Una raya (eléctrica) en el agua (del mar)
La mar de biodiversidad
Los peces o rayas torpedo poseen órganos capaces de producir fuertes descargas eléctricas.
Son peces cartilaginosos emparentados con los tiburones
Protagonistas ‘estelares’
Los peces o rayas torpedo, también conocidos como rayas eléctricas, tembladeras o tremielgas, se pueden encontrar en todos los mares templados y tropicales del mundo, desde aguas costeras poco profundas hasta los mil metros de profundidad.
Tienen el cuerpo aplanado, en forma de disco, por la fusión de las aletas pectorales con el cuerpo, y una cola fuerte con aleta caudal bien desarrollada. Poseen órganos eléctricos situados en la parte inferior, a ambos lados del cuerpo, basados en células musculares transformadas, que pueden generar descargas de hasta 220 voltios y 1 amperio. Usan estos órganos tanto para cazar como para defenderse. Tras varias descargas potentes estos animales pueden tardar varios días en volver a cargar la 'batería de células' para poder realizar nuevas acciones.
Se alimentan de crustáceos, moluscos y pequeños peces del fondo, que ingieren tras aturdirlos a distancia mediante las descargas eléctricas. En relación con otras rayas sus movimientos son lentos, propulsándose con sus colas, pues no usan las aletas pectorales para el desplazamiento, basando en gran parte su estrategia en el camuflaje, en la ocultación y el enterramiento por lo que tienen una actividad esencialmente nocturna. Durante buena parte del día permanecen ocultos en la arena, de forma que sólo son visibles los ojos y los espiráculos.
Dos especies de este grupo son frecuentes en el Mediterráneo occidental: el torpedo común ocelado, o de lunares, (Torpedo torpedo), de color canela con cinco manchas azules circulares, bordeadas de amarillo, en el dorso, y la tembladera amarmolada o raya eléctrica jaspeada, (Torpedo marmorata), de tonos marrones con gran cantidad de manchas en la parte dorsal. La primera es un poco más pequeña y tiene los bordes de los espiráculos redondeados frente a los estrellados de T. marmorata.
Ocasionalmente también puede aparecer en nuestras aguas el torpedo del Atlántico o tremielga negra, (Tetronarce nobiliana), de color chocolate oscuro a marrón púrpura en la parte dorsal y blanco en la ventral, sin manchas, que es la raya eléctrica más grande que se conoce, de 60 a 80 cm, pero que puede superar el metro y medio. Esta especie inspiró a Robert Fulton a principios del siglo XIX para nombrar la conocida arma naval que utilizaban los submarinos para hundir barcos.
Una gran familia emparentada con los tiburones
Los torpedos o rayas eléctricas forman parte de una gran familia que integra, además, a las mantas, las rayas verdaderas, rayas látigo, rayas mariposa, peces sierra, peces guitarra y las rayas de aguijón. Taxonómicamente constituyen el Superorden de los Batoideos (o hipotremados), caracterizados por los cuerpos aplanados y las aberturas branquiales en la cara ventral. Este grupo está estrechamente emparentado con los tiburones integrando ambos (más las quimeras) la Clase de los Condrictios o peces cartilaginosos ya que no tienen un verdadero esqueleto óseo sino que poseen un cartílago flexible, que reemplaza a los huesos que aparecen en el resto de los peces pertenecientes a la Clase Osteictios.
Características de los peces cartilaginosos
Hace aproximadamente unos 400 millones de años, en el Paleozoico, en el periodo conocido como Silúrico, se produce la separación entre peces óseos y cartilaginosos, por lo que los actuales tiburones y rayas son descendientes de especies que precedieron a los dinosaurios. A su vez la evidencia fósil y molecular nos indica que las rayas y tiburones divergieron a mediados del Pérmico (unos 270 millones de años).
Los peces cartilaginosos son vertebrados acuáticos que poseen un esqueleto formado por cartílago, en contraste con los peces óseos cuyo esqueleto está compuesto de hueso. Los tiburones y rayas, también conocidos como elasmobranquios, se distinguen también por poseer generalmente cinco pares de sacos branquiales que se abren por orificios separados, (frente al par de branquias en el interior del cuerpo de los peces óseos), carecer de la vejiga natatoria (aunque el hígado está lleno de aceite, que les proporciona flotabilidad al cuerpo mientras nadan), y tener una boca ventral, armada en el caso de los tiburones por numerosas hileras de dientes, que no están fusionados a la mandíbula y se reemplazan continuamente. La piel es dura y cubierta de escamas denominadas placoideas.
Su cola es heterocerca (con lóbulos de forma y estructura distintas) y cuentan con aletas pectorales, pélvicas y dos aletas dorsales. En los machos, las aletas pélvicas están modificadas como órganos sexuales para la cópula.
Los tiburones y las rayas tienen una aberturas llamadas espiráculos para la respiración, que se sitúan a ambos lados de la cabeza, justo detrás de los ojos, carentes de párpados.
