La Platería, la peña flamenca más antigua del mundo

Manuel Salamanca y Manuel Martín Liñán, los presidentes más emblemáticos de la asociación

Este año ha cumplido 75 años y por sus instalaciones han pasado todas las figuras del cante flamenco

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Fachada principal de la Peña la Platería
Fachada principal de la Peña la Platería / José Velasco / Photographerssports

Mi amigo Antonio Gallegos, uno de los que más sabe sobre la historia del cante flamenco en Granada, me ha contado en alguna ocasión la anécdota de aquel policía secreta que, en plan espía y enviado por el Gobierno Civil, iba a las primeras reuniones de los aficionaos al cante flamenco que se organizaban en la platería que tenía Manuel Salamanca en la calle San Matías. Estamos a finales de los años cuarenta y las asociaciones, como tales, estaban prohibidas. Como a aquel tipo no le gustaba el cante flamenco y menos las conversaciones que giraban en torno a él, a las primeras de cambio se quedaba dormido, lo que obligaba a los participantes en la reunión a hablar despacio para no despertarlo. Después de éste enviaron a otro al que le gustaba cantar, pero lo hacía tan mal que los reunidos no tenían más remedio que soportarlo para que sus informes no fueran desfavorables. Recordemos que en aquella década entre 1940 y 1950 el flamenco era un cante casi proscrito, patrimonio de pendencieros y gente de dudosa reputación. "Se prohíbe el cante", era el cartel que ponían en muchas tabernas. Aunque siempre había alguien que ponía debajo eso de: "malo". Por entonces había muchos aficionados y muy pocos cantaores profesionales. Los que había se ganaban la vida cantando en bares, ventas y prostíbulos. O amenizando veladas de señoritos ricos aficionados al flamenco.

Dice Antonio Gallegos que el embrión de la Peña de la Platería –que en este mes ha cumplido 75 años y se ha convertido en la más antigua en todo el mundo– podría estar en las reuniones para hablar del cante jondo que se hacían en la Taberna del Polinario. O incluso podía estar en esas juntas de intelectuales aficionados al cante flamenco (García Lorca, Manuel de Falla, Andrés Segovia, Miguel Cerón, Ignacio Zuloaga…) que promovieron el famoso festival del Cante Jondo en Granada en 1922. El caso es que en Granada en aquellos años había muchos aficionados al flamenco. Uno de esos grandes aficionados era Manuel Salamanca, platero de profesión, que en 1949 funda la Peña de La Platería (por el lugar en el que se reunían) con el fin de hablar de flamenco y de camino echar unos cantes apolaos, granaínas y medias granaínas. Nada de fandangos, ni bulerías, ni cantes rítmicos. El objetivo estaba claro: el flamenco era un arte que no se podía perder. El flamenco era para ellos una filosofía, una manera de pensar y de sentir. Las reuniones comenzaban a las siete y media. Según cuenta Antonio Gallegos, se hacían en torno a una mesa grande en donde se ponía unas hojas de periódico y encima se ponía un librillo de papel de fumar, una caja de cerillas y una pastilla de tabaco negro para consumo de aquel que quisiera. En una esquina había un tonel con media arroba de vino blanco de Valdepeñas del que se surtían los asociados. De tapa había bacalao frito que sacaban de una canasta de mimbre que llevaba uno de los socios. Y entonces Miguel, el hijo de Manuel Salamanca, ponía en marcha el fonógrafo para oír, en el más completo de los silencios, los cantes que salían del aparato. Al final se discutía sobre ellos y los más animados (que después del vino ingerido eran casi todos) se ponían a cantar. Eso sí, a las doce de la noche cada mochuelo a su olivo. Un poco antes se echaban cuentas y podían tocar a dos pesetas por barba. Si alguien no tenía, Manuel invitaba. Existe una relación amplia de aquellos primeros ‘plateros’ (pues así llegaron a ser llamados los que acudían a La Platería) entre los que había pintores, taxistas, catedráticos, dentistas… Todo aquel al que le gusta el cante flamenco, alguna vez que otra se pasaba por La Platería. Hasta extranjeros que vivían en Granada, como el pintor belga Jorge Steel, que retratando gitanas del Sacromonte se aficionó al flamenco. Uno de los estudiantes de Medicina asiduos a las reuniones de los plateros fue Mohamed Fadel Benyaich, gran conocedor del folklore andalusí que luego sería médico personal de Hasan II y que murió en un atentado que se perpetró contra el rey alauita en 1971. Su hija es la actual embajadora de Marruecos en España.

