La madre Riquelme ya es la primera beata granadina
Religión
Más de 4.000 personas se han congregado en el acto solemne celebrado en la Catedral y oficiado por el cardenal Giovanni Angelo Becciu
Granada/La Catedral de Granada ha acogido la Beatificación de la madre Riquelme a la que han asistido más de 4.000 personas, una cifra un poco por debajo de las previsiones iniciales de la organización pero que da una dimensión de la importancia religiosa de una ecuaristia que ha abarrotado el templo sin una silla libre para ver el acto central de la semana de santidad dedicada a María Emilia Riquelme y Zayas por el 'milagro Nelson Yepes', el colombiano curado de una pancreatitis severa hace 16 años que también ha estado presente y ha salido al altar durante la ofrenda.
En una mañana fria, aunque soleada, en la Catedral se ha concentrado el calor humano con este acto solemne. Si bien se han quedado sin llenar algunas zonas de la Capilla Real y el Sagrario que se habían reservado para esta beatificación retransmitida a través de varias emisoras de televisión y de radio, y a la que han asistido peregrinos venidos de diferentes partes del mundo como México, Angola, Filipinas o Colombia amén de miembros de la congregación de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada de otros puntos de España como Barcelona, Madrid o Mallorca. También ham acudido autoridades como el presidente de la Junta, Juanma Moreno.
La eucaristía ha empezado puntual, justo a las once de la mañana, tras una mañana intensa de la organización para acomodar a todos los asistentes que han ido llegando con cuentagotas desde primera hora de la mañana.
Tras la monición de entrada, se ha proceso al saludo del cardenal Giovanni Angelo Becciu, el prefecto del Vaticano para las causas de los santos, que ha presidido la misa. A continuación, siguiendo el libro litúrgico, el arzobispo de Granada, monseñor Francisco Javier Martínez, ha efectuado la petición "humilde" al Papa de Roma para beatificar a María Emilia Riquelme y Zayas.
Antes del a ese momento, se ha procedido a la lectura del relato de la vida de la primera beata granadina, una María Emilia Riquelme nacida en 1847 en una familia acomodada descendiente del Gran Capitán y que se abrió camino en la Iglesia fundando la congregación granadina y que falleció en 1940.
La fórmula de la beatificación ha sido el los momentos más emotivos de mañana, con toda la Catedral puesta en pie aplaudiendo tras el anuncio solemne por parte del cardenal Giovanni Angelo Becciu de que la madre Riquelme ya está inscrita en la nómina de Beatos de la Iglesia Católica.
En ese instante se ha desplegado en el alta una imagen gigante de la madre Riquelme (a la par que han sonado las campanas de todas las iglesias de la ciudad) mientras procesionaban las reliquias de la nueva beata hasta el mismo altar donde se ha mostrado su gigantografía.
Algún devoto no ha podido ocultar las lágrimas de emoción en esta parte central de la eucaristía, que ha dado paso a una serie de cantos litúrgicos y al agradecimiento del arzobispo de Granada al Papa Francisco por haber proclamado beata a María Emilia Riquelme y Zayas.
"Amaba la verdad y siempre lucha por ella"
El cardenal Becciu ha destacado durante su homilía la actitud "determinada" de la madre Riquelme, que según el prefecto para la causa de los santos era una persona que defendía los derechos y "amaba la verdad y siempre luchó por ella" pese a las "dificultades y hostilidades"
En su intervención, ha resaltado la "humildad" de una persona que "no presumía de su ascendía aristocrática" y que siempre tuvo una opción preferencial por los más pobres de la tierra.
El cardenal ha indicado que com su beatificación, la Iglesia propone hoy a la imitación de los creyentes "el ejemplo de una mujer evangélica" que recuerda los valores esenciales del ser cristianos como el sentido de la justicia, la alegría y la confianza.
El arzobispo de Granada, monseñor Francisco Javier Martínez, y la superiora general de la congregación de las Misioneras de la Inmaculada y el Santísimo Sacramento, Marian Macías, han puesto el broche de la eucaristía con las palabras de agradecimiento.
Por último se ha entonado el Himno a la Beata María Emilia, realizado para este acto, y que en su estrofa final concluye así: "Quiso más que honor y ambición y el amor fue su uniforme de batalla / Puso en los pequeños su misión / fueron estandartes de su casa / ¿Vas a hacer trinchera en un sofá o entregarte y no guardarte nada? La pasión cada mañana, la dulzura en la mirada galardones y medallas de amor".
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