La magia de Melchor, Gaspar y Baltasar vuelve a reinar en Granada
La capital disfruta de una tarde de Reyes Magos sin presencia de la lluvia y con una masiva afluencia de público
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Granada/La amenaza de lluvia que ha acompañado los días previos a la salida de la cabalgata de los Reyes Magos en Granada finalmente se quedó solo en un mal recuerdo –pese a todo, el Ayuntamiento decidió adelantar la salida una hora– y todo ha discurrido con normalidad, para la alegría de los pequeños, y no tan pequeños, de la casa.
Gran Capitán ha vuelto a ser la casilla de salida del recorrido. Allí, antes de la hora fijada ya era posible notar el ambiente de la noche de Reyes, con las carrozas aparcasdas a lo largo de la calle y los más pequeños, y sus familias, vestidas para la ocasión, aunque hubo quien, en los primeros momentos, se arrepentía de ir demasiado abrigado (con el paso de las horas, y la caída del mercurio, seguro que la opinión cambió).
De cualquier forma, con el conocimiento de que la única lluvia iba a ser de caramelos, poco a poco los participantes fueron ocupando sus puestos: los reyes, a sus tronos; los pajes, acompañando; los niños a las carrozas acompañantes; el público, a los lados; y la alcaldesa, Marifrán Carazo, al inicio del todo, lista para dar el chupinazo.
Así, entre una lluvia de confeti comenzaron los primeros compases de la cabalgata de este año. Unos primeros compases metafóricos, pues hasta la llegada de la comitiva a Gran Vía las charangas no hicieron sonar sus instrumentos. Una situación, que pese a la extrañeza del respetable, se debía a la decisión del equipo de Gobierno, igual que en 2024, de habilitar esta zona para niños con trastorno de espectro autista.
Hasta la bandera de Triunfo el único ruido que acompañaba a la cabalgata, a excepción del producido por los motores, era el del público, deseoso de recibir lo que había ido a buscar: los caramelos, pero sobre todo, las pelotas, unas de las grandes protagonistas de esta jornada, ante un público que coreaba su nombre –había incluso quien, por si desde la carroza no se oía su petición, hacía el gesto de una esfera con las manos–, es lo que tiene ser un país tan futbolero.
Una tras otra fueron desfilando las carrozas en dirección al Ayuntamiento, punto final del recorrido, y dejando tras de sí, como miguitas de pan, un rastro de caramelos –16.000 kilos había previstos para este año– entre los que había patrocinios de Emasagra, Alcampo o, incluso para sorpresa de muchos,de Mae West. La bandera de Triunfo, que en cierto sentido suponía un segundo inicio al dar comienzo a las charangas, fue uno de los puntos de mayor aglomeración, como suele suceder, llegando a generar quejas y problemas entre los asistentes, encapsulados en algunos momentos sin posibilidad de moverse.
Ya en Gran Vía, gracias a la amplitud, la situación cambió y el movimiento era más fluido, algo que agradecieron sobre todo las familias con carritos de bebé.También llegados a ese punto, las carrozas subieron una marcha y el ritmo aceleró y para cuando empezó a caer la noche los Reyes Magos ya empezaban a adentrarse en el barrio del Zaidín.
Ya cuando emprendían el camino al Ayuntamiento quedaba claro que la lluvia iba a respetar la ilusión de los más pequeños. Eran las 19:30 horas aproximadamente cuando la cabeza de la cabalgata pisaba la Plaza del Carmen. Tres horas de recorrido y la afluencia de público no bajaba, de hecho era más que notable la cantidad de granadinos que habían adelantado a las carrozas para guardar sitio a la espera de que los Reyes Magos llegasen a la Casa Consistorial.
Melchor fue el primero en llegar y saludar a la alcaldesa, que le esperaba a él y sus compañeros. Gaspar llegó en segundo lugar y a los pocos minutos sus majestades al completo se habían bajado de la carroza cuando Baltasar hizo acto de presencia.
Ya con los tres, Carazo les entregó las llaves de la ciudad, con la que esta noche podrán entrar a las casas de los granadinos con más facilidad para entregar los juguetes. Tras subir al balcón del Ayuntamiento, y tras la presentación a cargo del Duende Fermín, fue los reyes tomaron la palabra, aunque parecían tener prisa por entregar regalos y fueron parcos en palabras. Melchor, Gaspar y Baltasar coincidieron en el mensaje, que pasaba porque los niños se marchasen pronto a dormir para que ellos pudiesen hacer su trabajo, confiados en que iban a disfrutar lo que encontrasen bajo el árbol.
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