Los recortes paralizan la carrera de 425 profesores y catedráticos de la UGR
Más de 270 acreditados aguardan una improbable plaza de titular y 154 profesores esperan una cátedra El nuevo Rectorado publicará en breve una lista de los aspirantes por antigüedad.
GRANADA/La Universidad de Granada (UGR) sufre actualmente un atasco importante en el desarrollo de la carrera académica de sus profesores. La tasa de reposición impuesta por el Gobierno, que ha impedido entre 2012 y 2015 cubrir el 90% de las vacantes, ha provocado que haya 271 doctores contratados temporales y en muchos casos también en condiciones de gran precariedad a la espera de una plaza de profesor titular, para la que ya han superado todo el proceso de evaluación. Además, otros 154 profesores titulares, también acreditados, aguardan su oportunidad para acceder a una cátedra. En total, 425 personas con preparación para una plaza que no sale.
Este panorama que presentan los datos aportados por el Vicerrectorado de Personal Docente e Investigador, y que ahora es común en todo el sistema universitario público, es prácticamente inédito. Nunca antes se había producido un atasco de esta dimensión.
Hasta 2012 la oferta de empleo público de la institución académica era suficiente para absorber en su casi totalidad a los doctores que conseguían superar el proceso de acreditación.
El ritmo de creación de nuevas cátedras también estaba acompasado a la acreditación de catedráticos. Antes el proceso era casi automático. Los decentes que conseguían su acreditación solicitaban la plaza a la Universidad en poco tiempo salía el puesto.
El Gobierno publicó el 13 de julio de 2012 un Real Decreto Ley destinado a garantizar la estabilidad presupuestaria que congeló la oferta de empleo público en la totalidad de las administraciones públicas, con la única salvedad de servicios estratégicos como educación, sanidad o seguridad, en los que estableció una tasa de reposición del 10%. Es decir, por cada 100 bajas que se producían, se permitía cubrir con puestos fijos 10 vacantes. En ese momento la carrera académica de decenas de doctores y profesores quedó detenida.
En el curso 2013/14 causaron baja en la UGR 9 catedráticos de universidad, 26 profesores titulares, 2 catedráticos de escuela universitaria, 5 profesores titulares de escuela universitaria y 1 contratado doctor. O sea, 43 docentes, de los que casi todos eran funcionarios. En los años anteriores el número de bajas era casi del doble cada curso. La finalización del programa de jubilación incentivada motivó ese frenazo en los retiros de profesores. Desde 2012 hasta 2014 la UGR ha perdido en total 73 plazas del funcionariado (docentes e investigadores).
Este año, el Gobierno ha aflojado un poco las riendas y ha permitido ampliar la tasa de reposición hasta el 50%. De esa forma, ha sido posible que la oferta de empleo de la Universidad de Granada correspondiente a 2015 contemple 23 plazas, de las que 4 (15%) están reservadas por ley para investigadores del programa Ramón y Cajal, 6 son para catedráticos y 12 para profesores titulares.
En cualquier caso la dinámica del empleo público es insuficiente para digerir el pelotón de doctores evaluados y acreditados como profesores titulares que esperan su oportunidad, así como de profesores que pretenden completar su trayectoria académica como catedráticos.
El proceso de acreditación lo realiza la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) a través comisiones especializadas que evalúan los méritos de los candidatos.
Las dificultades para dar salidas a quienes obtienen la acreditación para optar a una plaza de funcionario tiene entre sus efectos directos un progresivo envejecimiento de la plantilla. La edad media de los profesores de la UGR es de 49,6 años, lo que coloca a la plantilla de esta institución entre las más envejecidas del panorama nacional. Los sindicatos sostienen también que, dada la situación, los profesores tratan de alargar al máximo su jubilación hasta los 70 años.
El cuello de botella, por otra parte, tardará en digerirse. Harán falta años y más oportunidades para que cada profesor y catedrático acreditado pueda lograr un puesto estable.
El nuevo equipo de Gobierno nombrado por la rectora Pilar Aranda tiene previsto en breve hacer pública la lista de todas esas personas que esperan su oportunidad para que puedan ver en qué situación se encuentran, pues tendrán prioridad las que llevan más tiempo esperando.
Las restricciones para crear nuevas plazas de profesor e investigador funcionario han implicado, por otra parte, una progresiva precarización del cuerpo docente. La contratación temporal ha estado a la orden del día a través de figuras como el sustituto interino o la del asociado, categoría que se ha estirado hasta pervertir su espíritu original. De los 3.542 profesores e investigadores que tenía la Universidad de Granada en el curso 2013/14, 1.405 (39%) son contratados laborales y de ellos 532 son asociados. Esta figura se creó para facilitar que profesionales de prestigio colaboraran en la formación de los estudiantes universitarios. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha utilizado como una alternativa para acceder a la carrera académica y para tapar huecos.
El vacío docente dejado por las jubilaciones registradas en los últimos años se ha cubierto en gran medida ampliando las horas de clase de los profesores que no tenían actividad científica acreditada. El Real Decreto Ley de Medidas Urgentes de Racionalización del Gasto en la Educación aprobado por el Gobierno en abril de 2012 elevó el límite de docencia de 240 a 320 horas anuales a aquellos profesores que no se dedicaran activamente a la investigación.
Además, la Junta de Andalucía decidió también que los doctores contratados también destinaran 320 horas a la docencia. El resto se completó con la contratación temporal y precaria. En cierta medida se sustituía a catedráticos y profesores con décadas de experiencia por personal júnior.
Esta situación, no obstante, está cambiando algo. El año pasado la Junta de Andalucía autorizó a las universidades a contratar doctores ayudantes, previa autorización. La Universidad de Granada ha podido sacar a concurso más de 80 plazas que están ahora en proceso de resolución. Se trata de personal con algunos años de trayectoria y experiencia docente que tienen así acceso a contratos más estables. Esta solución intermedia, según la UGR, facilita las cosas para la docencia en la institución. La carencia de esa deseada estabilización se demuestra en la gran demanda que han tenido esas plazas, con decenas de aspirantes para cada una.
Pero desde una perspectiva más personal de los profesores sigue siendo insuficiente este paso, pues una vez conseguido esto se topan con el cuello de botella para acceder a las plazas de titulares, por lo que es difícil encontrar la motivación para mejorar y para conseguir la acreditación necesaria.
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