Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Granada/Fueron horas de angustia. Y en el fondo lo siguen siendo para Inma, motrileña de 25 años que trabaja en Valencia. Aún no tiene noticias de un compañero de trabajo que vive en Torrent, uno de los pueblos más afectados por la DANA que asoló la capital del Turia este martes. Inma está teniendo suerte. Vive cerca del cauce nuevo del río, el cual bajaba colmado de agua de lado a lado, amenazando con desbordarse en una imagen que ningún valenciano recuerda haber visto. La casa de esta periodista se encuentra relativamente cerca de ese punto y miraba de reojo cualquier crecida. En todo caso, vivir en un segundo piso tranquiliza. Relativamente. La cosa va de intuiciones, y así se lo hicieron saber los jefes a Marta. Cuando la tormenta llegaba les hicieron volverse a casa desde Llíria. Bajando por la CV-35 la lluvia era tan intensa que ya se temía lo peor. Por los pelos.
Son algunos de los testimonios de granadinos que vivieron en Valencia la incertidumbre de una tormenta histórica en España, y que ha dejado como triste balance decenas de muertos. Una de las mayores catástrofes jamás vividas en este país.
De Inma y Marta se podría decir que sus superiores fueron más rápidos que las autoridades. En el caso de Inma, ya en la noche anterior, sus jefes decretaron teletrabajo. Incluso con oficina en el centro de Valencia, no hicieron a sus empleados acudir a su puesto de trabajo en previsión, no a lo que finalmente sucedió, sino a preservar la integridad física de ellos. En el de Marta, la reacción fue mandar a casa a primera hora de la tarde al personal de oficina. El de producción no tuvo esa suerte. Se quedó en fábrica y muchos tuvieron que pasar la noche allí ante la imposibilidad de poder volver a sus domicilios.
"El lunes por la noche miramos en tiempo porque mi jefa había mandado un mensaje al grupo diciendo que mandaba teletrabajo por los avisos meteorológicos. Ya el martes oíamos tormenta pero no cayó ni una gota, así que todo era de las tormentas de la madrugada anterior", relata Inma Ortega, community manager en una empresa valenciana. Sin embargo, "el cielo parecía el fin del mundo y hacía viento huracanado", algo que sus superiores "vieron que iba a ser un desastre". De hecho, la sensación en Valencia es que "la gente desaparecida es porque tuvieron que ir a trabajar".
Fueron horas de incertidumbre. "Ayer estaba mal, con ansiedad, y viendo lo que había, lo pasé mal. Luego te llega información y te agobias. Me costó dormirme", admite esta joven de 25 años que recuerda que todo sucedió de golpe, "por la tarde noche", cuando "nos empezaron a llegar mensajes de gente que conoces, de pueblos que se ven inundados". De hecho, Inma aún no ha contactado con algunos de sus allegados: "Hay amigos que no sé nada de ellos desde anoche y estoy bastante preocupada porque no les llegan los mensajes".
A Marta Pareja, ingeniera industrial de Armilla, solo por unos minutos, no le cogió lo más grave. Cuando volvía a casa por orden de la dirección de la empresa, la tormenta que caía aún no había provocado las riadas ni los cortes que luego se produjeron en los alrededores de la carretera CV-35 que lleva a Llíria. Esta zona se libró de lo peor pero cuenta con varios puntos cercanos anegados, con vías cortadas, entre ellas algunas incorporaciones a las autovías de la zona.
Aun así, se acordará siempre del trayecto para volver a casa, ya cerca de la provincia de Castellón. "Llíria está más en el interior y hubo mucho caos, sobre todo cerca de La Pobla de Vallbona", sitúa Marta su relato. Su aventura empieza cuando "estaba en el trabajo y por la tarde nos evacuaron porque llovía una barbaridad". Entonces "en oficinas nos dijeron que nos fuésemos porque venía la tormenta y fueron previsores". Ya en camino, el miedo: "Nunca he visto llover así. Iba en el coche y era una locura. Por la autovía había literalmente ríos y no se veía nada". Unos kilómetros que se hicieron infinitos.
Ella tuvo suerte porque en su misma empresa hubo quien se pasó la noche en el trabajo. Nada menos que sesenta personas que viven en Valencia y alrededores que no tenían forma de volver, ya que los autobuses que pone la empresa para llevarlos a su labor no podían desplazarse. "No había forma de rescatarlos", dice Pareja. De otra compañera relata su preocupación: "Vive en Algemesí, que se ha inundado. Viendo la situación, ella se fue antes, a mediodía, y una vez en su pueblo, estuvo bastantes horas en una rotonda parada porque no podia mover el coche". Tuvo que dejarlo e irse a casa de sus padres donde está sin agua y sin luz. Justo cuando Marta contaba esta historia otro compañero regresaba a su casa. después de haber pasado "toda la noche en una mediana porque no podía avanzar en el bus" en el que iba.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
Érase una vez
Agustín Martínez
Presupuestos?‘destroyer’ para Granada
No hay comentarios