"No saben el mundo que se están perdiendo": Juan Antonio Reyes Ruiz, el granadino que tras toda una vida de profesor ahora es alumno de FP
Se jubiló como docente en 2018 y ha vuelto a las aulas como estudiante de un ciclo de Formación Profesional de jardinería en el IES Federico García Lorca de Churriana de la Vega
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Acude puntual a la cita. Se sienta y desgrana una vida dedicada a la educación y a aprender. Dos cuestiones pilares en la trayectoria de un hombre que ido enlazando etapas en el pupitre y sobre la tarima. Juan Antonio Reyes Ruiz (Granada, 1958) es alumno de Formación Profesional a sus casi 66 años. Docente jubilado desde 2018, decidió volver a clase para aprender a cuidar de su jardín. “Me han enseñado a injertar, a hacer esquejes, a tratar las semillas... todo eso es práctica. No se enseña en los libros”.
Juan Antonio cuenta que cuando terminó el Bachiller sintió miedo al fracaso. “Me pasé a la Formación Profesional para disgusto de mis padres”, recuerda. Temía que en un aula universitaria salieran a la luz sus puntos débiles. Estudió en el Virgen de las Nieves un ciclo de electrónica y cuando terminó se preparó unas oposiciones a Telefónica. Para ello recurrió a un “profesor maravilloso, Antonio Landeras”. Este docente, para el que sólo tiene palabras de agradecimiento, le permitió sacarse la espinita clavada desde los tiempos del Bachiller. Las matemáticas dejaron de ser un mundo críptico. Las oposiciones no las sacó, pero Don Antonio le propuso cambiar de tercio. “Me dijo que me metiera en la Universidad, en Magisterio, me veía madera de maestro”.
Juan Antonio así lo hizo. Aprobó, ahora sí, las oposiciones para ser maestro. Ya casado, decidió dar salida a su “vocación de toda la vida”, la Biología. Se matriculó de nuevo en la Universidad y gracias a su mujer, Fina, sacó la licenciatura de Biología adelante. “Ella también estudiaba Biología y me pasada los apuntes”, cuenta.
Cuando terminó de estudiar en la Universidad de Granada Juan Antonio opositó de nuevo para ingresar al cuerpo de docentes de instituto. Lo consiguió y hasta 2018 ha sido profesor de Secundaria y Bachillerato.
“Nuestra casa tiene un jardincillo”, relata sobre cómo fue la vuelta a las aulas, aunque en un papel opuesto al que había ocupado durante tantos años. Fue Fina la que le animó a formarse para cuidar aquellas plantas. “¿Dónde se aprende esto? Fue ella la que me sugirió que hiciera una FP”.
Aunque la Formación Profesional está claramente encaminada a la capacitación laboral, Juan Antonio es ejemplo de que es también una opción para quienes estén ya en otra etapa. Comenzó las clases en el Ciclo Medio de Jardinería hace dos años. Un problema de salud le impidió titular el pasado curso y este 2025 espera terminar sus estudios en el instituto.“Ya tengo ganas”, reconoce.
En el instituto, el Federico García Lorca de Churriana de la Vega, le llegan a confundir con un profesor. “¿Quién va a pensar que soy un alumno?”, se pregunta con una sonrisa.
Este curso, precisamente, tiene de compañero a un estudiante al que Juan Antonio dio clase el mismo año en el que se jubiló. Ahora se reencuentran en el instituto como dos matriculados más. Sobre el trato con los alumnos Juan Antonio explica que “me guardan deferencia” y que es consciente de que sus opiniones tiene peso, cuando habla, se le escucha. Al tener que dejar el pasado curso el grado a medias ahora es el nuevo en clase y asume que “me tengo que ganar la confianza” de sus nuevos colegas.
Siempre, durante su etapa como profesor, ha tratado con jóvenes y valora que las cosas no han cambiado tanto con el paso de los años. “No hay mucha diferencia” entre los 17 años de cuando él empezó a estudiar y los 17 años de ahora. En cuanto al profesorado, destaca su valía y la capacidad que tienen para adaptarse a lo que tienen en el aula.
De la FP asume que siempre ha tenido la etiqueta de “patito feo” de la Educación, pero él está ahí para demostrar con su experiencia que puede ser una opción muy válida para continuar con los estudios. A quienes ni siquiera se lo plantean les dice que “no saben el mundo que se están perdiendo” y anima a matricularse en unas enseñanzas “asequibles”, regladas, públicas y gratuitas. “Es tanto lo que ofrece la FP”.
Entró por primera vez en un aula con cinco años y, después de más de seis décadas, sigue en una de ellas. Por ello asegura que es capaz de “ponerme en el pellejo” de las dos partes, docentes y alumnos.
Alterna los estudios con los cuidados de su jardín. Este año ha tenido que dejar el gimnasio porque aquello era demasiado. El poco tiempo libre que le queda lo dedica a otra gran afición, la pintura. Comenzó con acuarelas y ahora ha descubierto la pintura digital. “Es otro mundo”. Cada una de sus aficiones tiene sus tiempos, su propio ritmo. “Con la pintura parece que se avanza más rápido”, pero el jardín le da no pocas alegrías. Cuenta que en un naranjo tiene dos ramas de limonero y dos de mondarino. “Sé injertar”, reivindica con orgullo. Tiene frutales, césped que cuida con mimo para que sea una alfombra, hortalizas y macetas. Un vergel que, cuando estaba menos lozano, fue toda una motivación para regresar a clase.
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