Las cuatro islas que no se pueden dejar de conocer en Europa

Contenido patrocinado

El viejo continente, Europa tiene mucha historia y muchas culturas. No bastaría toda una vida para conocerlo completo. Sin embargo, hay lugares como sus islas a dónde todo turista debe acudir, al menos una vez. El azul del Mediterráneo y el cielo infinito son acompañantes perfectos para el verano y para otras épocas del año que permite huir del frío y la lluvia del otoño y el invierno.

Las cuatro islas que no se pueden dejar de conocer en Europa
Las cuatro islas que no se pueden dejar de conocer en Europa

Sicilia: la perla del Mediterráneo

Con una superficie de 25.833 km2, Sicilia supera por poco a su hermana Cerdeña en el título de mayor isla del Mediterráneo. Es más de siete veces mayor que Mallorca. Así que se necesitarán al menos diez días para hacerse una imagen completa de la isla.

Los sicilianos son más italianos que nadie, a pesar de tener menos sangre italiana en las venas que el resto de la nación, según cuenta la leyenda.

Porque son comparables a Milán o Roma en cuanto a pasión, orgullo y patrimonio. No hay que pasar por alto los asombrosos legados culturales dejados por todos los pueblos que han pasado por la isla mediterránea, incluidos griegos, árabes, romanos, normandos y españoles. Todos ellos han trenzado con hilo de oro el glorioso espíritu siciliano.

Sicilia es una guía para vivir (y comer) feliz. Porque el ingenio indomable, la hospitalidad natural y la incontenible alegría de vivir de los habitantes de Sicilia son lo mejor de esta magnífica isla. Y cuando hablan, la forma en que agitan las manos dejará un dulce recuerdo en la memoria.

Ibiza: la preferida por las celebridades

Esta es la isla española de la que todo el mundo habla, no solo en verano sino en todo el año. Es visita obligada y referencia vacacional para famosos y noctámbulos amantes de las fiestas por igual.

Una variada y exquisita gastronomía, DJs de lujo que amenizan fiestas que acaban al amanecer y largas y hermosas puestas de sol dan la bienvenida a los millones de turistas que la visitan anualmente.

Pero, no todo es fiesta, en Ibiza también se puede desconectar y pasear por sus pueblos tranquilos. Recorrer las calles de Santa Gertrudis es una buena actividad para los que no desean fiestas.

Allí se pueden comprar productos ecológicos en el mercado y cenar en la profunda calma de un patio encalado al abrigo de buganvillas.

Corfú: la isla de la felicidad

Debe de haber una buena razón para que llamen a esta isla griega, la isla de la felicidad. Ante todo, hay que destacar su estrecho vínculo con la naturaleza con los mejores paisajes del Mediterráneo y después, hay que mencionar su genuina cultura local que involucra una gastronomía sin igual. Para vivirla hay que caminar por sus callejuelas y aventurarse para interactuar con los lugareños.

No por nada el naturalista, escritor y presentador de televisión británico Gerald Durrell vivió en ella largo tiempo para escribir la trilogía “Mi familia y otros animales”. Tras visitar Corfú habrá miles de recuerdos perfumados por el ambiente del fastuoso paisaje que está cubierto de limoneros, hibiscos, almendros, buganvillas y los icónicos olivos.

El trío de playas ya famosas son: Glyfada, la más larga y amplia, Pelekas, donde la de las puestas de sol son más que impresionantes y, por último, Agios Gordios, donde la inesperada combinación de la arena dorada y los verdes acantilados son el paisaje perfecto.

Skye: donde el frío abriga el alma

La isla escocesa Skye asombrará con su verde esplendor de riberas y acantilados. Se encuentra entre Irlanda y Gran Bretaña, en lo alto y la parte noreste del Atlántico y se halla escoltada por los cuatro costados por escarpados y abruptos, pero hermosos paisajes.

Aunque el agua esté demasiado fría para nadar, no se podrá dejar de pasear tranquilamente por algunos de sus paisajes que conforman los más impresionantes de toda la nación.

Es la típica isla de las Highlands, llena de fabulosas e intrigantes leyendas. Es una visita obligada para quienes viajan a Escocia.

Las caminatas y las puestas de sol en los porches o balcones acogedores de sus posadas tradicionales, mientras se saborea un gran y tradicional whisky de malta y se disfruta del vaivén del mar serán los recuerdos inolvidables de esta visita.

stats