La función pública se impone en las aspiraciones de los jóvenes
El sector de la sanidad y la educación son los preferidos para desarrollar una profesión El 60% de los estudiantes creen que ganarán entre 1.000 y 2.000 euros en su primer trabajo
El emprendimiento no es un referente en las aulas andaluzas. Los jóvenes que están a punto de concluir sus estudios obligatorios o el Bachillerato aspiran a desarrollar una función pública cuando culminen su formación académica. La posibilidad de crear un negocio propio queda como segunda opción. Son las conclusiones, en líneas generales, del cuarto informe elaborado por la Cámara de Comercio a través del centro universitario Eusa y Nuevas Profesiones. Dicho estudio evidencia una falta de percepción de los estudiantes de la realidad laboral española, pues un 60% de los encuestados confía en cobrar entre 1.000 y 2.000 euros mensuales en su primer empleo.
Trabajar en la función pública era la prioridad de los adolescentes antes de la crisis. La debacle económica vivida los últimos años ha reforzado esta aspiración. El informe -que ha contado con una muestra de 5.204 participantes de toda Andalucía- desvela que al 39,6% de estos encuestados les gustaría en un futuro ser funcionario, es decir, trabajar en una administración pública. Este porcentaje resulta la opción más elegida frente a la de montar un negocio propio -que elige el 35% de los estudiantes- o la de trabajar para una empresa de otra persona, por la que sólo se decanta el 25,5%.
Estas cifras han variado poco en los últimos años. Especialmente en las referidas a la función pública, que se ha mantenido sobre un 40%. La posibilidad de ser empresario sí ha experimentado cierto repunte, aún muy leve, al sumar cinco puntos desde 2011. La de trabajar para un tercero ha perdido cuatro puntos. El director general de Eusa y Nuevas Profesiones, Javier Fernández; y el director de marketing de estas instituciones, Ramón Bullón, explican que los resultados son consecuencia de la crisis. La sangría laboral en el sector privado y el cierre de muchos negocios por la asfixia financiera han provocado que el sector público, pese a los recortes sufridos estos años, se considere como el único área de trabajo que logra mantenerse firme cuando llega la turbulencia económica. En definitiva, la seguridad de un empleo fijo que no ofrecen las otras alternativas. La garantía de la permanencia frente al riesgo del emprendimiento, aunque este riesgo pueda suponer más ingresos económicos y el pleno desarrollo de las facultades profesionales.
La preferencia por trabajar en el sector público ya se detecta en el momento en el que a los estudiantes se les pregunta por las actividades deseadas a la hora de desarrollar una profesión. El mayor porcentaje de elección lo acaparan las relacionadas con la sanidad (17,5%) y la educación (17,4%), dos sectores en los que existe un claro predominio de la función pública. Llama la atención que el ámbito de la construcción -que en los años del boom inmobiliario tanta mano de obra generó- sea el menos preferido, sólo un 2,9%. Un ínfimo porcentaje que también se podría interpretar como consecuencia de la crisis.
Lo que evidencia el informe de Eusa, y no sin cierta preocupación, es la percepción un tanto errónea de los adolescentes sobre el mercado laboral cuando se les pregunta sobre sus expectativas de trabajo. Podría decirse, incluso, que habitan en un universo paralelo -y bastante alejado- al de la calle. Casi el 53% confía en que cuando se titule trabajará en aquello para lo que ha estudiado, frente al 44,5% que lo intentará "aunque lo ve difícil".
Más optimismo se desprende respecto al tiempo que estiman que tardarán en encontrar un empleo una vez concluidos los estudios. El 45,6% piensa que entre seis meses y un año, seguido del 27,3% que confía entre uno y dos años. Especialmente llamativo son los que confían en que serán contratados en menos de seis meses: un 20,5%. Unas expectativas que poca relación guardan con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de este año, en la que el 45% de los parados de nueva generación han tardado dos o más años en encontrar su primer empleo.
Aún más distanciadas de la realidad son las previsiones sobre los salarios que cobrarán en su primer trabajo. El 32% espera ganar entre 1.000 y 1.500 euros mensuales, mientras que el 28% cree que se embolsará entre 1.500 y 2.000 euros. De nuevo la cruda realidad salarial la aporta la encuesta anual de estructura salarial, que rebaja a 1.279.29 euros el salario más habitual de quienes cotizan a la Seguridad Social, un sueldo que en el caso de los menores de 25 años sólo llega a los 753,13 euros.
Respecto a la duración de la jornada laboral en su primer puesto de trabajo, la percepción de estos jóvenes, aunque resulta más cercana a la realidad, también evidencia cierto desconocimiento, pues casi el 62% confía en que sea de ocho horas diarias, cuando los contratos actuales son temporales y más precarios.
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