24 horas de mimos para los nuevos inquilinos del museoBIODOMO

Un equipo formado por expertos cuida de las más de 250 especies que viven en el acuaterrario Cada animal tiene su propio plan de alimentación

1. El conservador del Biodomo, Jonathan García, y el coordinador del Área de Ciencias de la Vida, Javier Pérez López. 2. García con uno de los tucanes. 3 y 4. Cocodrilo típico de Mekong y pez payaso ballesta. 5. Los lemures de cola anillada son muy llamativos. 6. Los jardineros también controlan las posibles plagas. 7. Javier Pérez López en uno de los bioterios que alberga animales en cuarentena.
1. El conservador del Biodomo, Jonathan García, y el coordinador del Área de Ciencias de la Vida, Javier Pérez López. 2. García con uno de los tucanes. 3 y 4. Cocodrilo típico de Mekong y pez payaso ballesta. 5. Los lemures de cola anillada son muy llamativos. 6. Los jardineros también controlan las posibles plagas. 7. Javier Pérez López en uno de los bioterios que alberga animales en cuarentena.
Lourdes Mingorance Granada

03 de octubre 2016 - 01:00

Lunes, once de la mañana. El Parque de las Ciencias está cerrado al público. Es el único día que no se puede visitar el museo, y sin embargo, en su interior, decenas de personas trabajan a destajo para el mantenimiento de unas instalaciones que requieren revisar todo tipo de elementos. Focos fundidos, nuevo mobiliario o pruebas de sonido para futuros eventos son solo algunas de las rutinas diarias que se realizan cada inicio de semana en el Parque de las Ciencias, precedidas por seis días de puertas abiertas donde la diversión y la ciencia se funden conquistando a todos los públicos: grandes y pequeños.

En medio de la sala principal, una compañía de títeres instala una pasarela. Están probando el resultado. También, una especie de grúa móvil en tono 'rojo bombero' preside la sala. "Puesta así parece parte del museo", bromea el coordinador del Área de Ciencias de la Vida del Parque de las Ciencias, Javier Pérez López, que ha pasado de trabajar en el mariposario tropical y los talleres de aves rapaces al Biodomo, un espacio lleno de vida con más de 250 especies entre plantas y animales. Sin duda un auténtico reto para el Parque y sus trabajadores, que de repente han crecido en responsabilidad y en número al contar con especies que no entienden de horarios de apertura y cierre del museo. Requieren atención las 24 horas, los siete días de la semana. "El Biodomo es una instalación zoobotánica que te hace un recorrido por la franja tropical del planeta", explica Pérez en la primera sala que presenta las características subacuáticas del Indopacífico con un acuario de arrecifes, de medusas o el mar de ulawesi y el río Mekong.

En el primer acuario de arrecife se pretende mostrar la biodiversidad de los mares tropicales con grandes peces como tiburones, peces raya, el pez payaso ballesta, el pez murciélago, morenas o meros. Cada semana los buzos entran para llevar a cabo la limpieza y el sifonado del fondo del acuario. Además, tres veces a la semana se les da de comer a las rayas o las morenas, peces que no comen desde arriba.

Esto lo cuenta uno de los coordinadores del Biodomo, Jonathan García, que también explica cómo cada especie cuenta con un auténtico plan nutricional centrado en sus necesidades. "A los tiburones lo que más les gusta comer es el calamar y el salmón. Son los más caprichosos", detalla García, que explica que el resto de peces come merluza, caballa, sardinas, etc.

Los peces comen una vez al día mientras que los tiburones lo hacen cuatro veces a la semana. Pero, ¿cómo hacen para que un tiburón conviva con otras especies sin comérselas? "Los tiburones comen lo que quieren, están alimentados y aun así, han desaparecido algunos peces pues su instinto depredador no se quita", destaca.

Además, hay que controlar los parámetros fisicoquímicos del agua para comprobar que tiene las condiciones adecuadas de temperatura, salinidad, ph... algo que se comprueba cada semana (mínimo dos veces).

El siguiente punto del recorrido es una recreación del río Mekong como muestra de los grandes ríos del planeta. "Está muy afectado por la actividad humana", destaca Pérez, que recuerda que sin embargo tiene una gran diversidad biológica con más de 1.200 especies de peces descritas y una fauna asociada a las riberas con especies de importancia económica. Mientras habla, los peces nadan casi en la superficie. Les están echando de comer desde arriba.

El camino continúa con una parada en un arrozal que queda al lado de varios terrarios donde viven anfibios como el tritón mandarín y sus formas de supervivencia o el sapo de vientre de fuego. "Este sapo en su posición normal intenta pasar camuflado pero, si le ataca un depredador, se pondrá panzarriba para asustar al atacante con una combinación de colores como negro y naranja". Estas especies también tiene su plan nutricional, formado por grillos o cucarachas.

Una de las cualidades del Biodomo es albergar especies en peligro de extinción. "Existe un interés muy alto su reproducción en cautividad", destaca García, que junto a Pérez muestra una nutria que vive en la ribera del río Mekong o el cocodrilo, en peligro de extinción en su medio natural como consecuencia de la alta contaminación.

El recorrido continúa por los bioterios. El Biodomo se apoya en tres pilares, destaca Pérez: "Uno de ellos es la educación, otro la conservación y otro la investigación", indica el coordinador del Área de Ciencias de la Vida del Parque de las Ciencias, que explica que en los bioterios trabaja por ejemplo el equipo de biología o química pero también sirven para desarrollar proyectos de investigación que el Parque de las Ciencias realiza con la UGR. Una de las puertas de esta sala, cerrada al público, conecta con otro bioterio de cuarentenas donde se investiga, por ejemplo, el estrés de los peces o se les brinda tratamiento en caso de caer enfermos.

En la sala Domo, siguiente punto del recorrido, Pérez explica cómo se controla la reproducción de especies. Las nutrias o los escorpiones, por ejemplo, ya han criado. En caso de que una especie se multiplique, el parque puede realizar intercambios con otros núcleos zoológicos, aunque es algo que en principio, dadas las características del espacio donde habitan, no ocurrirá salvo que se reproduzcan las condiciones de cada especie para la reproducción. "La gran mayoría de los peces marinos ponen los huevos en función de la temperatura del agua, que aquí se mantiene estable", apostilla García que recuerda que el parque sí cuenta con programas de reproducción.

Corales vivos, estrellas de mar o erizos viven con otras especies en el siguiente apartado que precede a la siguiente sala: Amazonia, un espacio más inmersivo, con los animales dentro del habitáculo. A lo largo de todo el recorrido hay tablets que recogen información tanto de las especies animales como vegetales, que también son importantes. El tucán es uno de los más simpáticos. Apodado por algunos empleados como Curro, no duda en acercarse al visitante sin ningún temor: está acostumbrado a las personas. También hay lemures de cola anillada, arañas venenosas, perezosos o armadillos donde los majestuosos baobab (un tipo de árbol de Madagascar) también son protagonistas.

Durante la visita, un jardinero riega con cuidado las plantas y saluda a Curro, el simpático tucán al que tanto le gustan los humanos. Los servicios de jardinería también deben estar atentos a las plagas que no pueden combatirse con elementos químicos. El recorrido finaliza en una estancia con un enorme balcón que permite divisar el Biodomo desde arriba. Aquí se ofertan talleres y actividades a los visitantes que pueden comprobar, entre otras cosas, cómo según algunos teóricos hasta la fecha tan solo se han descubierto una mínima parte de la especies que habitan en el planeta. Con una instalación de 20.000 metros cúbidos, el Parque de las Ciencias muestra desde este verano una pequeña pero valiosísima aproximación.

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