En paro, hombre, con familia propia y con estudios primarios, así es el perfil del adicto en Granada

Adicciones

El servicio de drogodependencia y adicciones de la Diputación provincial presenta su balance anual, donde ofrece cifras de los casos atendidos

El alcohol sigue siendo la principal droga en ambos sexos

En paro, hombre, con familia propia y con estudios primarios, así es el perfil del adicto en Granada
En paro, hombre, con familia propia y con estudios primarios, así es el perfil del adicto en Granada / Rosell
Miguel Navas

09 de abril 2024 - 16:28

Una noticia buena y una mala. El consumo de cocaína entre los granadinos creció un 3% en 2023, mientras que el número de personas que acude a los servicios provinciales de drogodependencia también lo hizo de forma casi similar (2,7%), según se recoge en la memoria anual del servicio de drogodependencia y adicciones de la Diputación provincial, presentada ayer, que permite establecer una radiografía de esta situación en Granada y un perfil de los casos que acuden buscando ayuda.

De esta forma, de los 5.3698 casos que se atendieron el pasado año en alguno de los doce centros de la provincia, el 81,3% eran hombres, frente a un 18,6% de mujeres. Respecto a estas últimas, la memoria incide en que en el último año creció un 5% la admisión por cocaína, que se convierte en la segunda causa más común para los casos atendidos (15,3%), seguida de cerca por el cannabis (14,1%), la tercera sustancia. El alcohol, que acumula una tercera parte de los casos, sigue siendo la sustancia reina para las mujeres.

En el caso de los tratamientos masculinos, la radiografía tampoco varía mucho, pues si bien el alcohol sigue siendo la opción principal, lo es en menor porcentaje (29,9%), todo ello a costa de un aumento notable de la cocaína (28,6%) y del cannabis, que también ocupa el tercer lugar aunque en mayor proporción que para las mujeres (17,9%).

La comparativa entre géneros en todos los casos se inclina claramente hacia el lado masculino, especialmente en el juego patológico, donde apenas hay casos de mujeres según los datos ofrecidos en la memoria. Situación contraria es la que se produce en el tabaco, donde son mayoría las mujeres tratadas por el servicio de la Diputación de Granada, aunque por una leve mayoría.

De una forma más genérica, Blanca Molina, la directora de este departamento, quiso poner sobre la mesa en la presentación de los datos el caso de la heroína, que supone el 8,6% de los pacientes atendidos a lo largo del pasado año. Una cifra que "no es espectacular" pero que sí supone un leve aumento en la serie histórica, por lo que Molina insistió en la necesidad "de no perderlo de vista".

Presentación de la memoria anual, ayer.
Presentación de la memoria anual, ayer. / Jesús Jiménez / Photographerssports

También en ese no perder del radar, la directora resaltó el 3,7% de casos atendidos por "otros opiáceos", principalmente aquellos de prescripción médica, que si bien tampoco suponen un porcentaje elevado en la provincia, sí que se puede ver aquí una consecuencia de "una sociedad hipermedicalizada".

Más allá de hombre o mujer, los datos de la memoria permiten conocer la situación sociolaboral de los que acuden al servicio de la Diputación de Granada. Así, casi la mitad de los casos atendidos, concretamente un 41,3%, se encuentran en situación de desempleo, frente a un 38,8% de trabajadores y un 10,3% de pensionistas.

Resulta curioso, además, que tan solo un 5,7% sean estudiantes. Y es que, aunque no se refleja directamente en la memoria, los jóvenes parecen renegar cada vez más del consumo de este tipo de sustancias. De esta forma, la media de edad de granadinos que se inician en el tabaco es de 17,7 años, cuando en la memoria de 2022 se cifraba ese comienzo en los 15,7; lo mismo ocurre con el cannabis, pues el primer contacto se produce a los 16,8 años, siendo la más baja de Granada dentro de las drogas ilegales (el primer sorbo de alcohol se suele tomar a los 16,4 años), pero al mismo tiempo mayor que en 2022, cuando se situaba en 15,9.

También en relación al nivel de estudios, los datos ofrecidos por el servicio de drogodependencia de Diputación parecen echar por tierra, como apuntaba en la presentación Molina, la idea de las drogas más vinculadas a ámbitos académicos y universitarios. Así, en 2023 del total de casos atendidos por este organismo tan solo un 7,9% era universitarios, frente a un 51,8% que tenía estudios primarios o inferiores; en un punto intermedio, se encontrarían los casos con estudios medios, que suponen el 39,7%.

Finalmente, son mayoría las personas que acuden al servicio de Diputación que conviven con su familia (40,9%), muy similar a las 30,2% que viven con la familia de origen y un 21,6% que viven solos.

Descenso de la ludopatía

Aunque lejos de ocupar los primeros puestos, la memoria anual también deja constancia de la situación de una de las adicciones que, en los últimos años, está centrando el foco: la ludopatía. Del total de nuevos casos atendidos el pasado año por el servicio de drogodependencia, un 4,8% se englobarían dentro de la categoría de "juego patológico", una cifra que supone un leve descenso en comparación con el 5,2% que recogía la memoria previa.

Distribuidos por sexo, esta adicción es claramente superior en hombres, pues supone el 5,72% del total de admisiones a tratamientos el pasado año, frente a casi el 1% que se dio en mujeres.

Un aumento de casos tras la pandemia

Más allá del balance anual, el servicio de drogodependencias de la Diputación ha registrado un incremento de casi un 40% desde 2020 a adicciones, poniendo de manifiesto que la realidad que generó la crisis sanitaria, de inestabilidad y de nuevos hábitos sociales y de consumo, ha tenido un impacto notable en la salud mental y el bienestar de la ciudadanía con un aumento, por tercer año consecutivo, del número de casos por adicción a la cocaína y los psicofármacos (ansiolíticos y antidepresivos).

Una situación que, en palabras de Molina, refleja el contraste entre las restricciones de los momentos más duros del Covid y la libertad que se vivió con la sucesiva desescalada, donde la ciudadanía volvió a frecuentar, con más gusto si cabe, entornos de ocio, tradicionalmente asociados al consumo de drogas, legales o ilegales.

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