Más de 4.000 granadinos se ahorrarán los 300 euros de Champix, el tratamiento para dejar de fumar
Sanidad
Champix estará financiado por la Seguridad Social a partir del 1 de enero de 2020 aunque necesitará receta médica
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A partir del 1 de enero de 2020 el Estado subvencionará el tratamiento para dejar de fumar. La Seguridad Social incluirá en su lista de fármacos financiados la vareniclina, compuesto cuya marca de referencia es Champix. Hasta ahora, los pacientes pese a tener que obtener la receta de este medicamento por parte de su médico de cabecera y especialista en tabaquismo, tenían que pagar más de 300 euros para conseguir acabar con su adicción y en Granada, lo han intentado en lo que va de año, 3.500 personas, según los datos aportado por la Delegación de Salud. Eso da una estimación anual de unos 4.200 granadinos que intentan dejar de fumar por la vía sanitaria, eso no incluye por supuesto quienes no han podido o querido desembolsar esa inversión previa de más de 300 euros.
De esas 3.500 personas que han accedido al tratamiento por la vía de la Atención Primaria, de ellos, han recibido atención individualizada por parte del profesional de referencia alrededor del 77% mientras que el 23% restante recibieron atención grupal. Este tipo de intervenciones vienen a sumarse a la intervención básica que se lleva a cabo desde los centros de salud. La intervención avanzada individual y grupal combinan terapias psicológicas cognitivo-conductuales y tratamiento farmacológico.
Para Alicia Conde, neumóloga del hospital nuevo San Cecilio, existía la necesidad de que estos fármacos comenzaran a estar subvencionados por lo que la profesional recibe esta noticia con agrado aunque para ella, “lo mejor sería que se subvencionaran todos los fármacos antitabaco que hay aceptados”. Se refiere a los tres tratamientos que existen para dejar de fumar, que seguirán siendo de pago aunque los recete e indique el médico. Se trata de las terapias sustitutivas con nicotina en sus diversas modalidades, el otro es un fármaco antidepresivo pero que se comercializa para el tabaquismo y el tercer medicamento y más moderno es la vareniclina, el compuesto comercializado bajo la marca Champix.
Este fármaco, el más usado en las terapias para dejar de fumar, actúa en los receptores nicotínicos del cerebro. Es un agonista parcial, lo que quiere decir que actúa como agonista y antagonista para corregir el síndrome de abstinencia y por otro lado evita la aparición de mecanismos de recompensa si el paciente cae en la tentación de fumar.
Es un fármaco que tiene pocas contraindicaciones y en general es bien tolerado. Por eso, Conde cree que la restricción que dice que los pacientes tan solo tienen una oportunidad para dejar el tabaco al año tiene que ver en realidad con el estudio previo que ha de realizarse, para ella fundamental.
“Que se establezca esta limitación es un tema complejo a nivel médico” sostiene Conde que por otro lado tiene muy claro que no se debe prescribir arbitrariamente y siempre debe hacerlo un experto en tabaquismo. De hecho, otra de las premisas para que un paciente pueda acceder al tratamiento es que exista la "motivación expresa de dejar de fumar" y que el fumador pueda constatar que lo ha intentado al menos una vez en el último año, según el Ministerio de Sanidad. También tendrán que tener un alto nivel de dependencia valorado por el médico a través del test Fagerström y el paciente habrá tenido que formar parte de un programa de apoyo de deshabituación tabáquica.
“En realidad no creo que el hecho de que solo se puedan utilizar una vez al año venga condicionado por las características del fármaco, si no porque es un medicamento que debe prescribirse con cautela ya que no puede administrarse a demanda del paciente sin hacerle un estudio previo, considerar las características del mismo y prescrito por un profesional del tabaquismo”, argumenta.
En cuanto a la pertinencia de que se haya subvencionado la respuesta de la neumóloga ya que está demostrado que multiplica las posibilidades de éxito y por otro lado, supondrá un ahorro a largo plazo para la sanidad pública ya que el tabaquismo es un problema sanitario muy costoso cuando degenera o empeora las patologías crónicas como algunos tipos de cáncer, especialmente el de pulmón, la EPOC y las enfermedades cardiovasculares a nivel de circulación coronaria (angina de pecho, infarto agudo de miocardio), cerebrovascular (ictus).
Los tratamientos para dejar de fumar se administran sobre todo en la Atención Primaria aunque en los hospitales, como es el caso del nuevo San Cecilio, se trata al personal del centro que quiere dejar de fumar (a ellos sí se les paga el tratamiento) y a los enfermos del hospital con patologías crónicas y complejas y tienen muchas complicaciones para dejar de fumar (por un alto consumo, porque perciben pocas posibilidades de éxito, y necesitan de un seguimiento estrecho y de un tratamiento). También se les paga en los hospitales a pacientes ingresados derivados de otras especialidades como cardiología mientras dure la hospitalización. Al año tienen unas 420 consultas, entre primeras citas y revisiones.
Para tanto los que acuden en Atención Primaria como los que reciben tratamiento en el hospital, señala Conde que “las revisiones son fundamentales ya que el fumador necesita un seguimiento muy estrecho por la posibilidad de una recaída durante las primeras semanas”. Cuando un fumador lo deja, la posibilidad de que recaiga en las primeras semanas, es alta y esta disminuye mucho con el tratamiento farmacológico porque mitiga el síndrome de abstinencia. Las citas han de ser también muy continuadas porque “no podemos olvidar que es una enfermedad adictiva, crónica y donde siempre se contempla la posibilidad de la recaída”.
Conde señala que les gustaría contar con más recursos para poder ampliar su actuación y ofrecer también un tratamiento psicológico ya que está demostrado que la combinación de la terapia psicológica y la farmacológica es lo que realmente es efectiva en el abandono del tabaquismo.
¿En qué se basan para recetarlo? El profesional se basará en primer lugar en su propia experiencia y por otro lado en las preferencias del pacientes, también hay determinadas situaciones que condicionan el uso o no uso del tratamiento, como por ejemplo las experiencias previas del paciente si es que lo ha utilizado con anterioridad “hay que evitar usarlo a la ligera solamente porque esté financiado”.
Eso no quiere decir, continúa, que todo el mundo tenga que medicarse para dejarlo, por ejemplo si un paciente joven tiene un consumo social de tres o cuatro cigarrillos en fin de semana, no merece la pena poner un tratamiento farmacológico y simplemente una terapia sustitutiva con nicotina le puede solucionar el problema. No es lo mismo el que fuma cuatro al día que el de cuarenta al día.
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