El 'laboratorio' de la cabra montés
La gestión de las poblaciones de este herbívoro en el espacio protegido de Sierra Nevada se basa, en parte, en los conocimientos obtenidos en un reservorio de 30 hectáreas en Dílar
Granada/La gestión de un espacio tan singular como es el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada requiere de toma de decisiones basadas en el conocimiento profundo del entorno y de las necesidades del medio. La caza está prohibida en la zona protegida como Parque Nacional, pero sí se permite, con las restricciones que impone la normativa, en el Parque Natural. La Memoria de Actividades y Resultados en el año 2016 refleja los detalles de la actividad cinegética en este entorno natural.
En 2016, según la citada memoria, se calcula la presencia en Sierra Nevada de unos 13.000 ejemplares de cabra montés. Son más que en el año anterior. Por otro lado, la prevalencia de la sarna -una enfermedad que se asocia a la abundancia de ejemplares- estaba en torno al 0,35% "muy inferior a la de años anteriores". Existen más animales, y están sanos. Pero se señala que la población está en "crecimiento continuo, sin predadores naturales y sin control cinegético", por lo que se indica que "es necesario continuar" con las capturas, con el fin de mantener un equilibrio entre las poblaciones de cabras montesas y el entorno. En el Parque Natural han aumentado en más de un 500% los permisos ofertados por los diferentes cotos para capturar estos animales.
No son decisiones tomadas sobre la marcha. Se busca un "modelo de gestión con una visión ecológica del problema". Y para ello se investiga. "Gran parte -subraya la memoria de Sierra Nevada- del conocimiento adquirido para la gestión de la población de cabra montés de Sierra Nevada" nace e Dílar, en el cercado reservorio de 30 hectáreas en el que viven 70 ejemplares en régimen de semicautividad. Allí se efectúan investigaciones sobre esta especie, conocimiento que luego "repercute en la gestión" de las cabras montesas. En el texto se especifica que es la "investigación-gestión" la "vía" para hallar "soluciones" a los problemas que la presencia de estos herbívoros pueden suponer.
No sólo cabras montesas son un reto para la gestión del entorno. El jabalí ha encontrado en el Parque Nacional una "zona de refugio". La solución es controlar la población. En 2016 había una densidad de unos tres ejemplares por kilómetro cuadrado, con mayoría de hembras. Prevalecen los adultos de más de 24 meses, señala el mismo informe de gestión. En cuanto a la presencia de animales enfermos de tuberculosis, se estima que afecta al 5%. En cinco temporadas -desde la 2012/2013 a la 2016/2017- se han abatido 1.680 jabalíes en este entorno.
Cabras y jabalíes conforman parte de la fauna autóctona de Sierra Nevada y su captura forma parte de la gestión de un medio extremadamente delicado. También se gestiona -y también se recurre a su caza- la presencia de animales alóctonos. De hecho, uno de los objetivos de la gestión de espacio protegido es "impedir el asentimiento de especies invasoras". En el Parque Nacional se ha autorizado incluso "con carácter excepcional" la caza de ciervos, batidas organizadas que se desarrollan en temporada y en las que también puede participar la población local, además del personal de Medio Ambiente. En las batidas recogidas en la Memoria de 2016 se abatieron nueve ciervos y se avistaron más de 30 ejemplares. Estos animales proceden de otro asentamiento, en la Sierra de Baza, donde se introdujeron en la década de los 80 sin tener en cuenta el peligro que la expansión de estos animales podía suponer sobre todo para la flora del macizo de Sierra Nevada.
El Parque Natural -con un nivel de protección inferior al Parque Nacional- cuenta con 77 cotos en los que está permitida la caza. 48 de estos cotos están en la provincia de Granada. En general son cotos privados, mientras que una minoría tienen como titulares a ayuntamientos. Se capturan zorzales, palomas torcaces, perdices rojas, palomas bravías, conejos, estorninos, urracas, liebres, zorros, cabras montesas, ciervos o codornices. Todo está recogido en los Planes Técnicos de Caza, que se aprueban para cada coto de caza y tienen una duración de cuatro años.
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