"El pequeño no tiene culpa de nada": la lucha legal de una abuela por adoptar a su nieto

Una granadina se encuentra en trámites para acoger al hijo de su primogénito, al que lleva años sin ver y pese al rechazo de Cruz Roja

Elena, la abuela que pretende adoptar a su nieto.
Elena, la abuela que pretende adoptar a su nieto. / Mar Bassa

Granada/Neizan nació en febrero de este año, por lo que aún no ha soplado su primera tarta de cumpleaños. Su corta historia, reflejada en varios informes sociales, es como sigue: su padre, que responde a las siglas R. C., se encuentra interno en prisión, mientras que su madre, M. J. L., tiene antecedentes de salud mental y atraviesa una situación social complicada, habiendo recibido ayuda en varias ocasiones del Centro de Orientación y Asistencia a Personas sin Hogar (COASPH) de Granada. Ante esta situación, es la propia madre quien decide llamar a su suegra, quien pese a desconocer todo lo que estaba ocurriendo previamente (la relación con su hijo se había enfriado hacía años) decide responder a la llamada y trasladarse a Granada para acompañar a la futura madre en el momento del parto. Una vez nacido el pequeño, y tras consultarlo con su entorno familiar, la abuela del bebé decide iniciar los trámites para su adopción, es aquí cuando empiezan los problemas.

Pese a la buena disposición de la abuela, Elena, de 50 años, y su actual núcleo familiar, formado por su pareja sentimental (no el padre de R. C.) y el hijo en común, un informe desfavorable de Cruz Roja desestima el acogimiento del pequeño Neizan, alegando entre otros motivos "estrés excesivo y estilos de afrontamiento del estrés poco efectivos", "expectativas poco realistas sobre el acogimiento" o "evidencia de relaciones afectivas problemáticas con miembros de la familia en el pasado", según consta en el informe, fechado el pasado julio y consultado por este periódico.

Precisamente este último punto parece clave y a él apuntan tanto el informe de Cruz Roja como las alegaciones a este, presentadas por la madre y su abogado, Ismael Megías. Uno de los principales problemas pasa por la relación actual entre la abuela y el padre de Neizan, quien pese a tener menos de 30, ya ha estado en prisión en dos ocasiones, como reconoce el propio informe pericial solicitado por la madre. La primera de ellas, con 23-24 años "por un delito de atentado con la autoridad" y en la actualidad por "un juicio que tuvo sin contarme más", relata la madre, señal del distanciamiento entre ambos.

La abuela de Neizan, según consta en el informe de Cruz Roja, se casó con el que sería el abuelo de este de forma muy precoz, al quedarse embarazada. Una vez nacido el que sería el padre de Neizan, los tres hacen las maletas con rumbo a Mallorca, donde residen unos tres años, cuando ella decide regresa a Granada sola con su hijo, su ciudad natal, "al echar de menos a su familia y no terminar de acostumbrarse a la isla". Este distanciamiento físico se traduce en uno emocional y la pareja termina por divorciarse cuando R. C. tenía tan solo 5 años.

Tiempo después, Elena empieza una relación con quien es su actual pareja, con el que decide mudarse a Málaga, donde reside actualmente. Una vez más, este traslado provocó tensiones en el núcleo familiar, esta vez en el hijo quien no terminó de adaptarse a su nueva vida y, tras varios problemas, su madre, siguiendo "el consejo de los profesionales del centro educativo" en el que se encontraba, decide enviar a R.C. a Granada, a vivir con sus abuelos, ya que el padre "se negó a acogerlo", según se lee en el informe de Cruz Roja.

Fuera del curso escolar, prosigue el informe de Cruz Roja, el padre de Neizan regresaba a Málaga, pero "las malas compañías y la falta de supervisión mientras estaba en Granada" provocaron el enfriamiento con su madre, una situación que llegó a su límite tras una "fuerte pelea física" con su padrastro, siendo incluso necesaria la actuación policial, lo que llevó a R. C., con quince años en aquella época, al sistema de justicia juvenil.

Finalmente, tras varios enfrentamientos, la madre "toma la determinación de retirarle la palabra [a su hijo] y finalizar su apoyo, situación que no ha cambiado con la noticia de la llegada de su nieto", según Cruz Roja. Es en este punto donde entroncan las alegaciones de Elena, quien reconoce que esta "no mantiene lazo alguno ni comunicación desde hace años" con su hijo, pero a renglón seguido admite que esta situación "no debe obstaculizar a que esta quiera responsabilizarse de una criatura que es su nieto de sangre y no tiene culpa de nada".

La abuela reconoce que tanto ella como su actual pareja y el hijo de ambos son "capaces de ofrecerle a Neizan todo el amor, cariño, apoyo y cubrir sus necesidades de la forma oportuna", negando en todo momento la posible influencia de la relación pasada con el padre de pequeño, especialmente dado el tiempo que hace que se rompió la relación entre ambos.

Evitar desenlaces como los pasados

Otro de los puntos que aduce el informe de Cruz roja es el alto grado de agresividad en el que se criaría el pequeño Neizan. A este respecto, la abuela se defiende alegando que "tiene afianzadas amistades" y que además trabaja con menores, al desempeñar el cargo de auxiliar de cocina en un instituto de Mijas Costa desde hace casi dos décadas, además de participar activamente en las actividades escolares de su segundo hijo.

En relación con este segundo hijo, las alegaciones hechas al informe de Cruz Roja recogen que la abuela ya ha sido madre de dos hijos y además ha estado al cuidado de sus mayores, por lo que cuenta "con conocimientos más que sobrados" para criar al menor, especialmente cuando cuenta con el apoyo de su pareja, su hijo y el resto de su entorno familiar. Además, destaca que el primogénito "tomó su propia determinación de seguir con su vida siendo adulto" e incide de nuevo en la diferencia entre este y su hijo, así como la idea de toda la familia "hacerlo lo mejor posible para evitar desenlaces como los pasados".

Concluye su este apartado la defensa expresando que el vínculo entre abuela y nieto "cada vez es mayor" y que incluso "el pequeño la reconoce durante las visitas y le echa los brazos cuando la ve".

En medio de estas acusaciones, el pequeño Neizan sigue sin un lugar al que llamar hogar, ni un entorno al que llamar familia.

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