"El pueblo granadino padece una falta de líderes que los movilice"
Francisco Martín recuerda. presidente del consejo social
"Honesto y honrado" para no convertirse en una "comparsa" de los políticos; así concibe Francisco Martín Recuerda el Consejo Social, un órgano desconocido del que se hizo cargo hace ahora un año
La primera decisión que tomó cuando llegó al Consejo Social en diciembre de 2013 fue cambiar los estatutos de la institución para que la palabra 'independencia' encabezara el texto que define los propósitos con los que este organismo intenta desde el año 2007 servir a los granadinos. Luego cambió el reglamento para que los informes del Consejo fueran preceptivos, es decir que el Ayuntamiento se viera obligado a consultar a este foro de expertos cada vez que fuera a tomar una decisión sobre temas urbanísticos, asistencia social y ayuda al ciudadano desfavorecido. "No son informes vinculantes pero los políticos estarán obligados a consultarnos... aunque no nos harán ni puñetero caso", dice con la pericia que le dan sus 68 años.
-Llevamos escuchando hablar desde el año 2007 del Consejo Social y todavía no sabemos qué ha hecho por la ciudad.
-El Consejo Social es un órgano consultivo. No tenemos capacidad ejecutiva, no podemos ordenarle a los políticos municipales que hagan algo pero sí aconsejarle. Somos un grupo de presión en el sentido más noble de la palabra. En el Consejo Social de Granada se sienta un concejal por cada grupo político, representación de los empresarios, sindicatos, colegios profesionales, la Universidad, Cámara de Comercio, las dos entidades financieras de Granada, la federación de asociaciones de vecinos y la presidenta de la asociación de consumidores más dos personas de reconocido prestigio que nombra el alcalde. La opinión de las personas que se sientan ahí tiene un peso indudable porque es la ciudad entera la que está representada, de ahí la importancia y preocupación que genera cualquier decisión que tome el consejo, cualquier análisis.
-Un órgano muy tentador para ser controlado por los políticos...
-Cuando llegué al consejo lo primero que hice fue informarme de qué estaban haciendo los demás. Visité Málaga y Córdoba y vi lo que estaban haciendo. Una de las cosas que más me gustó es que el Consejo Social de Córdoba es el único que no tiene representación política y es el que mejor está porque no tiene grandes conflictos. La tentación de los políticos cuando participan en un Consejo Social donde tienen unos oyentes privilegiados es tratar de convertirlo en un segundo pleno y ese es un grave error porque entonces los órganos no políticos se aburren, se desesperan. Igual que la sociedad no entiende muchos debates, aquí tampoco. Por eso lo primero que hice cuando tomé posesión fue decirle a los políticos que la ideología la dejaran en la puerta y que cualquier rifirrafe lo cortaría por lo sano.
-Y cambió los estatutos.
-Cuando vi que había un flujo de solicitud de informes al Consejo Social decidí reformar los estatutos y hacer preceptivos los informes cuando se refieren al plan estratégico, a los grandes planes urbanísticos y a la asistencia social y ayuda al ciudadano desfavorecido de forma que el Ayuntamiento nos tenga que consultar cuando tome decisiones en estos temas.
-¿Cuáles son las grandes áreas en las que van a trabajar?
-El desarrollo económico local, los grandes proyectos urbanos y el bienestar social, la educación y la mejora de la participación ciudadana. Estas tres áreas coinciden con las líneas del Plan Estratégico de Granada que hemos vuelto a reformar. Primero Gregorio Jiménez hizo la toma de datos, luego bajo la presidencia de Antonio Campos se llevó a cabo una serie de talleres de los que salieron las grandes áreas y objetivos. Entonces la situación económica era distinta y fue muy ambicioso, con muchos objetivos. Todo el mundo estaba ilusionado pensando que le íbamos a dar un vuelco a Granada pero vino un silencio y luego la crisis. Luego aterricé yo, que estaba obsesionado con el Plan Estratégico de la ciudad.
-Y con el Albaicín... porque fue llegar usted y desbloquearse el Plan Especial del barrio.
-Cuando yo llegué llevaba siete años congelado, las instituciones cabreadas y el plan archivado. Nos pidieron que mediáramos y lo arregláramos. Nosotros decíamos: si el plan necesita un informe vinculante de la Delegación de Cultura ¿no es más lógico que se pongan a trabajar las dos instituciones en el mismo sentido y que los informes sean un mero trámite? Lo que no se comprende en esta ciudad nuestra es que las instituciones no se entiendan y que haya un escalonamiento en las decisiones. Hay unos técnicos magníficos en ambas instituciones; el problema son las opiniones. Y les dijimos a ambos: estais tirando a la basura recursos públicos.
-Parece sentato...
-El Consejo Social tiene que llevar la sensatez y la voz del ciudadano a las instituciones, creo que es una de las misiones de cualquier órgano que verdaderamente asesora, porque no se trata de decirle al que manda lo que quiere oír, a veces hay que decirle lo que no quiere oír o lo que no le dice nadie y en la medida en que nosotros seamos leales y no simples comparsas seremos más eficaces. El Consejo Social tiene que ser honesto y honrado y con la carta de dimisión puesta siempre encima de la mesa.
