Así será el primer eco campus de la Universidad de Granada
UGR
¿Qué tienen en común la Bobadilla, ese barrio entre La Chana y la Vega, e Islandia, epítome del mundo nórdico? Se lo diré: la geotermia, la extracción de energía del calor del subsuelo. En la Azucarera de San Isidro, una mole ruinosa a las afueras de la ciudad, se planea desde la Universidad de Granada un nuevo espacio de estudio e investigación, pero esto no es suficiente. Lo dijo la rectora, Pilar Aranda. “Nadie da dinero para hacer una Facultad, es triste, pero es así”. Y si no hay dinero para una nueva facultad, habrá que darle vueltas para encontrar un proyecto que atraiga inversiones. En este punto la Azucarera se ofrece como una iniciativa de dulce. Permite recuperar de la decadencia un inmueble que tiene catalogación de Bien de Interés Cultural, ensanchar la ciudad por una de las pocas esquinas por las que todavía es posible crecer, alumbra la posibilidad de gestionar su propia fuente energética -la geotermia- y de paso sacar agua para regenerar los acuíferos de la Vega. El círculo se completa. Beneficia a la ciudad, a la Vega y a la Universidad. Las tres, además, se unirían a través de un corredor verde que seguiría el trazado de las vías del tren hasta la estación de Andaluces. El primer eco campus de la UGR es un proyecto verde que espera madurar a “medio y largo plazo”, con la vista puesta en captar la atención de más socios, tanto instituciones públicas como inversores privados. Ya tienen asegurada una partida de más de ocho millones de euros del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y la idea es concurrir a más convocatorias, además de abrirse a la colaboración público privada.
La especulación hizo que la zona se abandonara por completo en 1984. Fue objeto de okupación y en el inmueble se instalaron incluso familias. Una vez en negociada la situación con el propietario, el banco Santander, se actuó desde Servicios Sociales -había incluso menores sin escolarizar- para desalojar las naves y atajar los problemas de vandalismo. La rectora anunció a compra a finales de 2021 y en esa primavera hubo que iniciar la intervención de urgencia para paliar los efectos del enjambre sísmico de enero de 2021.
BIC desde 2015
El Ingenio de San Juan (1882) es la primera fábrica de azúcar de remolacha de España y se crea con el fin de transformar la remolacha, cuyo cultivo acababa de llegar a la Vega y que propició el desarrollo de una nueva ciudad. San Isidro, fundada en 1901, absorbe al vecino Ingenio de San Juan y pasa a albergar las instalaciones para la extracción de alcoholes. El complejo se convierte en una fábrica de grandes dimensiones en una parcela de 88.000 metros cuadrados. Es BIC desde 2015.
Además de quitar grafitis, escombros y rastrojos se comenzó un trabajo de documentación y de búsqueda de modelos en los que inspirarse. En España no se ha dado, por ahora, ningún precedente de estas dimensiones. En Europa, dos son los puntales sobre los que se puede levantar el proyecto, la Tate Modern de Londres y el parque de Duisburg, en Alemania.
La Tate Modern se anunció en 1992, se eligió el lugar donde abriría en 1994 y abrió sus puertas en 2000 tras la colosal remodelación de una central de energía en South Bank. Aquello costó doce millones de libras y se estima, según la propia Tate, que aporta a la ciudad 100 millones de libras anuales. Su planta de turbinas fue puesta como ejemplo de actuación en la presentación del proyecto.
Pero esto no es un museo. Juan Domingo Santos, catedrático del Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica y en la Ingeniería de la UGR y director del equipo redactor del proyecto de rehabilitación de la Azucarera, expuso el ejemplo del Landschaftspark de Duisburg, en Alemania, un parque sobre una fábrica de acero y carbón -curiosamente coetánea a la Azucarera, que se inauguras y cierran en los mismos años- que no reniega de ese pasado industrial y la memoria, un elemento que también quiere preservar el proyecto de San Isidro, según anunció Juan Domingo Santos. Contará además con un atrio y una sala de congresos, elemento del que carece la Universidad de Granada. Se ofrecerá a la ciudadanía para esparcimiento como “parque ecológico, paisajístico y desde la memoria”.
