La boda de la hija del duque de Wellington desborda Íllora

El enlace entre Charlotte Wellesley y el multimillonario colombiano Alejandro Santo Domingo cumple las expectativas y abarrota las calles del municipio. El sector servicios, el gran beneficiado.

La boda de la hija del duque de Wellington desborda Íllora
La boda de la hija del duque de Wellington desborda Íllora

Íllora se convirtió ayer en el centro del mapa de la aristocracia europea. La boda de Charlotte Wellesley -hija del Duque de Wellington- y el multimillonario colombiano Alejandro Santo Domingo hizo que el municipio enclavado en la comarca de los Montes Orientales presentara un extraordinario ambiente. Centenares de personas se echaron a la calle para no perderse detalle del que decían es el "gran acontecimiento del año" en el pueblo. Y es que un enlace de ese calado no se vive todos los días. A las cuatro de la tarde ya había gente apostada en las vallas colocadas en el entorno de la iglesia de la Encarnación para observar la llegada de los numerosos invitados. Hay quienes habían sacado las hamacas de la playa para estar más cómodos.

Algo más de una hora antes del inicio de la ceremonia, los primeros en llegar fueron el obispo de Londres, Richard Chartres, y el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, oficiantes de la eucaristía nupcial. La temperatura se caldeaba por momentos, eso a pesar de la llovizna y el frío viento que tampoco faltaron a la cita. Palmas por bulerías y gritos de "¡Íllora, Íllora!". Hasta los agentes de seguridad recibían piropos.

La expectación desde primera hora era máxima. Los negocios de hostelería presentaban una envidiable estampa, incluso se hizo coincidir con la Feria de la Tapa. "Es una maravilla, esto no se ha vivido nunca", apuntaba Andrés Ruiz, propietario del Bar 72 ubicado en los aledaños del templo. "Nos hemos quedado desbordados, hemos tenido que ir a por más provisiones", a lo que agregaba, "este fin de semana comen del negocio seis familias".

Sentadas sobre el pollete de un pilar cercano estaban Carmen Salvador y Concha Salto. Ambas llegaron a las 14:30 horas desde Granada capital dispuestas a pasar una grata jornada. "Hay mucha animación, el pueblo le está sacando su rendimiento. Hemos tapeado, un café y ya estamos esperando. La organización es muy buena", indicaba Carmen, esperanzada por ver a grandes personalidades. Su amiga Concha confiaba en que toda la repercusión generada sirviera como "motor de empleo".

Con ese horizonte ha trabajado en los últimos meses el Ayuntamiento de Íllora. El alcalde ilurquense, Antonio José Salazar, mostró su satisfacción por el resultado obtenido. "Estamos muy contentos, estábamos esperando por primera vez, aunque fuera de manera fugaz la visita de personalidades como la del Rey Juan Carlos".

La coordinación entre Policía Local, Guardia Civil y Casa Real ha sido "total". Y es que como recordó el concejal de Seguridad Ciudadana, Fernando Calvo, "hemos pasado una semana con mucho ajetreo para que esto fuera un éxito". Las reuniones con miembros de la seguridad de la Casa de Wellington se han sucedido permanentemente así como con los voluntarios de Protección Civil y la Brigada de la Benemérita.

Al margen del dispositivo de seguridad, la ciudadanía seguía vibrando desde las aceras. José Vega y Puri García -procedentes de Alcalá la Real (Jaén)- se enteraban en un corrillo cercano de la asistencia del monarca emérito español. "!No me digas que viene¡ ¡Qué ilusión, quiero verlo. A los novios también... a todos!", decía Puri ante la mirada emocionada de su marido.

A todo esto, las manecillas del reloj marcaban las 17:46 horas cuando ante los ojos de los espectadores aparecía Andrea Casiraghi, el hijo de Carolina de Mónaco. Una figura que despertó la atención de los presentes. "¡Andrea, guapo!", le decían mientras ascendía la empinada cuesta acompañado de su pareja, Tatiana Santo Domingo, a la sazón sobrina del contrayente.

Tan sólo un minuto después, otra de las caras más conocidas surgía del interior de un vehículo de alta gama: Camila Parker, duquesa de Cornuelles y mujer del príncipe Carlos de Inglaterra. El público no dudó en lanzarle olés cuando mostró en todo su esplendor un elegante vestido color crudo. Bajo un paraguas transparente se internó en la iglesia para ocupar una de las plazas más destacadas.

Con el permiso de los novios, seis minutos antes de las 18:00 horas se produjo el momento más intenso de la tarde cuando el rey Juan Carlos -dentro de un Bentley verde botella- ascendió hasta el acceso del templo. Nada más pisar el firme, el monarca emérito respondió al cariño mostrado con un saludo y una sonrisa. Un instante con el Antonio Vílchez vibró: "Espectacular. La entrada del Rey ha sido bastante chula. Nunca lo había visto en persona", aseguraba este atarfeño que tampoco quiso perderse la esperada cita.

El novio pasó desapercibido para muchos cuando la lluvia más arreciaba. La entrada de la novia sí que tuvo mayor eco. De blanco impoluto se internó en el templo ante la mirada de todos los invitados. Charlotte Wellesley, que lo pasó mal con el velo a la salida del Mercedes modelo 320 CDI, acaparó los piropos de los 'convecinos' de la finca propiedad de su padre y los visitantes que abarrotaron las calles.

El empedrado del zaguán de la iglesia no lo pisaron nombres que se preveían como los de la cantante Shakira y su pareja, el futbolista Gerard Piqué; así como el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, o la actriz Eva Longoria. Celebrities con los que soñaba Jacinta Ureña días atrás pero que finalmente no acudieron. "Llevábamos esperando desde las dos de la tarde, esto supone mucha ilusión. Hemos venido con los niños y todo", decía muy alegre.

Entre el público se estaban las concejalas de Servicios Sociales, Beatriz Martín, y de Turismo, Elvira Cebrián. "La boda nos ha situado en un puesto espléndido en el panorama internacional", aseguraba Cebrián. Una historia de amor que desde ayer tiene a Íllora como escenario de uno sus capítulos.

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