El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
La natalidad cae hasta a mínimos históricos. Según los últimos datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a lo largo de 2017 nacieron en la provincia de Granada un total de 7.954 niños (2.045 de ellos en la capital), un 8% menos que en 2016. Es la cifra más baja desde que existen registros y, por primera vez desde que se recopilan estos datos en el INE, se baja de la barrera de los 8.000 nacimientos.
En 1975, nacieron en la provincia 13.645 bebés, un 41,7% más que en 2017. Desde la década de los 70, las estadísticas reflejan un descenso continuado de los datos, aunque hubo un repunte en la primera década del siglo XXI, en coincidencia con años de crecimiento económico. Antes hubo un movimiento similar al alza en los nacimientos, aunque más tenue, entre 1999 y 2001. Durante los años de bonanza económica se pasó de los 8.556 nacimientos registrados en 2002 a los 10.546 de 2008. A partir de ese año la tendencia es a la baja hasta 2013, cuando se alcanza un mínimo de 8.340 nacimientos. Este dato únicamente ha sido más bajo en 2017.
"Hay factores estructurales y otros coyunturales", explica el profesor del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Granada (UGR) Aron Cohen, que apunta a que no se puede hablar de "recaída", sino que "en realidad es una tendencia" general -no sólo se da en Granada, también se extiende en el resto de España y Europa- y continuada a lo largo de las últimas décadas. En los 60 había el doble de partos con la mitad de la población, reseña el investigador. Una de las causas está en los "cambios culturales y sociales" que ha experimentado la sociedad sobre todo en cuanto al papel de la mujer. Ese sería, según Cohen, un factor estructural que explicaría la tendencia en la provincia. El principal elemento coyuntural que también influye en la decisión sobre tener hijos es la "pérdida de expectativas de mejora" de los jóvenes. La degradación, en los últimos años, de esas expectativas está ligada a la "prolongación del estado de precariedad", añade el profesor de la UGR, que señala que éste es el "gran cambio" con respecto a la generación anterior.
"Estamos en unos niveles mínimos", apostilla Cohen, que establece un paralelismo entre lo que ocurre en España y en los países del Este, mientras que en otros, como Francia o Reino Unido, "tienen más natalidad". El motivo, explica, está en las políticas sociales y no tanto en las ayudas puntuales a la natalidad, que se han demostrado poco efectivas, según los datos estadísticos. "Las ayudas nunca son completamente decisivas para tener hijos", indica el investigador. Pocas personas decidirán ampliar la familia por una semana más de permiso de paternidad o por una cantidad de dinero que es mínima si se tienen en cuenta los gastos que supone la llegada de un bebé o el cambio vital que implica la crianza. A esto se une que "tenemos un mercado de trabajo particularmente frágil".
Esto limita las posibilidades de las parejas para ser padres, y también de las mujeres migrantes. Cohen señala que los repuntes de la natalidad no se pueden asociar a fenómenos como la inmigración. "Las mujeres inmigrantes han tenido sus hijos al llegar", en los primeros años de residencia en el país. Después asimilan que las condiciones del entorno no son las más favorables para procrear y "reproducen el modelo del país" que les acoge. Si en Granada nacen pocos niños por las dificultades a las que se enfrentan las familias, esas mismas dificultades son las que tienen que afrontar las familias de inmigranes. "Precariedad, necesidad de ahorro, vivienda...", apunta el investigador de la UGR. Todos, foráneos y autóctonos, tienen las mismas necesidades vitales. Son las dificultades las que marcan la decisión sobre los hijos.
En cualquier caso, aunque haya mujeres inmigrantes que sí tengan más hijos, las "diferencias" entre unas y otras familias "no son tantas" para que haya un repunte en la estadística "significativo". Apenas aportan entre un 0,1 y un 0,2 a la tasa de natalidad de la provincia.
A nivel regional, Granada ocupa un lugar discreto en cuanto a este indicador (8,6 nacimientos por cada mil habitantes, misma tasa que Cádiz) y es superada por Sevilla (9,1), Huelva (8,8) y Almería (10,7), líder regional. Por detrás de Granada están Jaén (7,6 nacimientos por cada mil habitantes), Córdoba (8,2).
En cuanto a la comunidad, Andalucía ha pasado de tener una tasa bruta de natalidad de 20,07 nacimientos por cada mil habitantes en 1975 a 8,85 en 2017. La región ocupa el quinto lugar en el ranking de las comunidades con mejor tasa de natalidad, por detrás de Madrid, Murcia, Cataluña, Navarra e Islas Baleares.
Otros datos que también han variado en los últimos 40 años son la edad de las madres y su estado civil. La mayoría de las madres están casadas, pero el porcentaje de las no casadas aumenta a gran ritmo. En 1975, sólo el 2,05% de las madres que tuvieron un hijo ese año no estaban casadas. Diez años después, el porcentaje ya era del 6,7% y, en la actualidad, las madres no casadas representan el 49,4% del total. Cohen apunta además a otra circunstancia. Antes las madres solteras eran, además, jóvenes. Hoy las madres solteras lo hacen por elección personal y a una edad más tardía.
En cuanto a la edad, la media a la que se llega a la maternidad en la provincia de Granada en el último año del que hay registros -2017- está en 31,6 años. En 1975 la media era más baja, 29,3 años. Desde ese año hasta los primeros de la década de los 80, esa edad media descendió en la provincia hasta los 28,5 años de 1981. Hasta 1991 se mantiene año tras año la misma media y desde ese momento crece de forma sostenida hasta los 31,6 años de la actualidad.
Otro dato recogido por el Instituto Nacional de Estadística que revela la evolución que ha experimentado la sociedad es el porcentaje de nacidos por orden de nacimiento. En 1975, el 23,2% de los bebés eran el cuarto hermano, o más. En 2017 este indicador ha caído drásticamente al 3,4%. Apenas tres de cada cien nacidos en la provincia tienen tres o más hermanos. La llegada del primer bebé también indica que las madres han decidido retrasar el momento de la maternidad. Si en 1975 la edad media de la madre primeriza era de 24,8 años, en 2017, esta edad media para ser madre sube hasta los 30,3 años.
Cohen apunta a que también hay diferencias por comarcas dentro de la propia provincia. Municipios como los de la Costa o el Área Metropolitana tienen una "realidad que no es comparable" con comarcas más rurales y menos dinámicas, donde el "envejecimiento es muy acusado". "Si salen los jóvenes -como ocurre en los entornos del interior- la pirámide -poblacional- tiene forma de balón". Se estrecha por abajo porque hay menos nacimientos.
Expertos aseguran que la natalidad seguirá bajando en los próximos años, ya que el número de mujeres en edad de ser madres no va a aumentar, las generaciones que vienen cada vez son menos numerosas. Para que la situación mejore, sería necesario que hubiese un incremento de la fecundidad, es decir, un aumento del número medio de hijos por mujer. La clave para muchos expertos en la materia no está en promover ayudas económicas directas al nacimiento, que han demostrado que no sirven de mucho, sino desarrollar medidas de carácter laboral, social y familiar orientadas principalmente a la conciliación familiar y al apoyo en el mantenimiento y cuidado de los hijos desde una perspectiva de la igualdad de género.
Para Cohen los países que han conseguido mantener una tasa de natalidad que por lo menos asegure la reposición -como Francia o Suecia, que rondan los dos hijos por mujer- cuentan con políticas sociales que se han demostrado más eficaces. "Becas, política de vivienda... no son políticas demográficas, pero pueden tener más influencia" a la hora de animar a una mujer a ser madre.
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