Pero ser un elemento urbano más no es suficiente para la Azucarera. Será, además de todo esto -centro cultural y dinamizador, vínculo entre Vega y ciudad, elemento sostenible y eficiente energéticamente- un lugar de ciencia e investigación. En unas naves aledañas al edificio principal se prevé que comiencen a trabajar en breve los primeros grupos. Aquí trabajarán los equipos vinculados a trabajos sobre sostenibilidad, agroalimentación, agua o nuevos materiales sostenibles, como el proyecto del chopo del profesor Antolino Gallego o los vinculados con Sierra Nevada de Regino Zamora, entre otros. “Necesitamos espacios, y qué mejor sitio que éste”, aseguró el vicerrector de Investigación y Transferencia, Enrique Herrera.
Ciencia, eficiencia energética, uso ciudadano, verde y cultural. Y aún hay más. Se prevé que en este entorno haya residencias estudiantiles y de personas mayores, un ofrecimiento a que las promotoras pongan sus ojos en esta zona de la carretera de Málaga. Para ofrecer este proyecto como modelo de recuperación no sólo de una fábrica sino de un entorno han sido claves varias figuras como Miguel Giménez Yanguas, premio nacional de Ingeniería Industrial en 2008. Yanguas compró varias máquinas de vapor, bombas de vapor e instrumental, además de ser depositario de planos originales de la instalación de la maquinaria original.
“No es un problema de rehabilitación, que también, hay otras cuestiones, que tiene que ver con la energía, con la sostenibilidad”, destaca Juan Domingo Santos, que añade que este proyecto se asimila a lo que en su momento se hizo desde la Universidad de Granada en Cartuja, en el PTS o Fuentenueva, elementos que han configurado la ciudad tal y como es ahora.
La UGR desarrollará el Plan Director y se ha comprometido -así aparece en el programa electoral del rector electo, Pedro Mercado- a intervenir en la Azucarera según la captación de fondos de financiación externa para que sea “un nuevo polo de investigación en sostenibilidad, medioambiente y patrimonio”. También se prevé un “museo” de la Azucarera. Tras el cierre de la fábrica en 1984 instituciones públicas y coleccionistas adquirieron la práctica totalidad de las máquinas y parte de las bombas. Una de esas máquinas está en la Facultad de Ciencias, otra en el Parque de las Ciencias y otras dos en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, que atesora más elementos singulares.
El nuevo eco campus tendrá un espacio residencial (eco barrio), parada de metro, el Instituto del Agua, incubadora de empresas, espacios de investigación, auditorio sala expositiva, entre otras dotaciones , todo ello en una zona urbana, Bobadilla, que debería reordenarse y para la que se proyecta, por ejemplo, un parque con lago a propuesta del Ayuntamiento de Granada.
Valor arquitectónico y social
La implantación de la azucarera se realizó en terrenos situados en la confluencia de la vía férrea de entrada a la ciudad en 1874 y la acequia Gorda de época medieval, dos elementos básicos para la industria del azúcar, apunta Juan Domingo Santos. "Entre este conjunto de azucareras, el complejo de San Isidro y el ingenio de San Juan destacan de manera especial por el interés tipológico de su arquitectura, diseño y planificación, así como por sus valores estéticos –en ella confluyen influencias centroeuropeas y británicas–, el carácter innovador y originalidad de los sistemas tecnológicos y científicos, y los sistemas estructurales empleados. Junto a estos valores tipológicos, técnicos y materiales cabe resaltar la relación que el conjunto industrial mantiene aún hoy con el entorno de la Vega y su paisaje agrario así como su valor social", reseña el arquitecto.
Agua equivalente a lo que puede embalsar Quéntar
Se prevé que se pueda sostener energéticamente gracias a la explotación de la fuente de geotermia que se asegura que se ha encontrado en el terreno. Del agua caliente se puede extraer energía y las propias aguas se destinarían a la recarga de los acuíferos de la Vega. Se ha hecho una perforación de 400 metros, aseguró el vicerrector de Investigación, Enrique Herrera, que abre la puerta a explorar esta fuente de energía y agua del subsuelo. “Se puede extraer el equivalente a Quéntar”.
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