Granada es el lugar del mundo donde más se componen quintillas

ADN Granada

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Caroca primer premio en el Corpus 2025
Caroca primer premio en el Corpus 2025 / Jesús Jiménez /GPMedia

No hay ni la menor duda. Las carocas que se colocan en la plaza Bibrrambla todos los años por el Corpus están en el ADN de los granadinos porque estos las quieren, las reclaman y les da derecho a opinar si están bien o son una cagada porque el autor no ha logrado alcanzar la chispa y la ironía que se supone debe tener. Leer la quintilla de una caroca y criticarla con ese puntillo de malafollá que todos llevamos dentro, también es muy granadino. Igual que escribirla. Sin duda, Granada es el lugar en donde más se componen quintillas en todo el mundo.

Lo primero que hay que explicarle a un foráneo es que es una caroca. Hay que decirle que consta de una quintilla y un dibujo sobre el tema que la complementa. En ella se suele destacar lo sucedido en la ciudad a lo largo del año y hacer una crítica humorística de los acontecimientos o de los políticos y poderosos que han metido la pata. El periodista e investigador Gabriel Pozo sostiene que la caroca, tal y como la entendemos en la actualidad, apareció por primera vez en Bibrrambla en 1845. Resulta que ese año el presidente de Gobierno, el granadino Ramón María Narváez, ordenó una brutal subida de impuestos directos y alguien colgó una quintilla con su correspondiente dibujo en la plaza Bibrrambla que decía: Mientras en regios salones/alegres bailan la polka/cortesanos y señorones/el pueblo triste remolca/el hambre y persecuciones. Dice Pozo que las autoridades políticas y militares reaccionaron y quitaron la caroca, pero ya era demasiado tarde porque los granadinos ya la habían copiado y la transmitían oralmente. Aquello caló en la ciudadanía y los poetas y aspirantes a ello comenzaron a escribir quintillas con cierto humor como crítica social del momento. Un año más tarde, aparecieron varias carocas con pensamientos profanos y alguna tímida critica municipal. El camino había comenzado.

Estudiosos sobre el tema, que los hay muchos y muy documentados, sostienen que la caroca realmente existe desde el principio del siglo XVI porque ya el cronista Henríquez de Jorquera habla de ellas en sus famosos Anales de Granada. Aunque por entonces los textos eran todos religiosos y las pinturas eran en óleo o al temple. Por supuesto no había crítica social ni humor en los textos. Es a partir de 1845 cuando la caroca adquiere la modernidad y, por tanto, comienza la tradición.

A escribir quintillas se han dedicado un buen puñado de granadinos que han formado la intrahistoria de esta costumbre. El abogado, historiador y concejal republicano Miguel Garrido Atienza, seguramente el granadino que más horas ha dedicado a estudiar las fiestas del Corpus, definió a las carocas como “cuadros alegóricos y poesías alusivas a su respectivo asunto, satirizando con el pincel y la pluma los vicios públicos y las públicas extravagancias y ridiculeces de más actualidad”. Coetáneo suyo fue Joaquín Afán de Rivera, un maestro de las quintillas de primeros del siglo XX. Publicaba casi una quintilla diaria en El Defensor de Granada.

Parones

A lo largo del tiempo ha habido parones importantes, bien porque el politicastro de turno no le gustara que se criticara su gestión bien porque la moral hipócrita de la época no permitía tales desahogos del pueblo. Durante la dictadura de Primo de Rivera, en la Guerra Civil y en los primeros años de posguerra las carocas fueron suprimidas. Es en 1952 cuando se recupera la tradición de exhibir las carocas en la Plaza Bib-Rambla. Gallego Burín nunca lo permitió, pero sí su sucesor. Cuenta José Luis Ramos Torres que en ese año los artistas Antonio López Sancho, Manuel Maldonado y Manuel Parrizas fueron los encargados de confeccionar las veinte carocas. De entre todas había una que tenía todos los indicios de ser la más comentada y que estaba dedicada a un supuesto ‘tren de la malafollá’. En ella se veían caricaturizadas varias personas en un tren que iba a Madrid y que llevaba como viajeros los más señalados paisanos aquejados por ese carácter tan granadino. Como no ponían nombres (para eso estaba la censura) y ante el temor de que la gente los pudiera identificar, los autores la tuvieron que retirar, tras la oportuna presión de los munícipes. En su lugar improvisaron a última hora otra en la que se veía las caricaturas de los tres artistas y de fondo un tren desvencijado y roto. Y debajo la siguiente quintilla: Surgió un nuevo inconveniente; / ¡adiós nuestras ilusiones! / Que la Renfe, insuficiente, / no dispone de vagones / para meter tanta gente.

En Granada ha habido y hay muy buenos quintilleros. Parrizas, Vergara, López Sancho (que aportaban también sus dibujos) o Lorenzo Martínez Dueñas, son algunos que destacaron en el pasado. Actualmente están Manuel Casares, Curro Roldán (que tiene un libro con gran parte de sus composiciones), Manuel Mateo, Cristina Cueto, María Jesús García, Andrés Molinari… Aunque, sin duda, el más grande de los últimos tiempos ha sido José García Ladrón de Guevara, fallecido en 2019, que durante varios años tuvo espacio reservado en Ideal con una quintilla y un dibujo que hacía Guillermo Soria. El Ayuntamiento de Torres Hurtado lo nombró Quintillero Mayor del Reino. A él se deben dos de las quintillas más celebradas popularmente que tuvieron problema con la censura, pues ésta siempre ha estado presente. Una de ellas provocó un cierto malestar en el consulado belga. Fue cuando se le regaló a los monarcas de ese país la finca Astrida de Motril, que está al lado de la playa: En un lugar divino/de la costa española/se moja el culo Balduino/y se refresca el chumino/la reina Fabiola. Compuso otra que no pasó la censura porque en esos tiempos el Ayuntamiento negociaba la adquisición de la Huerta de San Vicente con la familia de García Lorca. No pasó la censura, pero se difundió con la rapidez que hoy día permitirían el guasap y las redes sociales: ¿Quién vive de la poesía/sin rimar una cuarteta/ni poner una librería? / ¿No lo sabes todavía? / la sobrina del poeta. En cuanto a los ilustradores de las carocas, ha habido desde pintores tan afamados como Manuel Maldonado, hasta caricaturistas actuales como José Luis Prat ‘Ozeluí’, Andrés Soria y Antonio Mesamadero. Genios en lo suyo. El Ayuntamiento convoca desde hace años un concurso al que se presenta varios centenares de quintillas. Las 20 ganadoras salen en los paneles de la plaza de Bibrramba. Pero como pasa en el Carnaval de Cádiz, hay un concurso oficial de chirigotas y otro más popular y callejero que huye de cualquier tipo de censura. Una quintilla que ha rodado por las redes este año es una compuesta por Andrés Molinari: La alcaldesa, ella mu fina, /olfateó, ¡ahí es ná!/que mi coche contamina./Ahora, pa entrar en Graná, /tiés que cavarte una mina.

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