Una de las salas interiores de la peña
Una de las salas interiores de la peña / José Velasco / Photographerssports

Nadie levantaba actas de aquellas reuniones y, por supuesto, no se admitían mujeres, más que nada por temor a que les cerrasen en chiringuito. Manuel Salamanca era el alma de la fiesta y se dice que debido a su gran afición al cante olvidó su negocio. Y para colmo se publicó un reportaje en la revista Dígame en el que trataba de “indeseables” a aquellos aficionados que “para vergüenza de Granada”, se reunían en su platería. Totalmente arruinado, Manuel Salamanca cerró el negocio y se fue con su familia a vivir a Brasil. Estuvo quince años sin venir por Granada.

La segunda etapa

La peña entonces estuvo un peregrinar por varias sedes (taller de Pepe Fenol, Bar el Romeral, carmen de Alhamar, Bar La Sabanilla, la cueva del Tumbalobos… Hasta que se nombra en 1969 como presidente a Manuel Martín Liñán, que es el que gestiona la compra del carmen albaicinero de la calle Toqueros, en el que se ubicaría la sede de la peña. Manuel Martín Liñán tocaba la bandurria y la guitarra y era un gran aficionado al flamenco. Después de ganarse la vida con el estraperlo, montó las populares Bodegas Granadinas, que fueron de las primeras en vender pollos asados a discreción. De ahí que a Manuel Martín fuera conocido como Manolico el de los pollos. Manuel fue todo un mecenas para aquellas que comenzaban en este arte. Estuvo de presidente varios años y le dio un gran impulso a la peña. Conocía a muchos cantaores famosos y muchas veces les pagaba de su bolsillo para que actuaran en Granada. En 1981, afectado por una depresión, se suicidó en una cámara frigorífica que cerró por dentro. Aunque seguía ostentando la presidencia de honor de la peña, desde hacía algún tiempo permanecía alejado de la misma y se encontraba acuciado por una serie de problemas personales.

Otra de las zonas, con inmumerables imágenes de artistas del flamenco sobre sus parece y la puerta de acceso al cuartillo
Otra de las zonas, con inmumerables imágenes de artistas del flamenco sobre sus parece y la puerta de acceso al cuartillo / José Velasco / Photographerssports

Por la Peña de la Platería han pasado todas las grandes figuras del cante. En sus paredes hay fotos de todos los que han actuado en el llamado ‘templo del flamenco’. Si algún artista del cante o del baile no había actuado allí, llegaba a tener una deuda pendiente. Además de los dos presidentes señeros como Manuel Salamanca y Manuel Martín Liñán, otros muchos han trabajado por engrandecer la asociación: Antonio Lastra, Pepe Delgado Olmos, Antonio Gallegos, Jesús Plaza, Juan de Dios Vico… Actualmente el presidente se llama Víctor Vázquez. La ya considerada institución flamenca, ha pasado por momento delicados, sobre todo económicos, pero hasta ahora ha podido salir a flote de todas las dificultades. Un momento crítico fue cuando se tuvo que hipotecar la sede para hacer frente a las deudas contraídas. Se superó gracias a que en sus instalaciones se pudo abrir aquel bingo al que muchos granadinos se acercaban a probar suerte en los años ochenta. Actualmente, para poder hacer frente a los gastos de mantenimiento y a la vez darles cancha a los jóvenes artistas, se celebran los llamados Jueves Flamencos, organizados más para turistas y personas deseosas de ver un espectáculo con cantes y zapateados. Pero la Peña de la Platería no abandona la esencia, el cante puro, esa música ligada al sentimiento y a la emoción que está llena de generosidad, como dijo el añorado Enrique Morente. Y aún tiene claro que, como al principio de su existencia, el flamenco es un arte que no se puede perder. Hoy el flamenco puro es la vanguardia, como dice Manuel Morao.

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