-Entiendo que la Alhambra y el Albacín son puntos vitales de ese Plan Estratégico.
-Unos de los enclaves que más quieren los granadinos es la Alhambra, el Albaicín y el Sacromonte y ver en qué manera les reportan beneficios a la ciudad. Está bien poner en valor artístico esos grandes monumentos, pero si luego ponemos obstáculos que impiden el uso del ciudadano, se sienten excluidos. Hay una serie de personas en Granada que se consideran exquisitos, distintos, que tienen una idea de la ciudad que no coincide con la de nadie salvo con la de ellos mismos. En las últimas jornadas de la Unesco a las que asistí había una persona que decía se había recorrido 32 kilómetros analizando las piedras del pavimento del Albaicín y yo lepregunté: ¿y con cuántas personas ha hablado? Porque yo he hablado con personas del Albaicín que dicen que estan de piedras hasta las narices. Esas cosas no se tienen en cuenta. ¿Quién es nadie para decir qué pavimento tiene que ir en el Albaicín? Tendremos que escuchar a las personas. Algunos se han ido al Albaicín pensando que es un barrio residencial y no es verdad. Eso hace que no se admitan usos como el hotelero, o se vean con precaución comercios necesarios para el Albaicín. Si va a ser una zona turística tendrá que tener elementos para que el turista pueda tomarse una cerveza o cenar o alojarse. Además de esto la gente quiere que se creen puestos de trabajo en su zona. Hay que encontrar el equilibrio entre el respeto al patrimonio y los usos.
-Pero corremos el riesgo de que el barrio de convierta en un decorado.
-Lo que no puede ser es que hoy venga el consejero de Cultura a inaugurar la Casa de Zafra y diga que ese es el pilar del desarrollo turístico del barrio y mañana llegue el consejero de Cultura y diga que el Albaicín no puede ser un parque temático. Y le digo, ¿me quiere usted decir qué es el centro de París sino un parque temático? Cuando vi la exposición del Greco en Toledo había más de 500.000 personas recorriendo el casco histórico, había restaurantes llenos, hoteles... ¿Eso es un parque temático? Lo es, pero además viven los toledanos estupendamente bien y se repeta el patrimonio histórico.
-¿Qué le pasa a Granada que parece que no avanzamos?
-Hemos sido una ciudad muy golpeada. El poder político nos ha machacado sin importar el color. La prueba es que la última centralita telefónica manual se cerró en Granada. Nuestras famosas autovías se van a terminar con mucha suerte este año cuando los demás tienen unas infraestructuras maravillosas. Esta ciudad era cabecera regional donde estaban las delegaciones regionales para Andalucía oriental del Gobierno y lo perdimos, teníamos una universidad que era la tercera de España, una audiencia territorial que tenía competencias en las cuatro provincias andaluzas y hoy con un TSJA tnemos menos competencias que antes. La Capitanía General de Granada que fue fundada en tiempos de los Reyes Católicos llegaba hasta Guadalajara casi. Tuvimos una región militar... Pero hay un ejemplo histórico a resaltar . En el siglo XIX se quiso quitar la Capitanía y el pueblo se echó a la calle, supongo que movilizados por los líderes de la época. Y la Capitanía no se quitó.
-¿Somos entonces los ciudadanos los 'culpables'?
-Hace tiempo cuando vimos nuestro retraso en infraestructuras se creó una asociación integrada por sindicatos, empresarios, colegios profesionales... hizo su primera manifestación en Bib-rambla y no fueron ni los convocantes. ¿Es el pueblo granadino el culpable? No, yo creo que el pueblo granadino lo que padece es la falta de líderes que los movilicen. Tiene que haber alguien que los ilusione. Si sus dirigentes no son los primeros en ponerse detrás de una pancarta, el pueblo no se moviliza.
-¿No hemos tenido líderes que estén a la altura?
-Bajo ningún concepto. En Málaga la primera que cogió la pancarta para reivindicar su AVE fue la alcaldesa, que era del PP, en contra de su gobierno y le dijo muy claramente: no tengo más remedio, y sino mañana dejo de ser alcaldesa. Hay que tener las ideas muy claras y en ese sentido la labor del Consejo es presionar a nuestros representantes para que se olviden de su lucha política y trabajen por Granada.
-¿Cómo quiere el Consejo Social que sea Granada?
-Los granadinos hemos perdido ya muchas guerras. Hubo un tiempo (finales del siglo XIX, principio del XX) en el que esto era una ciudad industrial basada en el azúcar, así que no se puede decir que no tengamos vocación industrial. Hemos creado hasta bancos como la banca Rodríguez Acosta y luego el banco de Granada. Pero no hemos encontramo el camino para compatibilizar el binomio cultura-desarrollo industrial. Yo creo que ahora tenemos una gran oportunidad en el desarrollo de las tecnologías modernas: la biotecnología conectada a la biomedicina que se está desarrollando en el PTS. Aquí hay una masa importante que puede ser el camino: la sinergia entre la empresa o los empresarios y la Universidad, o incluso la universidad metida a empresaria.
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