La Puerta de la Justicia: cuando la mano coja la llave se acabará el mundo
La magnífica y poderosa entrada a la Alhambra fue construida por Yusuf I, el rey moro que más esplendor dio a Granada
Los contadores de historias han fabricado numerosas leyendas en torno a los símbolos de los que se rodea la construcción
Las cuevas del Sacromonte, de la prohibición de los ‘felipes’ a sus zambras para entretener turistas

Granada/Tenía sólo 15 años cuando Yusuf I fue nombrado sultán del reino nazarí. 15 años cuando subió al trono y 36 años cuando lo asesinaron mientras rezaba en una mezquita de la Alhambra. Unos dicen que el asesino fue un esclavo negro que estaba loco y otros que ese esclavo estaba cuerdo y que era hijo natural de su hermano Mohamed IV. Por lo visto el odio a su tío venía de largo. El caso es que el siervo le clavó un puñal en las espaldas y se acabó Yusuf I. No se sabe lo que le pasó al esclavo, pero nos lo podemos imaginar. A pesar de morir tan joven, Yusuf I fue quizás el rey moro que más esplendor le dio a Granada. Durante su reinado, la ciudad y la Alhambra alcanzaron grandes cotas de grandeza. Y es que el chaval no solo era culto, sino también piadoso, partidario de la paz con los cristianos y con muchas inquietudes edilicias. Gracias a él se construyeron seguramente los edificios más singulares y atractivos de La Alhambra. El poderío económico del reino nazarí en sus tiempos era envidiado en todo el mundo. Pues bien, fue Yusuf I el que encargó la construcción de la Puerta de la Justicia, que también es llamada Puerta de la Ley y Puerta de la Explanada, una edificación que está también en el ADN de Granada, por su majestuosidad y su prestancia: todo un símbolo de Granada.
La Puerta de la Justicia fue una de las cuatro puertas de entradas de la Alhambra. La más elegante y monumental, sin despreciar a las demás. Se construyó entre el año 1348 y 1349, cuando la ciudad pasaba por un episodio de peste negra. Parece ser que se llama así porque en ella pudieron celebrarse reuniones del tribunal de justicia alhambreño. Incluso se ha escrito que allí se llevaron a cabo juicios sumarísimos con ejecuciones incluidas, destinados, más que nada, para acojonar al pueblo.
Sin lugar a dudas, la Puerta de la Justicia es la que más leyendas atesora. Los guías de la Alhambra tienen en ella un buen yacimiento de alegorías con las que entretener a los turistas. Lo de la llave y la mano que están en sus fachadas dan para un ensayo entero. La leyenda más conocida ya la escribió Washington Irving en sus Cuentos de la Alhambra. Irving encontró un chollo con Mateo Jiménez, un pedigüeño que se ganaba unos maravedíes enseñando la Alhambra a los viajeros de entonces. Mateo Jiménez, charlatán y pillín, resultó ser la fuente de inspiración más potente para el norteamericano. Le contaba historias que había oído a su vez de su abuelo, un sastre del Realejo. Mateo no se cortaba a la hora de inventarse patrañas con las que deslumbrar al escritor. Una de ellas fue precisamente sobre la Puerta de la Justicia, de la que dijo que la suerte de la Alhambra dependía de la mano y la llave que estaban en su fachada. El rey que la había construido había utilizado la magia y con la idea de que esa puerta nunca se destruyera hasta que la mano bajara del arco y cogiera la llave. Entonces toda la Alhambra saltaría en pedazos y quedarían al descubierto un montón de tesoros allí escondidos. Y ya puestos, se acabaría el mundo. Y aquí estamos desde entonces, esperando la extinción.
El tal Mateo, que se pegó a Irving como una lapa para no desperdiciar sus dádivas, hubiera sido hoy día un magnífico guionista de películas de aventuras y de ciencia ficción. Lo que es un misterio es cómo Washington Irving, con su inglés exquisito de Manhattan, entendía el habla del Realejo de Mateo. Entre lo que el granadino inventaba y el americano entendía o se imaginaba, salieron unos cuentos preciosos.
En general, la llave y la mano han dado mucho que hablar a los inventores de historias. Se ha dicho que estos eran símbolos del poder musulmán: ningún enemigo de la fe islámica podía entrar por allí hasta que la mano pudiera coger la llave, un símbolo de la fe musulmana que representaba el poder abrir y cerrar las puertas del cielo.
La mano de Fátima
Sobre la mano –llamada de Fátima, que era el nombre de la abuela de Yusuf I– se han escrito hasta novelas. Parece ser un blasón muy recurrente por los árabes que empleaba en sus banderas y estandartes. También era una especie de talismán que llevaban en Granada todas las mujeres moras para espantar demonios y alejar maleficios. De igual manera representaba los cinco preceptos de la ley musulmana: la fe, la oración, el ayuno, la caridad y la peregrinación. Sobre la altura en que se pusieron los emblemas resalta el poder de la imaginación de esos contadores de historias: si un caballero cristiano en su caballo llegaba a tocarlas, podría convertirse, con pleno derecho, en rey de la Alhambra.
Y si la mano está en el primer arco, en el segundo hay una peana en la que se apoya la Virgen de la Angustia, una copia de la original que se conserva en el Museo de Bellas Artes. La Virgen de la Antigua fue la patrona de Granada antes que la de las Angustias le quitara ese privilegio. La imagen fue encargada por los Reyes Católicos después de la Toma a Ruperto Alemán, en la que se puede ver los símbolos del yugo y las flechas, emblemas de los Reyes Católicos que en la Edad Moderna tanto usaron los falangistas.
La Puerta de la Justicia ha sido varias veces restaurada. En 1995 con motivo de la inauguración de la inauguración del Museo de la Alhambra, se limpió y se consolidaron algunas de sus piezas. Las demás restauraciones han consistido en la limpieza de la piedra, la reparación de daños y la conservación de elementos decorativos.
Pero también hay en esta puerta algunas de las utilidades que tuvo y que son desconocidas por los granadinos. Al pasar a manos cristianas se habilitó la parte alta como vivienda para el alcaide de Granada, que debía de regular el acceso de mercancías y estar pendiente de las horas de apertura y cierre. Más tarde, cuando la Alhambra pierde sus funciones militares, la vivienda fue alquilada a particulares. Como caso curioso, en esa parte superior de la torre el conde Romanones llegó a tener una buena biblioteca que legó al Patronato de la Alhambra en 1909. La famosa colección conocida como el Legado del Conde de Romanones. Sin premio. Luego la torre sirvió como oficinas administrativas de la Alhambra. Tampoco es muy conocido por los granadinos que en esa torre hay una capilla con un retablo de Diego Navas. En esa capilla, los Reyes Católicos oyeron misa. Desde la restauración de la Puerta de la Justicia que hizo Pedro Salmerón en 2016, se pueden visitar sus dependencias. No se la pierdan.
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