La nieve, de capa caída

Nieva menos que hace 50 años Los estudios en Sierra Nevada marcan una clara tendencia: la duración de la presencia de nieve en las cumbres es cada vez menor

La nieve, de capa caída
La nieve, de capa caída
Ignacio Henares

27 de noviembre 2015 - 01:00

SIERRA Nevada, debido a su gran altitud, es la montaña del sur de la Península donde la cubierta de nieve está presente durante más tiempo. Es conocida la relevancia de la explotación de la nieve como recurso deportivo-recreativo para la economía granadina durante la temporada invernal y primaveral pero además es un elemento físico clave para entender el funcionamiento de multitud de procesos en los ecosistemas de montaña.

El manto de nieve que cubre la Sierra funciona como un gran embalse natural de agua, que, tras su fusión, puede penetrar en el terreno o bien escurrir hasta los cauces de los ríos. Supone un porcentaje muy alto de las aportaciones de agua a las cuencas hidrológicas. Este papel se hace aún más importante en el contexto de cambio climático al que nos enfrentamos, que predice cambios importantes en la abundancia y distribución de las precipitaciones, lo que se suma a la elevación de las temperaturas, que podría llegar hasta 5 grados más a final de siglo.

El cambio climático de origen antropogénico está acelerando el proceso natural de calentamiento del planeta y afectará, por tanto, en Sierra Nevada, de manera directa al estado y al comportamiento de la cubierta de nieve, lo que provocará cambios en los ecosistemas de la media y alta montaña nevadense.

Dada la gran importancia de la nieve, tanto como recurso socioeconómico como para la dinámica de los ecosistemas, desde el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada se ha puesto en marcha un sistema, a diferentes escalas, de seguimiento de las características de la cubierta de nieve.

La escala más detallada consiste en la realización de muestreos in situ para evaluar las características físicas de la nieve (peso, densidad, estructura) y su capacidad de almacenar agua. También a esta escala de detalle se realizan mediciones periódicas de la temperatura del suelo y substrato a varias profundidades. Estos datos son utilizados en combinación con los aportados por la red de estaciones meteorológicas multiparamétricas. Pero lo más destacable es el seguimiento extensivo de la cubierta de nieve mediante las imágenes de satélite suministradas por el sensor MODIS instalado en el satélite TERRA de la NASA, que nos facilita información directa de la superficie máxima ocupada por la nieve, cada 8 días.

Este seguimiento han permitido constatar la gran variabilidad espacial y temporal de la capa de nieve en Sierra Nevada. El análisis que se efectúa va más allá de calcular la superficie y el espesor de la cubierta de nieve.

El seguimiento sistemático que se ha realizado durante la última década se extiende hasta el conocimiento del peso, la densidad, el número de capas y otras propiedades de la nieve (dureza, temperatura, tamaño de grano), lo que ha permitido diseñar modelos de estimación de la cantidad de nieve almacenada y su equivalente en agua, y de paso valorar cuestiones de gran importancia como la estabilidad del manto y el cálculo del riesgo de aludes en las zonas más inestables.

De este estudio detallado se extraen las peculiaridades de la nieve en Sierra Nevada frente a otros macizos montañosos situados a otras latitudes y altitudes. Por un lado, destacan unos espesores pequeños, salvo en aquellas zonas muy concretas de acumulación de nieve. Por otro, la enorme variabilidad, en el tiempo y en el espacio, con gran presencia de manchas de nieve y una considerable diferencia entre laderas contiguas en función de la orientación y/o vientos dominantes. Cabe señalar la excepcional acumulación de nieve durante la campaña 2010-2011 en comparación con el resto de años de la serie analizada, que fue hasta cuatro veces mayor que en un año normal.

En Sierra Nevada, la nieve está sometida a una climatología propia de su carácter mediterráneo, lo que le confiere un patrón distintivo. Su comportamiento especial está más relacionado con regiones donde la baja latitud y la elevación permiten la aparición de la nieve en entornos semiáridos o mediterráneos, como ciertas partes de los Andes centrales, el Atlas o las montañas del suroeste de los Estados Unidos, que con contextos alpinos.

En Sierra Nevada, la nieve contribuye de forma notable al funcionamiento de bosques, matorrales y ecosistemas acuáticos pero también al de la agricultura, ganadería y otras actividades humanas como las recreativas, incluida la propia estación de esquí y todas las actividades ligadas al uso deportivo o lúdico de la nieve.

La nieve, aparte de los importantes efectos sobre los sistemas bióticos, se convierte en un condicionante básico de la distribución en el tiempo del recurso agua, especialmente escaso en nuestra región, que tiene que almacenarse en los pantanos o entretenerse gracias al sofisticado y ancestral ingenio de las acequias tradicionales para estar disponible para los usos humanos en la larga época en la que escasean las precipitaciones.

La planificación en el uso del agua para riego y consumo doméstico no puede hacerse con efectividad sin un conocimiento del desarrollo del manto de nieve y de los pronósticos de su evolución a corto, medio y largo plazo.

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