El negocio del compro oro

La provincia cuenta con más de 90 establecimientos de compra venta de oro Pese a los controles policiales se ha detectado que algunos joyeros recepcionan joyas robadas

Negocio dedicado a la compra de oro para su fundición.
Negocio dedicado a la compra de oro para su fundición.
F. Pérez Ávila / A. Asensio

26 de diciembre 2012 - 01:00

Granada suma más de 90 establecimientos de compra de oro, uno de los escasos negocios florecientes que ha generado la crisis. El elevado precio de este metal, considerado como un valor refugio en tiempos de recesión, ha llevado en los últimos años a miles de ciudadanos a desprenderse de joyas para poder obtener liquidez, así como a la proliferación de bandas de delincuentes especializadas en asaltar domicilios para robar única y exclusivamente piezas de oro. Las tiendas de compro oro han pasado de ser 41 en el año 2010 a más de 60 en la actualidad, sólo en la capital, Motril y Baza, localidades en las que la Policía Nacional se ocupa de revisar los libros de registro de los joyeros. En el conjunto de la provincia se superan las 90, ya que la Guardia Civil tiene controlados otros 32 establecimientos.

Un porcentaje muy elevado de relojerías y joyerías clásicas se han pasado también a comprar oro tratando de compensar la caída de ventas. Por ello, hay ya negocios de este tipo en prácticamente todos los barrios de la capital y en todos los municipios de la provincia.

El precio del oro es cada vez mayor y evoluciona constantemente, por lo que se trata de un negocio con unos márgenes de beneficio muy amplios. Si algún tendero es capaz de pagar el valor del gramo hoy y, en vez de dar salida a esa joya inmediatamente, aguantarla un par de meses, podrá vender cada gramo por un precio bastante más elevado de lo que pagó. De ahí que exista una red de mayoristas que controlen varias tiendas y que son quienes realmente rentabilizan su inversión. En estos días el gramo de oro estaba a unos 42 euros. En diez años se ha revalorizado un 389,94%.

Entre ellos la competencia es feroz, a pesar de que la ley impone unas medidas de seguridad que pueden resultar muy costosas, tales como puertas blindadas o cristales de un determinado grosor. La mayoría de las piezas son de oro de 18 kilates, de ahí que difícilmente un perista o un comerciante de oro pague por ellas el precio que dice en su publicidad. Algunos comercios aseguran en sus anuncios que abonan más de 40 euros por gramo, pero sólo lo harían en el caso de que se trate de oro de 24 quilates. Las joyas son de 18 porque el de 24 es más blando y debe ser aleado con otros metales para que no se deforme. De 24 sólo pueden hacerse monedas y lingotes.

Una vez que se funde, se extrae el oro y se desechan el resto de materiales. Ese oro, ya hecho lingotes, puede ser sacado de España, ya que en Bélgica, Holanda y Suiza se paga mejor. Buena parte de esas joyas terminan convertidas en oro de inversión y guardadas en bancos fuera de España.

Cuando un ciudadano se desprende de una joya, el comerciante que se la compra puede venderla de segunda mano, enviarla a fundir para extraer el oro o vendérsela a un mayorista. Éste, al controlar más tiendas, siempre tendrá más capacidad para aguantar la pieza sin venderla o fundirla y, por tanto, obtener más ganancias por ella. Cada persona que vende una joya debe realizar un contrato con la tienda y dejar sus datos personales. De esta forma se intenta evitar la venta de piezas robadas, una práctica que se sigue detectando. Recientemente, la Guardia Civil puso a disposición judicial a un joyero por receptación de objetos robados, nada menos que 8.000 euros en joyas que dos jóvenes, de 17 y 21 años, robaron en Dúrcal. El imputado compró las joyas y no las registró en el libro, sino que las fundió para evitar que pudieran ser recuperadas.

La Policía Nacional se encarga de investigar las transacciones con artículos sustraídos. Las bandas de delincuentes especializadas en el robo de joyas no suelen revenderlas en los establecimientos legales de compro oro, ya que estos establecimientos están controlados para evitar, precisamente, que se comercie con objetos robados. Sin embargo, la Policía Nacional en Granada sí ha detectado algunos casos en los que los ladrones estaban compinchados con el empleado de la joyería con el fin de dar salida al oro robado.

En Granada, desde el pasado mes de abril la Policía Nacional desarrolla un plan operativo que ha permitido que se esclarecieran medio centenar de este tipo de hechos, según fuentes policiales. La mayoría de los casos las joyas proceden de hurtos, robos y tirones. Los agentes se han percatado de que algunos de estos ladrones optan por sustraer joyas en la capital pero, a la hora de intentar venderlas, las llevan a algún comercio de la provincia, con la intención de que los kilómetros ayuden a perder la pista de lo sustraído.

En cuanto a los robos en viviendas, hay especialistas en desmontar la cerradura extrayendo el bombín de la misma, un método que se conoce con el nombre de bumping. Otros procedimientos clásicos son el del resbalón, que consiste en deslizar una tarjeta de plástico duro para hacer saltar el pestillo, o el de la palanqueta, mediante el que se destroza la puerta.

Por otro lado, también se han detectado bandas itinerantes. Pueden tener su base en una provincia y cada día desplazarse a otra para cometer varios robos. Se mueven con coches de segunda mano, generalmente antiguos y a los que no les hacen luego la transferencia del nombre para que los delincuentes no consten como propietarios. Actúan en bloques de pisos altos preferentemente por la mañana, de manera que pueden robar en varios domicilios de un mismo edificio en cuestión de minutos. Apenas hay vigilancia previa. Tocan en los porteros para comprobar si hay alguien. Si se encuentran con alguna persona, inmediatamente dan la vuelta y se van, ya que lo que buscan es no ser reconocidos por nadie. De ahí que tampoco sean violentos.

Cuando entran en un piso, van directamente al dormitorio principal, que es donde casi siempre se guardan las joyas. Los robos duran apenas cinco minutos, el tiempo de rebuscar en los armarios y en los cajones. Si acaso, echan un vistazo a algún dormitorio secundario, pero no miran nada más. Este tipo de bandas no se llevan televisores ni ordenadores como sí hacen otros grupos organizados, ya que operan a plena luz del día y buscan no llamar la atención. Sólo roban joyas y dinero en metálico.

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