El segundo lucas del pequeño Tomás
UGR
María, estudiante de quinto curso, dio a luz en abril y en junio estaba de exámenes
Lidia, Alicia y Yoli, sus compañeras, constituyen su red de apoyo
Pide que se fije un protocolo para atender casos como el suyo
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Tomás es, posiblemente, el único capaz de robar protagonismo al lucas en esta mañana nublada de 17 de octubre. Con sus seis meses de vida y su carita redonda, su pijamilla de hospital -con gorro y todo, no le falta detalle, ha sido cosido con esmero por su abuela Nuria- mira tranquilo desde la atalaya que son los brazos de su madre. Protesta cuando le dejan en el carrito. De vuelta a los brazos. María, su madre, es estudiante de quinto curso de Medicina en la Universidad de Granada. El pasado año el bebé estuvo también en el lucas, la celebración con la que el estudiantado de la Facultad de Medicina festeja su patrón y da la "bienvenida" a los matriculados en primero. Estuvo, sí, pero dentro de la barriga de mamá.
"Me quedé embarazada y me saqué todas menos dos" comenta la joven sobre cómo le fue el curso pasado. En abril dio a luz y a las pocas semanas estaba examinándose. "Me lo he llevado a la Facultad. A clase, no, pero a la Facultad sí", cuenta sobre este frenético medio año mientras sostiene a su bebé. Ser madre no entraba en los planes pero ocurrió. "Es un regalo", señala sobre su chiquillo. Su pareja, su familia y su "red de apoyo" -compañeras que son auténticas madrinas de Tomás- están al lado de María, que posiblemente pueda aspirar al título de ser la estudiante que menos horas duerma de toda la Universidad de Granada. "Tengo que seguir formándome, por él, por nuestra familia", cuenta la joven. Va a todas las prácticas y a las clases que puede mientras que Tomás va a la escuela infantil. Este martes madre e hijo hacen una salvedad a su rutina diaria para asistir al lucas a las puertas del V Centenario, la antigua Facultad de Medicina.
Sobre cómo compaginar las clases, los exámenes, las sesiones de estudio maratonianas y la maternidad María reconoce la dificultad, y también apunta a que, como en casi todo, hay margen de mejora en la atención a casos como el suyo. La estudiante ve necesario un protocolo que fije cómo abordar la conciliación de madres estudiantes. Ahora mismo, asegura, buena parte de la flexibilidad que necesita depende del profesorado. "Algunos empatizan" y facilitan compatibilizar la maternidad con la asistencia a clase o los exámenes. María añade que se ha dirigido en varias ocasiones a la Unidad de Igualdad para asesorarse tanto telefónicamente como por correo electrónico. "Espero que si le pasa a otra persona pueda recibir más apoyo y ayuda".
En su caso, relata, "recibí ayuda por el hematoma" que marcó los primeros meses de gestación y que suponía un riesgo para su salud. Lo del resto del embarazo, el parto y el puerperio, no. "Debería haber un protocolo", pide de nuevo. En este argumento la secundan sus compañeras. Alicia reconoce que el ritmo de trabajo de la carrera no da tiempo a nada más que a estudiar. Ella, junto a Yoli y Lidia, se han convertido en la red de apoyo de María, que no para de agradecer esta ayuda. Su caso es excepcional y María es consciente de ello. Ahora quiere encaminar sus pasos como profesional hacia la Pediatría, especialidad que también quiere hacer Yoli, una de sus ángeles de la guarda. Por su parte Alicia y Lidia se decantan por la Obstetricia. Las tres miran con embeleso al bebé, al que se le ve a gusto entre tanta jarana.
"Nunca pensé en dejar la carrera", asegura esta joven a la que la maternidad le ha cambiado la vida y la forma de ver lo que le rodea. "Lo importante es ir poco a poco, y ser constante". Ella, con sus 21 años, sabe que lo importante nunca se puede resumir en un número.
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