Del 'peso' de ser la primera al reto de la conciliación: el papel femenino en el ámbito académico de Granada
8M 2022 | Día de la Mujer Trabajadora
Los inicios y las dificultades de compaginar la vida personal y familiar de la mujer con la investigación
Cuatro décadas de visión y avances en ojos de la rectora de la UGR, Pilar Aranda, y de la joven doctoranda Verónica Paula Recchioni
Granada/"Ahora se dice eso de que todo lo que se tenga que hacer, se haga antes de tener hijos", comenta la rectora de la Universidad de Granada (UGR), Pilar Aranda, mientras que Verónica Paula Recchioni, una joven doctoranda de la UGR, asiente y afirma que "yo tengo dos niños pequeños y creo que mi mayor acto reivindicativo es intentar terminar la tesis". Ambas forman parte del ámbito académico. Una está empezando, la otra fue la primera mujer en ser rectora en una universidad antigua -la UGR tiene casi 500 años- y durante año y medio fue la única mujer en ejercer este cargo en una universidad pública en España. Entre los comienzos en investigación de cada una de ellas hay casi cuatro décadas de diferencia, sin embargo, ambas han vivido situaciones similares. Ellas son un ejemplo del avance de la mujer en el ámbito académico, pero también de las barreras que aún hay que derribar en el mismo.
"El hecho de ser la primera mujer en asumir el cargo de rectora en una universidad que va a cumplir pronto 500 años era un peso", reconoce Pilar Aranda, que confiesa que "era como pensar que en mi persona iban a juzgar a todas las mujeres, ya que a nosotras se nos perdona muy poco y se tiende a extrapolar nuestros comportamientos al resto de mujeres. Un hombre se equivoca y no pasa nada, pero si es una mujer, ya es que todas se equivocan. Es un tema que vi cuando entré y eso angustiaba". Precisamente por ello, Aranda tuvo que vivir cómo había "risitas cuando se pide el lenguaje inclusivo, pese a que eso sirve para enfatizar que hay mujeres en el lugar" o lidiar con "sesgos y comportamientos derivados de lo que es la masculinización. Estuve casi año y medio siendo la única rectora de una universidad pública española y entré directamente en la permanente de CRUE, desde donde tuve que hacer un trabajo importante en este sentido".
Ahora, siete años después de que fuera elegida rectora, la radiografía de la situación es distinta. "A nivel nacional somos once rectoras en las universidades públicas. Una cosa importante ya no es que se elijan rectoras, sino que se presenten mujeres a las elecciones del Rectorado. Eso ha aumentado y ha sido porque proporcionalmente el número de catedráticas también ha aumentado. En la UGR estamos en torno al 30% y la media nacional estará sobre el 22 o 23%", reconoce Aranda, que explica cómo pese a esa diferencia 70-30 (o mayor en otros puntos del país) que hay entre catedráticos y catedráticas, poco a poco la situación va cambiando ya que hay más mujeres, como Verónica Reccioni, que comienzan su carrera investigadora y docente. Todo ello aunque tengan que hacer malabares para compaginar su vida familiar con la académica, algo que hace no mucho era algo que prácticamente no se daba.
"Tuve hijos después de leer la tesis. La leí en el 84 y mi hijo nació en el 85 y tuve que dejarme al niño, de nueve meses, para poder irme fuera. Era muy complejo por las estancias postdoctorales. Era el departamento de Fisiología, en el que había tradición de hacer estancias fuera y así fue. Mi jefe tenía claro que teníamos que movernos. Fue muy duro. Aunque era un departamento con fuerte presencia femenina, evidentemente el desarrollo hacia la cátedra lo hacían más los hombres. Mi jefe, aunque era una persona abierta, era el último que se enteraba de que estábamos embarazadas. Casi ya cuando la bata iba a estallar. Porque luego venía la baja y ya se sabe", cuenta Pilar Aranda al rememorar sus inicios en un ámbito en el que se ha convertido en referente.
"Ahora creo que es más fácil en ese sentido por todo el trabajo hecho de hace años por mujeres tan fuertes", indica Verónica Recchioni, que comenta cómo cuando cursaba el máster en la UGR tuvo un día que llevarse el niño a clase, algo impensable en otros tiempos. "Una profesora puso una clase extra de tres horas un viernes. No tengo familia aquí y mi marido estaba fuera, así que le tuve que escribir a la profesora y explicarle que quería asistir pero que tenía que llevarme al niño a clase. Me lo permitió y allí estuve, sentada en última fila, con el niño, que por suerte era muy tranquilo y apenas se escuchó. De hecho, en un momento dijo alguna cosa y todos se giraron y recordaron que él estaba allí", comenta esta doctoranda cuya investigación, precisamente, versa sobre el papel de la mujer en la literatura transnacional.
"Se dice eso de que todo lo que se tenga que hacer se haga antes de querer tener hijos, por eso vemos cierto retraso en el desarrollo de las carreras investigadoras, aunque se ha avanzado", indica la rectora de la UGR, que explica cómo en su época "fue un éxito cuando a mis compañeros que hacían la mili no les computaba ese periodo. Ahora, hemos conseguido que ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) permita que el periodo de maternidad, esa baja, no la computen como negativo, aunque la DEVA (Dirección de Evaluación y Acreditación) lo tiene aún que ver". En este sentido, tanto Aranda como Recchioni coinciden en que para compaginar estas dos cuestiones es "muy importante la persona que una tiene al lado. Tu compañero de vida, porque aunque entre las compañeras intentábamos ayudarnos a efectos de conciliación o corresponsabilidad social, es muy importante la pareja que tienes", reconoce la rectora, mientras que la doctoranda añade que "es verdad que también tenemos que romper con ese mandato que asumimos de los niños, de la casa... Al final tienes que lidiar internamente con esa culpa de yo no puedo llevarlo a esto o que vaya el padre... La persona que una tiene al lado es la que te apoya y eso hace mucho".
Quizá por eso ambas coinciden en que las mujeres tienen "que perder el miedo. Las mujeres tenemos más miedo escénico porque nos analizan de una manera diferente. Por eso hay veces que nosotras mismas tendemos a ponernos cortapisas. Unas porque nos da miedo, otras porque hemos elegido ser madres o tener una familia y consideramos que tenemos otras prioridades", indica Pilar Aranda, que mantiene que "en ese encaje de lo que consideramos que es el desarrollo de nuestra vida académica, la gestión forma parte importante, así que es necesaria la implicación femenina porque hay diferencias. Lo importante es la suma y analizar los problemas con distinto punto de vista. Es muy necesario y refuerza los valores de la inteligencia colectiva".
En la misma línea se muestra Verónica Recchioni, que además matiza una premisa importante en aras de lograr la igualdad: la importancia de que que mujeres y hombres vayan juntos en esta lucha. "El hecho de sumar puntos de vista es importante, porque no es que las mujeres tengan que reemplazar a los hombres, sino ir juntos. El que las mujeres ya ocupen distintos cargos y roles en el día a día también está transformando el papel del hombre. Ellos también tenían cosas determinadas como el que tenían que mantener a su familia... Entonces también tienen que redefinirse y encontrar su espacio. Es fundamental que nos nutramos unos de otros", explica la doctoranda.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por Caja Rural de Granada