La recuperación de la red hidráulica de la Azucarera de San Isidro ayudaría a mitigar el riesgo de inundaciones en la Vega de Granada
El sistema que proveía de agua al ingenio contaba con canalizaciones, pozos, albercas y silos
Así será el primer eco campus de la Universidad de Granada

La Azucarera de San Isidro está llamado a ser un proyecto medular de la Universidad de Granada. Forma parte de su plan estratégico para los próximos años y aunque posiblemente la recuperación de este espacio industrial se extienda a lo largo de años, sobre el papel hay ya planes para este singular espacio adquirido por la UGR para construir un campus verde, singular, sostenible, destinado a la investigación en sostenibilidad, formación, transferencia empresarial y cultura. Hasta la fecha, se han comprometido 8 millones de euros por parte del Gobierno de España para su rehabilitación.
Las enormes posibilidades que ofrece este trozo de historia de Granada abarcan multitud de aspectos, y uno de ellos es el del agua. Sobre el particular expresan sus propuestas los expertos Fernando Osuna y Carmen Moreno, que exponen su análisis y propuestas en uno de los capítulos del libro La Azucarera de San Isidro, Granada Estudios sobre el conjunto industrial y Plan de Recuperación de un Bien de Interés Cultural, de la Editorial Universidad de Granada y en el que Juan Domingo Santos, Carmen Moreno y Ángel Isac Martínez de Carvajal son editores.
La Azucarera, se expone en el texto, está en la Vega de Granada, un espacio agrícola "de gran riqueza hidráulica". Hay agua en el subsuelo, gracias al "gran acuífero" que se emplea desde la época musulmana y que ha permitido crear una "densa red de acequias".
El ingenio azucarero estaba cerca de la línea de ferrocarril y también próximo a la acequia Gorda. Fabricar azúcar requiere de agua, hasta 30 litros por segundo por cada 100 toneladas de remolacha. Sin agua, directamente, no hay azúcar. Era "trascendental", señala el texto. En 1950, el objetivo era llegar a las mil toneladas diarias de azúcar.
La fábrica se hizo sobre unos terrenos agrícolas con acequias. La principal vía de abastecimiento era un ramal de la acequia del Jaque del Marqués Bajo, que era la que llevaba el agua a la Azucarera. También llegaba agua del canal de Albolote y de tres pozos en los mismos terrenos del ingenio. Con el tiempo se hicieron ramificaciones y hasta cinco estanques para organizar la circulación del agua.
Bombas, pozos, albercas, canalizaciones en ocasiones subterráneas y otras en superficie, componían el sistema de movimiento del agua necesario para abastecer aquello.
Ahora, décadas después de su cierre, se plantea como necesario para alcanzar el objetivo de un campus sostenible, estudiar la gestión del agua. Para ello, los expertos plantean que sería necesario localizar las redes subterráneas para completar los esquemas que ya se tienen.
"El estudio de esta red de infraestructuras hidráulicas puede ser de gran interés para el futuro del proyecto del Campus UGR Sostenibilidad de la Universidad de Granada para plantear el aprovechamiento de los elementos de almacenaje y conducciones de agua existentes en este Bien de Interés Cultural del patrimonio industrial y agrícola, que puedan proporcionar nuevos ciclos hidráulicos para el renovado uso universitario del recinto", se puede leer en el texto preparado por los expertos.
El agua podría dirigirse a las zonas necesarias, mientras que para regar se utilizarían aguas residuales o de lluvia. En esto del agua se plantea la posibilidad de crear "alianzas" con espacios próximos, como los parques cercanos que se proyectan, como el parque de descarga de agua y tormentas, que almacenarán aguas pluviales dela depuradora de los Vados. Esto, a su vez, hará que cuando haya precipitaciones fuertes se regule antes de llegar al Genil. Se reduciría así el riesgo de inundaciones en la Vega y se propiciaría el crecimiento de árboles y plantas.
En las acciones propuestas para la regeneración natural del recinto y reutilización de la red hidráulica que ya existe en la Azucarera se plantea integrar esta red como parte del paisaje industrial. Las albercas se usarán como llanura de inundación y se especifica que "pueden utilizarse para el baño", en caso de que estén llenas con aguas subterráneas de los acuíferos. Esas albercas también pueden derivar las aguas de escorrentías en caso de lluvias torrenciales.
Los antiguos silos pueden ser estanques naturalizados con flora y fauna para la depuración de forma autónoma de las aguas de lluvia y las aguas grises (las que proceden de duchas o lavabos), y las acequias y canales recuperarse para hacer circular el agua.
Sobre los espacios pavimentados, se prevé que se permeabilicen para reducir las escorrentías y reducir el efecto de isla de calor. Los árboles que se planten permitirán a su vez la retención de la humedad del suelo. En su mantenimiento se empleará agua reciclada y tratada en "procesos naturales".
El rector, Pedro Mercado, en su discurso de apertura del curso 2024/2025 incidió en la posibilidad de utilizar "nuevas fórmilas de colaboración público-privada para hacer un espacio único en la ciudad, un espacio en el que la innovación y la experimentación sean los vértices sobre los que pivote su actividad".
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