Los anticuerpos para la política del alcalde de Granada, Luis Salvador
política | el gobierno en el Ayuntamiento de Granada, cada vez más en el aire
El alcalde de Cs continúa demostrando una capacidad espartana para sobrevivir en la Alcaldía
Desde hace meses le colocan en el PP, el que sería su tercer partido tras PSOE y Ciudadanos
Granada/Luis Salvador fue senador, tertuliano y diputado antes que 'fraile de Cs' y alcalde. Lo que no ha dejado de ser en toda su vida es político. Así, respecto a la pregunta de si el político nace o se hace, hay pocas dudas que despejar en el caso de este hombre que llegó al mundo en Córdoba en 1963, vecino del granadino barrio de Mirasierra, de adolescencia y acento con toque a meseta, colchonero irredento, veraneante en la sexitana playa de San Cristóbal y para nada delicado como su evocadora calle de la Colcha. Pinceladas de la vida de un político de los finales del siglo XXI que puso viento en popa a todo escaño a finales del disparatado XX empezando una carrera que no tiene desperdicio.
Es tal la hemeroteca que arrastra tras de sí, con la huella imborrable de su cambio del rojo a naranja (de zapaterista a riverista), y tal la literatura que encarna este seguidor de Frederyck Forsyth que en otro de sus momentos clave conviene hacer una retrospectiva del regidor Salvador para darse cuenta de que el partido, cuando se trata de un cholista, como él será sufrido hasta el último minuto y de resultado incierto como la última Liga que a buen seguro ha celebrado.
"Mi vida es la de un luchador". Era la frase que enmarcaba la entrevista personal que este diario le hacía a Salvador para las municipales de 2015 (donde la foto deja constancia que la Alcaldía pasa factura), en la que además dejaba otra frase que viene a cuento: "Ya a los 19 años había gente que me decía que tenía que ser algún día alcalde de Granada".
Acertaron los adivinos de entonces con este curtido político que no lo conseguiría en 2015 y que remataría su jugada maestra de ajedrez en 2019 convirtiéndose en alcalde de una ciudad histórica de más de 200.000 habitantes con solamente cuatro concejales de los 27 que componen el Ayuntamiento. El 'gambito de dama' se queda a la altura del betún con la gambeta que logró el ajedrecista Salvador con aquel 2+2 del que, algún día cuando todo esto pase, igual se atreve a contar en una novela forsythiana aunque en otro reportaje de este periódico en 2005 contaba su entusiamos por libros como Estados canallas de Noam Chomsky.
El libro con tintes de thriller que escribió el alcalde hace años se titulaba Jaque al Rey y en estos días se dirime el Jaque al Rey de la Plaza del Carmen después de que Sebastián Pérez (nacido dos años después que Salvador, en el 65 en su querida 'Gran Granada') decidiera que ya era el momento después de dos años en el banquillo de zarandear el avispero y expulsar al alcalde naranja que no le ha dejado tener durante dos años la Alcaldía con la que tanto soñaba desde niño.
Pérez se apoyó en fotos de cuando el Salvador socialista era amigo de 'ZP' y hasta sostenía carteles de apoyo a Paco Cuenca, su ahora rival por el mejor legado y posado fotográfico en la ciudad y por alcanzar la Alcaldía si es que consigue el récord de dos mociones de censura seguidas.
El caso es que mientras muchos ven la cabeza de Salvador pendiendo de un hilo y tanto PSOE como PP le piden puerta para pasar ellos al despacho grande del Consistorio, el alcalde insiste en que se ve todavía en 2023 como alcalde y alude al pacto antitransfuguismo como su gran arma secreta para evitarlo.
Salvador, con buena imagen televisiva, alcalde de agenda apretada y capaz de ser el niño en el bautizo y la novia en la boda, es tan entregado que a la reunión con el PP para expulsarlo de la Alcaldía decidió presentarse en el hotel NH Victoria y ver lo que se cocía allí. Al líder naranja le faltó a la salida poner los dedos en señal de victoria.
Aunque también es cierto que un buen atlético y con algo de rojiblanco horizontal como él también está acostumbrado a derrotas (ha perdido primarias, ha tenido suelos electorales decepcionantes y no siempre se ha salido con la suya), mas su gran victoria es la brega política de alguien al que lo de político profesional se le queda bastante corto. Hace unos días remarcaba su condición de "espartano" y su "buen encaje" capaz de aguantarlo todo por su vocación política que queda clara.
En su haber está la lucha contra viento y marea del que será conocido como el alcalde de los cuatro concejales (con no todos a favor) y el del 2+2. Hay quien le coloca desde hace meses en el PP, lo que le equipararía por su triplete de partidos políticos con su admirado Radomir Antic (que en paz descanse), quien entrenó nada menos que a Real Madrid, Atlético de Madrid y Barça.
Hay quien cuenta, de hecho, que últimamente se pasea por el Parlamento de Andalucía en cada pleno del órgano autonómico a enterarse de cosas por allí y quién sabe si a establecer su próxima movimiento.
Haga lo que haga, no cabe duda de que este alcalde, que en teoría pasó el Covid con refriega municipal, tiene unos anticuerpos políticos de hierro para aguantar el chaparrón. Eso sí, ironizó hace días con que "él no mató a Manolete". El último alcalde que jugó con dicha expresión fue Torres Hurtado el día de su dimisión.
Las preguntas siguen flotando en el aire desde la Plaza del Carmen al resto de la capital: ¿Cuánto es 2+2 y quién se llevará el gato al agua?
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