Un policía granadino en la crisis de Cataluña: "Esto no se arregla con tanta violencia. Así no"
Revueltas del 'procés'
El testimonio, en primera persona, de uno de los 30 agentes de Granada desplazados hasta Barcelona
Granada/Miércoles, 9 de octubre de 2019. Han pasado dos años y toca hacer las maletas de nuevo pero el destino es el mismo. El famoso Piolín, ese barco en el que hubo que hacer vida, como se podía, durante algunos meses, ya es historia –por suerte, porque fue el "mayor insulto" a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se ha vivido–. Ahora se va a un hotel en las afueras de Barcelona, allí "al menos podremos descansar". Faltan cinco días para que se conozca la sentencia del procés y se prevén disturbios, pero hasta ahora solo es eso: una previsión que no podía asemejarse a lo que se iba a vivir a partir del 14 de octubre. Más de 850 kilómetros y algo más de ocho horas después, los 30 de Granada vuelven a Cataluña con la misma incertidumbre que cuando en 2017 la Operación Copérnico los llevó hasta aquí por primera vez: sin saber el tiempo que se va a estar ni qué va a pasar. Esta vez es distinto. Ahora es "un juego de naipes en el que los políticos no quieren fallar".
Si hace dos años la labor era hacer cumplir un mandato judicial y evitar un referéndum que estaba prohibido, ahora el desplazamiento es por las posibles reacciones a un fallo judicial. "Y es mucho peor". Solo una semana después se ha comprobado cómo todo es "por fuerza y violencia magnificadas con mucho odio". Sobre todo el viernes día 18, el de mayores disturbios. "Ya habíamos vivido episodios en los que incluso nos habían tirado lavadoras, bombonas de butano y todo tipo de objetos", pero nada como esa jornada en la que había que esperar a que fuesen activados mientras se veía cómo los agentes que estaban en primera línea trataban de hacer su trabajo pero sin ser suficiente. Pero nunca lo hicieron y "no lo entendemos".
Es el relato de uno de los policías desplazados a Barcelona, la visión de un miembro de la Unidad de Intervención Policial (UIP) que ha accedido a hablar con Granada Hoy para dar voz a un colectivo, el de la Policía Nacional, que "solo trata de hacer su trabajo y evitar un mal mayor".
"Lo que ha ocurrido estos días nunca antes lo hemos visto. Es un sentimiento generalizado tanto de los más antiguos como de los que estamos aquí. Se ha magnificado todo demasiado con odio", indica este agente que, como ya han denunciado los propios sindicatos, asegura que los días de mayores disturbios "no se usaron todos los medios disponibles".
"El pasado viernes entramos a las 3:00 horas y nos mandaron a la Estación de Sants", expone este policía, tras lo que relata el "descontento que hay entre los agentes", ante lo ocurrido.
"Ese día, el de mayores disturbios, después nos enviaron de retén y estuvimos esperando a que nos llamaran y no lo hacían. Otros estaban en el aeropuerto pero no podían irse de allí. La Policía tiene efectivos pero tenemos cada uno un ámbito de actuación delimitado, pero había grupos de la UIP que estaban en el hotel cuando a las ocho o nueve se atacó a la Jefatura [ubicada en la Vía Laietana de Barcelona, la que más altercados ha albergado] y no se les activó", insiste.
"Mirábamos las redes sociales y veíamos lo que estaba pasando. Estábamos de refuerzo y no se nos llamó. Aquí jugamos un juego de naipes en el que los políticos no quieren fallar. Son ellos los responsables", asegura este agente.
La jornada del viernes, en la que se concentraron los mayores momentos de tensión en Barcelona, aquella en la que un policía de Vigo recibió un impacto en la cabeza que lo dejó grave, "creemos que fue un adoquín o un bordillo lanzado desde un balcón", explica este agente, que agrega: "No se usaron todos los medios disponibles".
"Los tres o cuatro grupos que había en Jefatura eran bastantes, pero no suficientes. Había compañeros que llevaban desde las cinco de la tarde hasta las dos de la mañana soportando que les lanzaran cócteles molotov, ácido, botellas y globos llenos de pintura y cola para impedir la visión en los vehículos policiales. Tiraban clavos en la carretera para pinchar las ruedas de los furgones o intentaban prenderles fuego con los agentes dentro", prosigue este agente que insiste en que el fallo fue "no usar todos los medios".
"El problema no es enviar más o menos gente a Cataluña, sino que se utilicen los medios que hay. Realmente en ningún momento estuvimos desbordados porque para eso habría que haber empleado todos los medios disponibles y no se hizo. Los mandos interpretaron que no hacía falta y sí lo hacía. Hubo quienes se quedaron sin material y se llegó un momento de desgaste físico complicado. Ahí estuvo el fallo", insiste el agente.
Asimismo, asegura que, como se les está diciendo por parte de algunos sectores, "no somos matones". "Casi nunca se usan las pelotas y el humo. Ese material, que está dentro de un protocolo de la UIP que va de menos a más, se usa en casos específicos para mantener una distancia entre policías y manifestantes cuando la situación se tensa y evitar así el cuerpo a cuerpo", explica para además insistir en lo que hay más allá del uniforme: personas con familias que ven cómo cargan contra ellos.
"Nosotros estamos aquí, vemos lo que hay, pero la mayor incertidumbre la tiene nuestra familia, que está con el corazón encogido. Cuando hirieron al policía, en las imágenes se le veía hasta la cara. Lo sacaron todos los medios. ¿Y si eso lo ve su mujer en la tele? Se desmaya. Tú sales a las tres de la mañana y hasta que luego no llegas al hotel no puedes avisar de que estás bien y eso se lleva muy mal. Es una pena lo que se está viviendo", recalca.
Tampoco se olvida de quienes sienten "miedo". "Aquí hay gente con lágrimas en los ojos que te dice que está cohibida, que los tienen como apestados. La gente está acojonada y perdón por la expresión. Esto no se arregla en la calle con toda esta violencia. Así no".
Durante las últimas horas, la situación es algo más tranquila pero la crispación continúa como tónica general por las calles de la Ciudad Condal, lugar desde el que este agente desplazado ha relatado la otra visión de la revuelta del procés la de quienes están en primera línea de los disturbios. ¿Hasta cuándo lo harán? Es una pregunta que, al igual que otras muchas aún sigue sin respuesta. La crisis del procés y todo lo que conlleva continúa.
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