La tribuna
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Es difícil encontrar a un granadino que no se haya hecho una foto en el conocido como fotomatón. Sin embargo, después de más de medio siglo instalado en la vía pública y en centros comerciales, estas máquinas viven desde hace varios años un declive que parece estar arrastrándolos hacia su extinción.
En Granada siguen instaladas al menos seis de las tradicionales cabinas. En concreto, están situadas en el Centro Comercial Neptuno, en Kinépolis, en el centro de Salud del Zaidín o en Camino de Ronda a la altura de plaza Einstein. El problema es que los móviles han ganado terreno a esta máquina que muchos utilizaron para posar con sus amigos, hacerse una foto con el novio o simplemente agilizar la toma de imagen para el DNI. Sin embargo, y aunque los móviles han sustituido parte del encanto, estas máquinas parecen haber encontrado un nuevo espacio útil: bodas, bautizos y comuniones.
Por su parte, los gestores del servicio se niegan a augurar su muerte. "No desaparecen, sino que ha habido un cambio de tecnología. Hemos adaptado nuestros equipos, que antes eran analógicos y ahora son electrónicos. Sigue habiendo miles de cabinas repartidas por todo el territorio nacional y la gente continúa haciéndose fotos porque quiere conservar su imagen", afirma María Rosa Betegón, directora de Tecnotron, firma gestora de fotomatones en España, que reconoce el "esfuerzo" que en su caso ha supuesto la evolución hacia lo digital.
A su juicio, el problema subyace en el uso que actualmente se le da a la fotografía. "Se hacen más que nunca pero también se imprimen menos. Terminaremos perdiendo nuestros recuerdos si confiamos en mantenerlos en macro archivos y no los llevamos al papel. Tener 10.000 fotos en la nube es como no tener ninguna", asevera la portavoz de la empresa.
El incremento del IVA, que afecta, entre otros, al mercado fotográfico, es otro de los obstáculos a los que el sector se enfrenta. "La parte lúdica se ha retraído. Ha habido que subir los precios por el aumento impositivo y los nuevos sistemas de inversión electrónica. Lo digital es más caro porque tiene toda una tecnología detrás", sostiene.
La ubicación de las cabinas varía en función de la demanda, pero también, recalca la directora de Tecnotron, de la seguridad que haya en la zona. Apela así al civismo de los usuarios. "Los actos vandálicos afectan a todos los elementos públicos. Se cierran locales pero algunos se mantienen fijos y en otros casos simplemente se desplazan", apostilla.
Las primeras cabinas de fotografía instantánea se utilizaron en Nueva York en 1925 y ya respondían al concepto moderno basado en una cortina o pantalla cubriendo el fondo. Su creador fue Anatol Josepho. Pero la patente de la primera máquina de fotografía automática data de 1889 por Mathew Stiffens y, durante el mismo año, Monsieur Enjalbert mostró una máquina similar en la Exposición Universal de París.
El futuro de los fotomatones pasa ahora por captar nuevos clientes y contrarrestar los efectos de la crisis. "La situación económica influye pero los fotomatones se mantendrán en el tiempo porque trabajamos con buen papel. Las cámaras tienen la misma calidad que nuestras fotos. A veces salimos mal porque tenemos miedo a ellas. Uno primero está asustado, pero después de las tres oportunidades que ofrecen nuestras máquinas se recompone", expresa Betegón, que defiende la "intimidad, naturalidad e inmediatez" que otorga la cabina a los usuarios.
Sin embargo, pese al declive, todavía hay esperanza. El fotomatón ha encontrado un nuevo sitio en bodas y resto de celebraciones. Así lo asegura una de las fundadoras de Boxparty, una empresa granadina que se encarga de instalar el aparato en distintos eventos para que los invitados se lleven las imágenes de recuerdo.
Según explica Hernández, la idea es que los invitados puedan hacerse fotos de forma instantánea en esta máquina. Boxparty se encarga de transportarla hasta el evento en cuestión y de controlar que todo salga perfecto. "Las fotos salen al momento y son mucho más desenfadadas que el típico álbum de la boda", relata Hernández. Sobre esto, remarca que los padres de los novios suelen ser más reacios a contratar este servicio. Sin embargo, según ella, "son los que mejor lo pasan pues nosotros estamos más acostumbrados a hacernos fotos de fiesta... o con los amigos".
Otro punto positivo es que los novios tienen en el mismo día recuerdos impresos de su boda. "Es un complemento a los álbumes de boda, que por su complejidad suelen tardar más en recibir. Con Boxparty esa misma noche pueden volver a ver las imágenes más desenfadadas de su boda", dice. Además, como valor añadido, también se pueden solicitar disfraces para posar en este peculiar fotomatón. Por último, Hernández relata que para diversificar su oferta también ofrecen otros servicios en contacto con otras empresas. "Se llevan mucho las mesas dulces, repletas de cupcakes, tartas de fondue...", aunque Boxparty se dedica especialmente a las fotos instantáneas.
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