La rebelión de la Granada científica para alertar de la crisis climática y ecológica
Medio Ambiente
Miembros de la comunidad, universidad e instituciones se encierran en la Facultad de Ciencias hasta el sábado para pedir soluciones climáticas ante la inacción política
Granada/El cambio climático es un hecho, y si no se detiene con voluntad y con medidas reales, la humanidad acabará con el planeta. Esta es la principal denuncia que han realizado esta mañana miembros de la comunidad científica de Granada, que en coordinación con otros miembros de todo el mundo han comenzado este lunes la primera acción de desobediencia civil pacífica de este colectivo.
En la capital nazarí se produce desde este lunes y hasta el próximo sábado 9 de abril un encierro en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, para pedir que las recomendaciones consensuadas de la comunidad científica se conviertan en objetivos vinculantes, con mecanismos institucionales que garanticen la participación real de la ciudadanía, como prevé el convenio europeo de Aarhus desde 2005.
El Doctor en Física y Matemáticas por las universidades de Granada y Roma Tor Vergata, Mauricio Misquer, es el portavoz de 'Rebelión Científica' en la ciudad y una de los más de 1.000 personas firmantes de esta movilización científica, a la que cada vez se van sumando más y más miembros de estas instituciones. Ellos se rebelan ante la "inacción de los gobiernos ante la emergencia climática y ecosocial en la que nos encontramos".
"Exigimos al Gobierno de España que actúe ya ante esta situación y en particular hemos venido aquí a exigir a la Universidad de Granada (UGR) que ponga una asignatura obligatoria para todos los estudios de grado y máster para preparar a los alumnos en la emergencia climática que vamos a vivir el resto de nuestras vidas", ha demandado.
Misquer ha asegurado que se requiere de una acción inmediata, ya que consideran que "vamos muy tarde". En esta movilización global de más de 25 países se van a producir acciones en facultades y centros de investigación, se ha propuesto una huelga que dure toda la semana, para hablar de esta emergencia a la que nos enfrentamos.
"Nos vemos obligados a pasar a la desobediencia civil. Nos encantaría quedarnos en nuestros despachos, investigando y que los gobernantes tomaran las decisiones oportunas. Pero ha llegado el momento en el que vemos la completa inacción de las instituciones públicas y de las grandes multinacionales, que se hacen lavados de cara verde, mientras continúan con sus emisiones. Nuestras universidades siguen colaborando con ellas, y es por esto por lo que la rebelión científica quiere dar un golpe encima de la mesa y decir que no estamos dispuestos a colaborar, ya que se nos lleva al desastre más absoluto", ha comentado.
Desde esta rebelión científica han invitado a toda la comunidad, a todos los colectivos y actores sociales y a toda la ciudadanía a firmar un manifiesto que denuncia la inacción por parte de los gobiernos de todo el mundo y a pasar a la acción. "Porque es crucial que hoy se escuche a la ciencia".
Según argumentan, ha llegado la hora de exigir unos cambios que, de no producirse, "van a ocasionar una cantidad inimaginable de sufrimiento". Un sufrimiento que puede ser evitado, según aseguran, si asumimos que nuestro planeta tiene límites, y que somos nosotros quienes nos tenemos que adaptar a ellos.
"Necesitamos apoyo por parte de las instituciones académicas y científicas, en particular nos gustaría que la UGR fuese pionera en apoyar este tipo de declaraciones y movilizaciones por parte de científicos que estamos sumamente preocupados, aterrorizados por la rapidez de los sucesos climáticos inesperados que se están sucediendo. La realidad es muchísimo peor de lo que nos cuentan", ha demandado Mauricio Misquer.
Las personas que firman el manifiesto de la rebelión científica representan diferentes disciplinas y áreas de conocimiento. El compromiso que expresan es suyo de forma personal y no involucra a las instituciones para las que trabajan. "Desde nuestros diferentes campos de especialización, compartimos la misma observación: durante décadas, los sucesivos gobiernos no han tomado medidas acordes a la magnitud, urgencia y gravedad de la crisis climática, energética y de biodiversidad", han alertado.
"Las amenazas para la supervivencia de nuestra civilización e incluso para la vida en el planeta aumentan cada día. Esta inacción no puede seguir siendo tolerada: la situación es tan grave que hace necesaria la movilización de la comunidad científica para exigir que se actúe de inmediato. Ya no hay tiempo", han valorado.
La ciencia les da la razón
Las conclusiones de los estudios científicos son indiscutibles: las catástrofes se producen y a gran escala. Según denuncian los firmantes de esta rebelión científica, la pandemia de Covid-19 que padecemos desde 2020 se origina "en una zoonosis relacionada con la deforestación". Las gotas frías, nevadas, lluvias torrenciales, sequías, olas de calor y megaincendios se multiplican y aceleran. En España, un 75% del territorio está ya en alto riesgo de desertificación.
"Estamos viviendo a escala global la sexta extinción masiva: decenas de especies de fauna y flora desaparecen cada día. Los niveles de contaminación son alarmantes desde todos los puntos de vista y sabemos que algunos puntos de no retorno climáticos se han activado", han comentado.
En 2019, las evidencias científicas de la amenaza para la supervivencia de la humanidad y un colapso global del sistema de la vida en la Tierra llevaron a 11.000 personas de la comunidad científica a lanzar una alerta pública de emergencia climática, dirigida a todos los gobiernos del planeta. Aún así, ni los gobiernos ni los grandes responsables económicos han mirado de frente la magnitud de la catástrofe que ya está en marcha.
Para la paleoclimatóloga y co-directora del grupo 1 del IPCC, Valérie Masson-Delmotte, la exitosa película satírica No mires arriba, de A. McKay, se queda corta: "nuestra realidad como científicos es mucho peor que esta ficción".
En 2022, las emisiones siguen aumentando, los recursos se siguen agotando y los gobiernos siguen subvencionando con dinero público la industria de los combustibles fósiles y otras actividades que dañan tanto el medioambiente como la salud humana. Justamente por ello, en España se está tramitando actualmente una querella climática contra el Estado.
Los firmantes de esta rebelión científica señalan directamente a nuestros gobiernos y los lobbies empresariales como responsables del bloqueo de la acción ambiental rápida, al ignorar el principio de precaución y no reconocer que el crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos es "una senda suicida para la humanidad".
"Los cambios de consumo individual no bastan y hace falta una transformación profunda y rápida del conjunto del sistema productivo, así como una transición justa para los colectivos más vulnerables", han concluido.
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