El Hospital de San Juan de Dios, la gran obra del ‘loco de Granada’
Construido en el siglo XVI, fue el centro precursor de la asistencia social y la atención de los enfermos sin recursos
Después de la desamortización en 1835 pasó al Estado, más tarde a la Diputación de Granada y desde 2015 es de nuevo de la Orden Hospitalaria
Dos escenarios para una reina
Granada/Ese concepto moderno de que la asistencia social y sanitaria debe ser pública, gratuita y dirigida sobre todo a los que menos tienen, ya lo practicó en el siglo XVI un portugués llamado Juan Ciudad Duarte, que antes de convertirse en San Juan de Dios fue pastor, soldado, albañil y librero. En Granada hay un hospital que lleva su nombre, un edificio clave para entender la historia de la ciudad, entre otras cosas porque forma parte ineludiblemente de su ADN.
San Juan de Dios tuvo una vida de las que se pueden relamer los labios los guionistas de cine. Fue pastor de zagal y de mozo se alistó como soldado a las órdenes de Carlos V. Después ejerce como peón de albañil en la construcción de las murallas de Ceuta y en Granada se hace librero. Es en la ciudad de la Alhambra donde oye predicar a San Juan de Ávila. Le causa una conmoción tal que se vuelve tarumba. Anda semidesnudo por las calles y los chiquillos se meten con él y le tiran piedras. Es conocido popularmente como el ‘loco de Granada’. Lo encierran en el Hospital Real y allí sufre el trato de todos los enajenados como él, a los que, maniatados y en celdas oscuras, les dan baños por sorpresa (de agua fría, por supuesto), les practican exorcismos y los azotan hasta hacerlos perder el conocimiento. Es la terapia de la época contra la locura. Es en ese encierro, según dicen sus biógrafos, en donde toma conciencia de su misión: “Que Jesucristo me traiga tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo".
Del hospital de locos lo saca San Juan de Ávila, que lo convierte en su protegido. Después de hacer una peregrinación a Guadalupe vuelve a Granada, donde lo primero que hace es atender a los enfermos pobres y hablar con las prostitutas para aconsejarles cambiar de vida. De ahí que sea considerado patrón de los enfermeros y le dispute el puesto como patrón de las meretrices a San Nicolás de Bari.
En Granada, Juan Ciudad se hace notar enseguida. Aquí se entrega en cuerpo y alma a su labor de enfermero. Antes de tener hospital propio, desarrolla su trabajo en varias casas de Granada: en la calle Lucena, en la cuesta Gomérez y en un edificio de los Venegas. “En esta casa se reciben generalmente de todas enfermedades y suerte de gentes, ansí que aquí ay tollidos (sic), mancos, leprosos, mudos, locos, perláticos, tiñosos y otros muy viejos y muy niños”, dice su lema. Juan Ciudad participa en varios hechos notables con esa aureola de santo que se estaba ganando, como es su arrojo y valentía en el desalojo de los enfermos en el incendio del Hospital de Granada, ocurrido en julio de 1549. De ahí que sea también el patrón de los bomberos. (Hay un cuadro muy famoso pintado por Manuel Gómez Moreno en donde se ve al futuro santo sacando enfermos del incendio).
Con el tiempo tendría tantos enfermos que atender que necesitaba construir un centro sanitario más grande. Hay una anécdota curiosa de cómo el futuro santo consiguió los terrenos para la edificación del hospital que fue la base del que hoy todos conocemos. La anécdota tira más a leyenda urbana que a realidad, pero es bonita. Resulta que una persona influyente le concertó una entrevista con el superior del Monasterio de San Jerónimo, que era el más importante de la época. La orden jerónima era propietaria de muchos terrenos que el citado monasterio tenía a su alrededor. El superior, para quitárselo de en medio cuanto antes (persistía en la ciudad su fama de loco), le dio un trozo de cordel no demasiado largo y le dijo que estaba dispuesto a darle terrenos no más grandes de lo que medía la cuerda. Al día siguiente Juan de Dios se presentó con el cordel deshilachado: uniendo los hilos había conseguido abarcar una superficie lo suficientemente grande como para construir el hospital. El superior se dio cuenta de que aquel hombre podía estar loco, pero no era tonto.
A finales de febrero de 1550, el enfermero de los pobres se lanza al río Genil a salvar a un muchacho que se estaba ahogando. Lo salva, pero él contrae una pulmonía a resultas de la cual muere el 8 de marzo. El hospital como tal lo pusieron en marcha sus discípulos tres años más tarde.
Símbolo de la hospitalidad
Pero hablemos del hospital que fundó San Juan de Dios en Granada, un edificio que, como digo, siempre ha formado parte de la idiosincrasia y el espíritu de la ciudad como símbolo de la hospitalidad. Por lo pronto fue un hospital de la época exento de la supervisión por parte de la burocracia para realizar su asistencia. Pobre que entraba, pobre que se atendía. Clasificaba a los enfermos por sexos y por edad y se le daba mucha importancia, como no podía ser menos, a la higiene y el aseo. La asistencia sanitaria se llevaba a cabo por los propios hermanos de la orden. Es un edificio renacentista y el trazado corrió a cargo de Juan de Maeda, que también fue el arquitecto de la Iglesia de San Pedro. Rodeado por una galería que permite el acceso a distintas salas, consta de dos cuerpos de alzado. El inferior está integrado por treinta columnas de piedra gris de Sierra Elvira, de orden toscano, sobre las que cargan arcos de medio punto, labrados en piedra franca. El cuerpo superior está compuesto por un sistema similar de arcos y columnas. En el centro de este claustro existe una fuente formada por tres pilas, y el perímetro de las galerías del claustro en planta baja, está decorado con pinturas murales y grandes lienzos que representan distintos episodios de la vida de San Juan de Dios, pintados por Tomás Ferrer. Esta decoración fue realizada con motivo de las obras de rehabilitación del Hospital llevadas a cabo entre 1733 y 1759.
Pero en 1835 viene la famosa desamortización y a la orden hospitalaria le incautan el hospital, aunque seguirá con su labor asistencial a los más desfavorecidos. El Estado se lo entregó a la Diputación de Granada, que lo ha estado gestionando en los últimos cien años. La orden de San Juan de Dios estuvo mucho tiempo peleando por que el centro pasara de nuevo a la comunidad religiosa, pero sin éxito. Fue en 2015 cuando la Diputación de Granada, presidida por Sebastián Pérez, aprueba la cesión completa del hospital a los que se considera sus legítimos dueños: los hermanos de la orden que fundara el santo portugués. Dar al César lo que es del César y a San Juan de Dios lo que es de San Juan de Dios.
Desde 2019 la Orden hospitalaria lleva a cabo una reforma del edificio con la premisa de contribuir a recuperar un importante activo del patrimonio asistencial y cultural de Granada, ciudad considerada la cuna de la Orden Hospitalaria, con mil religiosos, 30.000 trabajadores y 225 centros repartidos por todo el mundo. Y eso que San Juan de Dios ni siquiera llegó a ser sacerdote.
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