Un granadino detrás de Enigma

Universidad de Granada

Arturo Quirantes, profesor de la UGR, tiró del hilo hasta descubrir la figura de Faustino Camazón, el español experto criptógrafo que ayudó a desentrañar mensajes nazis en la Segunda Guerra Mundial

Arturo Quirantes.
Arturo Quirantes. / Carlos Gil

Faustino Camazón trabajo del lado de la República en la guerra civil, donde se dedicó, como criptógrafo, a desentrañar los mensajes en clave del otro bando. Tras la victoria de Franco, Camazón recaló en Francia, donde fue fichado –gracias a su experiencia– para el espionaje francés. Tras la invasión nazi huyó a la Francia no ocupada, donde con otros espías españoles, franceses y polacos desarrolló un equipo dedicado a descifrar los mensajes del ejército nazi. Enigma era el nombre dado a una máquina de cifrado alemana que ya había demostrado su solvencia en la guerra civil española y que fue extensamente utilizada por los nazis en la contienda que se prolongó de 1939 a 1945. La tarea de Camazón y el resto de criptógrafos era traducir los mensajes que los nazis cifraban mediante el uso de Enigma. Este breve repaso es fruto del trabajo de investigación de Arturo Quirantes, profesor del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Granada (UGR) y a quien se puede atribuir el descubrimiento de la figura del espía Camazón y de los otros seis españoles dedicados a destripar Enigma. Su papel en la Segunda Guerra Mundial se relata en el documental dirigido por Jorge Laplace Equipo D: los códigos olvidados, recientemente estrenado en la Seminci de Valladolid.

‘Equipo D: los códigos olvidados’ es un documental sobre el espía Camazón

“Algunos de los que formaban parte del equipo contaron su experiencia. Lo hicieron los franceses y los polacos”, explica Quirantes.En ese relato se da fe de la presencia de españoles en el equipo de criptógrafos que trabajó para el ejército aliado. “Hace poco se comenzó a tirar del hilo”, indica el profesor de la UGR sobre estos españoles, hasta ahora en un velado segundo plano.

“Me llamó la atención la referencia que se hacía” de su trabajo en uno de los libros publicados tras el fin de la guerra. “Era una línea”. Aquella primera pista se revistió de datos gracias a la labor de investigación que desarrolló Quirantes en archivos militares extranjeros, “no de España”. De ahí sacó información suficiente para hacer una semblanza de Camazón.

Máquina Enigma.
Máquina Enigma. / EPA

Aquel trabajo despertó interés en Jaca, localidad oscense en la que Camazón pasó sus últimos años. “Un concejal de Jaca se puso en contacto conmigo y de ahí pude hablar con un sobrino de Faustino, lo que me permitió reconstruir la historia”, recuerda Quirantes, que contó todo lo que llegó a averiguar de aquel hombre y su labor como criptógrafo en un artículo.

Camazón luchó contra Enigma y Quirantes quiso dar a luz el perfil de este espía y sus compañeros españoles. La existencia de la máquina de cifrado nazi sólo se reveló a finales del siglo XX, mientras que el hombre que trabajó en descifrar las claves alemanas ha estado en la sombra hasta el XXI. El papel de Enigma en la Segunda Guerra Mundial fue clave, explica el profesor de la UGR. El desembarco en Normandía fue posible gracias en buena medida a un complejo envío de mensajes. Algunos se pusieron incluso al alcance del enemigo con el fin de despistar. En este juego tan esencial resultó ocultar las comunicaciones como hacer creer como ciertos mensajes emitidos con el único fin de despistar.

Más allá del papel de este equipo de criptógrafos españoles, el profesor de la Facultad de Ciencias de la UGR –autor del libro Cuando la criptografía falla– destaca el papel que estos analistas tienen en el desarrollo de cuestiones como conflictos o política internacional. Su interés por los mensajes cifrados “nació con las Matemáticas”. De ahí “fui aprendiendo poco a poco” y centró su campo de investigación particular en las historia de la codificación.

La necesidad de cifrar mensajes ya existía en la época de los Reyes Católicos

“Hay muchos mensajes cifrados históricos que no se han descifrado todavía”, indica Quirantes sobre el vasto terreno en el que se maneja al tiempo que recuerda que recientemente fue noticia el descifrado por parte del CNI de códigos utilizados por el Gran Capitán. La criptografía “ya se usó en tiempos de los Reyes Católicos”.

“Felipe II era plenamente consciente de la importancia de los códigos”, apostilla Quirantes. Una de las primeras medidas que tomó cuando tomó el trono fue cambiar los sistemas de codificación. La pujanza del imperio tuvo su impronta en la criptografía. “Éramos los mejores”. Hasta entonces “nadie había hecho nada parecido” para esconder información y mantener la privacidad de las comunicaciones.

Los mensajes se ocultaban con un cifrado que empleaba símbolos y sílabas. Los sistemas ganaron en complejidad a medida de que el ‘rival’ encontraba la llave para descifrar el acertijo. “Una manera de conocer la historia de España es conocer los documentos cifrados”, indica el investigador, que apunta a la numerosa documentación en clave que atesoraron los espías anglosajones de la época. Esos archivos ilegibles se conservan en instituciones como la Biblioteca Nacional, archivos privados o militares y de la Administración.

“Muchos de los códigos que se conocen se deben a un diplomático inglés del siglo XIXque aplicó conocimientos lingüísticos y matemáticos”. Aquello reveló comunicaciones entre dignatarios y reyes, nobles y militares. “Hay pasajes oscuros que gracias a la criptografía se pueden aclarar”, incide Quirantes, que alega que no cuenta con “recursos especiales” para desarrollar su trabajo de investigación, pero que ha encontrado una valiosa ayuda en la digitalización de archivos.

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