Importancia ecológica
Las especies de peces cartilaginosos son de crecimiento lento, madurez tardía, periodos largos de gestación (la fertilización de los huevos se produce de manera interna a diferencia de los peces óseos) y pocos descendientes, lo que se conoce en ecología como ‘estrategas de la K’, lo que los convierte en un grupo de animales muy vulnerable a la sobreexplotación. En condiciones normales, pueden llegar a ser muy longevos.
Los tiburones y rayas tienen una relación estrecha con el ser humano desde tiempos inmemoriales. De los tiburones cabe destacar su función como depredadores en los niveles más altos de la cadena trófica, mientras las rayas juegan un papel fundamental en la complejidad de los ecosistemas del fondo marino. Ambos grupos son indicadores clave del estado de salud de mares y océanos.
Sus poblaciones se encuentran en clara regresión a nivel global y su situación en el Mediterráneo es todavía más delicada. En los últimos 50 años su abundancia mundial ha disminuido en más de un 50% mientras que la presión pesquera que se ejerce sobre ellos se ha multiplicado.
Los datos científicos muestran que, al menos, la mitad de las rayas y de los tiburones se encuentran en un alto riesgo de extinción. Las principales causas son la sobrepesca continuada durante años y las capturas accidentales asociadas a determinados tipos de artes de pesca. La contaminación de mares y océanos y los efectos del cambio climático (calentamiento y acidificación de las aguas), completan el cóctel de amenazas de todo el grupo de peces cartilaginosos.
Peces eléctricos
Los peces eléctricos son animales que han desarrollado órganos capaces de producir un campo eléctrico o bien tienen la capacidad de percibir electricidad de su entorno, lo que les permite ‘ver’ lo que les rodea, de manera similar a los sistemas de ecolocalización que utilizan murciélagos o delfines. En el primer caso la electricidad puede ser usada tanto para atrapar a sus presas como para ahuyentar a sus depredadores. En el otro supuesto, la interpretación de la electricidad circundante les sirve para encontrar a otros ejemplares de su misma especie, en rituales de cortejo o bien para detectar alimento. Se encuentran tanto en aguas dulces como saladas aunque hay más especies en el medio marino ya que las sales del agua del mar ayudan a conducir mejor las descargas.
Entre las especies de peces que pueden producir electricidad se encuentra el pez cuchillo fantasma negro, que tiene un sistema de electrolocalización que le sirve para detectar alimento o depredadores; los peces gato eléctricos poseen una electroplaca que puede generar descargas de 350 voltios, mientras que las anguilas eléctricas pueden llegar hasta los 850 voltios, con las que electrocutan a sus presas, aunque también estos peces lanzan descargas muy bajas (de apenas 10 voltios) que les sirven para ubicarse dentro de su entorno; el pez navaja africano también emite descargas eléctricas bajas como elemento sensorial; por su parte los conocidos como peces elefante, por su prolongación en la boca, tienen una gran capacidad electroreceptora muy útil en las aguas turbias en las que vive; finalmente las rayas eléctricas son las únicas con estas cualidades dentro del grupo de los peces cartilaginosos y sus descargas eléctricas llegan hasta los 220 voltios y les sirven tanto para el ataque que como medio de defensa.
Curiosidades de las rayas eléctricas
En el antiguo Egipto, se recomendaba a los epilépticos que comieran carne de este pez y que aplicaran los órganos eléctricos sobre la cabeza, porque consideraban que las descargas tenían valor terapéutico. Los romanos las utilizaban para confeccionar ungüentos y pociones afrodisíacas, así como para electroterapias para combatir migrañas y dolores crónicos como el reuma. Plinio el Viejo cita la costumbre de utilizar un torpedo vivo colocado en la cabeza para curar cefaleas persistentes, en un tratamiento precursor del electrochoque.
El cuerpo de las rayas eléctricas se halla recubierto de dentículos dérmicos que le dan un tacto muy áspero, que en la antigüedad se usaba como papel de lija.
En 1801, el inventor norteamericano Robert Fulton desarrolló un artefacto mecánico que estallaba al hacer contacto con un barco y lo llamó torpedo, porque le recordaba el pez del mismo nombre. Pero fue el ingeniero británico Robert Whitehead quien inventó el torpedo como arma con movimiento propio, impulsado por un dispositivo de aire comprimido que le permitía desplazarse a unos 10 km/h.
ETIMOLOGÍA. El término elasmobranquios, viene del griego (elasmos = placa (de metal)' + brankhia) y agrupa a tiburones y rayas, que son peces cartilaginosos o condrictios (de khondro = cartílago + ikhthys = pez) frente a los peces óseos u osteictios (de ósteon = hueso + ikhthys). El nombre del género Torpedo viene del latín "torpere", que significa agarrotarse o ser paralizado, refiriéndose al efecto en alguien que manipula o pisa a una raya eléctrica viva.
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