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"Algunos vienen sabiendo español, otros muy poquito". Cristina Pascual es madre de uno de los 31 niños de segundo de Primaria del Colegio Público Enrique Tierno Galván de Zafarraya. El número de alumnos, y también la heterogeneidad tanto en el origen como en el nivel escolar, hace que "todo vaya más lento" y el "avance de las materias va retrasado", según el relato de los propios profesores. "El maestro no da abasto", señala esta madre, delegada de una clase en la que 20 de los 31 escolares son extranjeros.
Únicamente sería necesario un maestro para desdoblar el grupo y dividir a los 31 niños en dos clases, y adecuar así el ritmo de trabajo al nivel de los chicos. Una posibilidad en la que, fuentes conocedoras de lo que ocurre en Zafarraya, se trabaja desde la Delegación de Educación, sin que, por ahora -mediado el curso escolar- haya solución. La desesperación de los padres les ha llevado a llamar una y otra vez a las puertas de la Administración, a los medios de comunicación y, ahora, tras comprobar que la situación no cambia, se plantean movilizarse.
Zafarraya es un municipio del Poniente granadino que vive ligado a la agricultura y, por lo tanto, atrae a trabajadores temporeros. La llegada de esta mano de obra -sobre todo de origen marroquí- hace que la población escolar fluctúe y de ahí el desajuste en el Tierno Galván. La normativa es clara. El tope está en 25 niños por clase, con la posibilidad de incrementar esta ratio un 10%. Así, como máximo, una clase de Primaria puede tener 28 alumnos. En el momento que se llegue a los 29, la normativa obliga a desdoblar. El problema, según fuentes consultadas, surge cuando ese crecimiento del número de alumnos se da una vez iniciado el curso. Los padres han escolarizado a sus hijos cuando han llegado al pueblo para trabajar. Es más, se espera que haya nuevos alumnos en el centro a partir de marzo o abril, con el inicio de la próxima campaña agrícola. "Algunos ya saben leer y escribir, y otros están con la cartilla", señala Cristina Pascual, que critica que "no nos hacen caso".
La situación no es nueva. El pasado curso fue necesario el desdoble. Este año, sin embargo, la contratación de un nuevo maestro se ha atascado, aunque se trabaja para contratar a un nuevo maestro, según confirmó desde el sindicato CSIF su presidente provincial Germán Girela. La alcaldesa, Rosana Molina, pide que "se atienda" la necesidad surgida en el primer trimestre. "El curso empezó con 24 niños, luego fueron 28", recuerda la regidora. Hasta ayer eran 30 y en esta semana se incorporará uno más. "Estos niños van y vienen", reconoce Molina, que también apunta a que, por lo menos, se ha conseguido un profesor de apoyo para las asignaturas instrumentales, Matemáticas, Lengua e Inglés.
Para gestionar las clases, el profesor ha dividido al alumnado en tres grupos, con los que trabaja alternativamente, pese a la dificultad. De los 30 niños con los que contaba hasta ayer, 21 tienen un nivel de segundo de Primaria y pueden seguir los libros de su etapa; otros ocho siguen los manuales de primero, mientras que otro escolar trabaja con material de Infantil. "Mientras el grupo blanco está haciendo ejercicios que les he mandado, yo estoy corrigiendo con el grupo rojo sus ejercicios de días anteriores, y cuando comienzo a corregir con el grupo blanco, el grupo rojo se dedica a hacer sus ejercicios para estar más o menos coordinados, pero claro, hay que pensar que existe un grupo azul, donde ese niño con nivel de infantil está continuamente preguntándome qué hacer, cómo hacer, está bien, etc, pero para añadidura los que están haciendo sus ejercicios también tienen dudas y, como es normal, deben preguntármelas aunque esté explicando".
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