El principio de un fin de curso 'calentito'
Profesores y sindicatos anuncian un final de curso cargado de movilizaciones · Entre las acciones propuestas, hablan de poner fin a las excursiones con alumnos
La rabia y la impotencia que sentían ayer miles de profesionales de la enseñanza con las medidas de ajuste económico que están emprendiendo los gobiernos (central y regional) tuvieron diversas formas de expresión en un día como ayer. Tanto los que no acudieron a trabajar como muchos de los que cumplieron con su jornada laboral, cientos de estudiantes y sus familias decidieron acercarse por la tarde a la Subdelegación del Gobierno para manifestar su rechazo a las nuevas políticas educativas.
Según datos de la Plataforma por la Enseñanza, más de 15.000 personas se unieron a la marcha convocada por CCOO, UGT, CGT, Ustea, Codapa y el Sindicato de Estudiantes. Aunque los cálculos de la Policía Local rebajan esta cifra hasta los 6.000, más allá del tradicional baile de cifras hay una cosa segura: son muchos los indignados y ayer se propusieron decirlo tan alto y tan claro como pudieran.
Y, de camino, hacerlo de la forma más creativa posible. Detrás de la cabecera de la manifestación, precedido de un cortejo fúnebre por la educación pública y parapetado tras una enorme pancarta negra con el lema 'No es país para estudiantes', se encontraba el corazón de la marcha. Los universitarios, que ayer insuflaron el espíritu del 15-M en la manifestación, llenaron las calles de Granada de lemas reivindicativos más creativos de lo habitual. En la marcha hubo proclamas refraneras ("Pan para hoy, tasas para mañana"), cultas ("La educación es una necesidad vital, Ortega y Gasset" ) y populares (como la que rezaba "Estos son los únicos que podrán estudiar" junto a un dibujo del Tío Gilito y el señor Burns de los Simpon), con las que miles de afectados mostraron su repulsa a los recortes presupuestarios del Gobierno.
Pero también hubo otros que desde los centros educativos y sindicatos de enseñanza iniciaban su particular lucha contra unas directrices que merman día a día las ilusiones de los que aman eso que todavía llaman docencia. Era el caso de la maestra María de los Ángeles Rojas, que imparte clases de Educación Física en el colegio Miguel de Cervantes de Molvízar, quien aprovechó la mañana de ayer en la que cumplía servicios mínimos en el centro para preparar propuestas que den continuidad a las movilizaciones.
Entre las ideas que ya se barajan en las redes sociales, que además estudian los sindicatos de enseñanza, están las de no hacer más excursiones con los estudiantes en lo que queda de curso, cancelar la celebración de las efemérides, suspender las fiestas de fin de curso, no realizar más cursos de formación entre el profesorado y, la más importante de todas, convocar reuniones con las familias para informarles de las repercusiones que van a tener en sus hijos los recortes en la enseñanza pública.
El colegio donde trabaja Rojas está ubicado en un entorno social desfavorecido. "Las familias de los alumnos de este centro tienen un nivel económico medio-bajo -explica la docente- y deben saber que se están jugando el futuro educativo y laboral de sus hijos".
Con nueve años de docencia, Rojas ya ha sufrido los cambios en el sistema público de cuatro leyes educativas. "Nuestro trabajo tiene un valor que las autoridades gubernamentales no están respetando", apunta la enseñante. Con lo que queda de curso ya sólo les queda el derecho al pataleo, a la protesta, a la denuncia.
Hoy mismo inician los sindicatos de enseñanza reuniones en todos los ámbitos para fijar un calendario de movilizaciones. "Tenemos claro que la convocatoria de huelga es sólo el principio", apuntan.
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