gonzalo Gallas. "Como sé que el oro no da para vivir, pues no es el que había hace 200 años, todas las herramientas que necesito las he hecho yo mismo: me gasto cinco euros y se amortiza la inversión casi inmediatamente", ha comentado. De igual manera, la minuciosa técnica con la que realiza la extracción y la precisión con la que detecta los puntos susceptibles de presencia mineral ha sido adquirida de manera autodidacta. "Todo lo que sé lo he aprendido a través de la experiencia, las horas y la sabiduría propia de la edad", ha añadido.

Imagen del material de fabricación propia utilizado para la búsqueda del oro
Imagen del material de fabricación propia utilizado para la búsqueda del oro / Jesús Jiménez

El oro olvidado del Genil

La historia del oro de Granada se remonta a siglos atrás. En la época de la Hispania Romana, se realizaron explotaciones en las minas del Cerro del Sol, donde se extrajeron toneladas del mineral. Posteriormente, durante el reinado de los Reyes Católicos, se realizaron batidas por el Darro y el Genil donde todo lo obtenido pertenecía a la Corona, con lo que se elaboraron piezas como una coronas de oro para Isabel de Castilla o la emperatriz Isabel de Portugal. A partir del año 1848, los granadinos también se vieron afectados por la 'fiebre del oro', que se lanzaron en masa a la búsqueda del dorado material, llegándose incluso a conocer Granada como 'la California del sur'. Con el mismo mineral que Fernando rastrea, en el año 1879 se obsequió al poeta y dramaturgo español, José Zorrilla, con una guirnalda dorada con forma de hoja de laurel elaborada con oro del Darro, durante un homenaje realizado en Granada en el que el catedrático Antonio López Muñoz le nombró 'rey de los poetas'. Sin embargo, Fernando afirma que todavía queda mucho que encontrar. "A lo que encontramos lo llamo 'el oro olvidado del Genil', porque en aquella época utilizaban herramientas rudimentarias que dejaban mucho oro atrás, que es el que estamos obteniendo".

"El oro que encontramos aquí es de una pureza máxima"

El buscador entra al río para comenzar su actividad y el mundo se apaga hasta que sólo quedan el Genil y él. El mineral que obtiene es de máxima pureza, con un valor que ronda los 85 euros el gramo, pero este no es el mayor pago que recibe Fernando. "Esto es terapéutico. Cuando entro a esta pequeña selva, este paraíso que tenemos aquí, a cinco kilómetors de Granada, rodeado de árboles, pájaros, patos, el sonido del agua... sales del agua pletórico", comenta. No es oro todo lo que reluce, ni tampoco todo lo que se encuentra. Entre las posesiones más preciadas que ha obtenido durante los años que ha ejercido esta afición se encuentran pesetas del año 1947, una placa con dos nombres grabados en el año 1937 o una moneda romana del siglo I antes de Cristo.

Proceso de extracción del oro atrapado en la caja de esclusa
Proceso de extracción del oro atrapado en la caja de esclusa / Jesús Jiménez

"El que quiera, que pruebe: el río no tiene escrituras"

El tiempo pasa pero, mientras Fernando continúe en el agua, el movimiento del reloj se detiene. No existen horas ni minutos, sólo una búsqueda en la que el camino es más importante que el destino. A pesar de que este sea su remanso de paz, insiste en el hecho de que esta actividad no es, en absoluto, algo de su propiedad. "Buscadores de oro en Granada con mi asiduidad sólo estoy yo, pero tengo algún amigo que viene desde hace un año conmigo, cuando puede. El oro no entiende de amistades, pero esta persona es tan leal y honesta que llevamos un año funcionando al 50% con lo recogido. Eso sí, somos un par más y para de contar". Como pasa en todos los ámbitos de la vida, existen aquellos que, por una causa u otra, se han retirado de la actividad. "He conocido buscadores muy buenos que tienen, a día de hoy, 70 u 80 gramos. Uno de ellos llegó, incluso, a hacer alianzas de oro puro artesanales", recuerda.

"Me gustaría que quede constancia de que he existido"

Acaba la jornada y sale del agua tras una búsqueda exitosa. Sin embargo, lo obtenido no es la mayor de sus pretensiones. "Me gustaría, de alguna manera, quedar en la memoria granadina de los buscadores de oro. Que dentro de unos años, cuando ya no esté, alguien diga que hubo un buscador de oro que se llamaba Fernando Díaz. A parte de disfrutar haciendo esto, me gustaría que quede constancia de que he existido".

Fernando Díaz durante la búsqueda de oro en el río Genil
Fernando Díaz durante la búsqueda de oro en el río Genil / Jesús Jiménez
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