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Su nombre deriva del que bautizó al poderoso dios griego de los mares, pero las posidonias oceánicas son una contradicción en su mismo nombre. Ni sus delicadas praderas tienen los atributos que se le suponen a la deidad marina de la antigüedad ni pueden sobrevivir en un océano. Únicamente pueden localizarse en las aguas del mar Mediterráneo y frente a las costas de Granada sobreviven varias colonias que suman una exigua superficie que, según el último censo -de 2004- de apenas 66 hectáreas.
Si los marineros rezaban a Poseidón antes de embarcar, los biólogos se encomiendan hoy día a las posidonias como pilar del equilibrio natural bajo las aguas del Mediterráneo. Agrupadas en praderas, su lentísimo crecimiento, de apenas uno o dos centímetros al año, y la biodiversidad que son capaces de acoger y desarrollar entre sus hojas hacen de esta especie de las fanerógamas objetivo prioritario de los planes de conservación.
Así, desde este mismo año y hasta 2013 las posidonias oceánicas son las protagonistas de un ambicioso programa Life -en el que hay especies de la importancia del lince ibérico o el águila imperial- que contará con un presupuesto de 3.562.000 euros, aportados por la Unión Europea y las consejerías de Medio Ambiente y Agricultura de la Junta de Andalucía fundamentalmente, y se desarrollará en las tres provincias andaluzas que dan al Mediterráneo, Almería, Málaga y Granada.
Según el biólogo, asesor técnico de Biodiversidad y responsable del Medio Marino de la Delegación de Medio Ambiente de la Junta en Granada, Jesús del Río, las posidonias oceánicas "forman praderas que son altamente productivas, ya que en ellas otras especies pueden alimentarse o buscar refugio", por lo que podrían compararse con selvas como el Amazonas por su capacidad de mantener a otras especies.
Además, estas plantas marinas -a modo de banderas azules- son un excelente indicador de la salud de los mares, ya que su presencia sólo es posible cuando el agua está en óptimas condiciones. Son muy sensibles a los vertidos y necesitan que los rayos del sol penetren en el agua, por lo que éste debe estar cristalina. Por si esto fuera poco, las posidonias "son un freno del batir de las olas y reducen la velocidad de las corrientes", afirma Del Río. Al igual que la vegetación terrestre, ayuda a proteger el suelo, en este caso de las playas. "De ahí su importancia biológica", subraya el investigador, que recalca la condición de endemismo de esta planta, que en las aguas que bañan la provincia de Granada crecen en fondos rocosos, a menos de cien metros de la línea de costa, "donde es capaz de enraizar y anclarse". También puede localizarse en fondos arenosos, donde las algas no pueden sobrevivir.
En la provincia es posible encontrar praderas de esta fanerógama en cala Chinches, en el término municipal de Albuñol; Melicena, en Sorvilán; playa Cambriles, en Lújar; y El Lance, en Rubite, según el censo elaborado en 2004. A día de hoy, no es posible determinar con precisión si estas poblaciones son estables o han disminuido en los últimos años, ya que el anterior estudio de estas características, publicado en 2001, apunta que hay poblaciones en esas mismas zonas. De lo que no hay duda es de que se trata una especie extremadamente delicada y que su preservación es "muy importante para conservar el ecosistema", alega Del Río, que explica que las inmersiones de buzos en los últimos siete años apuntan a que las praderas granadinas han sufrido daños.
Uno de los factores que ha podido influir en la merma de esta especie está en el uso de artes de pesca ilegales, "que han ido arando el fondo marino, arrastrando todo lo que encontraban, lo que ha provocado su destrucción", explica el biólogo, que también culpa a las anclas de las embarcaciones de desraizar ejemplares del fondo marino. Otro factor es la contaminación. Por ejemplo, esta especie ha desaparecido de zonas portuarias, donde hay mayor concentración de desechos.
"Todo esto hace necesario un programa de conservación global y por eso se ha puesto en marcha el proyecto Life Posidonia", resume Del Río, que enumera entre las actuaciones que se están realizando dentro de esta iniciativa como las más destacadas el diseño de arrecifes artificiales -bloques de hormigón colocados en el fondo del mar donde quedarían enganchadas las redes-, la posible aplicación de alguna figura de protección -como paraje natural o LIC- en las zonas en las que se localicen ejemplares, charlas con pescadores y elaboración de material divulgativo para docentes y escolares.
Todo ello con el objetivo de "dar un paso adelante en la conservación de las posidonias, profundizar en el conocimiento de esta especie y desarrollar medidas de conservación activa", enumera el biólogo, que destaca la importancia de prevenir antes de curar. "Se trata de una especie que crece uno o dos centímetros al año, así que puede tardar cientos de años en recuperarse".
Se trata de una especie muy particular, que incluso ostenta varios récord mundiales. Según reseña Del Río, hay praderas de posidonias de cientos de metros que, se considera, pueden tener unos 6.000 años de edad y están consideradas el ser vivo más grande del mundo al reproducirse mediante rizomas -o tallos subterráneos- a pesar de tener flor y fruto.
Plusmarcas y curiosidades de una especie que, pese a estar a apenas unos metros de donde miles de granadinos disfrutan del verano, del sol y del mar, y de dejarse caer en la orilla a consecuencia de las olas, sigue siendo una desconocida. Quizá sea esa su principal amenaza.
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