El relevo darwiniano de la Alhambra
Política
De carácter voraz en la política y con un perfil muy alejado de los de sus sucesores, la popular Rocío Díaz será la directora del Patronato a partir de la semana próxima
Twitter es el reflejo del alma y el de Rocío Díaz aparece abriendo a cinco columnas con una fotografía de la Alhambra. El coloso en primavera como si la instantánea se hubiera tomado ayer mismo. Floreciente presente el que vincula a Díaz y al monumento cuyas entrañas administrativas estaban expectantes ante el cambio darwiniano desde la llegada del PP al gobierno en la Junta.
Los tiempos de oposición han pasado para Rocío Díaz que hace unos años reivindicaba un concurso público para optar a la dirección del Patronato y desdeñaba los 'señalamientos'. A partir de la próxima semana la gran sonrisa del PP ocupará uno de los sillones más codiciados de Andalucía, el de directora del Patronato de la Alhambra. La popular releva Reynaldo Fernández: deja el Patronato el hombre con pajarita de partituras, enamorado de la cultura y que enarboló la excelencia del conjunto monumental.
El relevo, con menos verso y más espada para duelos políticos, la portavoz del grupo municipal del PP, se desenvuelve a la perfección en actos y convenciones. Le valen su formación en Relaciones Internacionales y su experiencia como concejal de Turismo en el Ayuntamiento en la etapa de Torres Hurtado como alcalde.
Muchos han mirado de reojo este cambio de perfil. Es cierto que la popular no está vinculada a la cultura y al arte como lo estaban sus antecesores, aunque Rocío Díaz sí sabe cómo agitar el cóctel de turismo y cultura. Pueden pensar que a la Alhambra no le hace falta más fama, pero los antecedentes de la popular pueden prometer nuevas iniciativas que envuelvan también a la ciudad.
En este caso, la hemeroteca no está maldita: en su etapa de concejal de Turismo promovió rodajes de cine y acarició con mimo al Albaicín. Granadina y olé, la futura directora de la Alhambra hace sombra al perfil técnico con un acentuado cariz político.
Guerrera, elegante, cordial y con el cargador de dardos lleno en cada comparecencia y duelo consistorial, es una fuerza de oposición en sí misma -el alcalde Francisco Cuenca ha sido quien más ha padecido ese rasgo pasivo-agresivo-.
Sus principales bazas como cargo público viven en el manual del buen político: cercanía, oratoria veloz, buena preparación y sobre todo, un resorte defensivo muy bien engrasado cuando hay que tratar temas sensibles. Esos que el PP de Granada ha vendido a precio de coste de un tiempo a esta parte.
A Rocío le dijeron en una Comisión de Cultura del Ayuntamiento -una de esas broncas casi ya por divertimento- algo que pocos asistentes lograrían olvidar. Una revelación con acento marcado: el seseo característico y el tono templado de la concejal de Cultura, María de Leiva. En dicha comisión, de Leiva y Díaz escalaban en decibelios y solapaban frases.
En el maremagnun dialéctico la popular insistía en un tema sin ahora relevancia y la socialista solo logró zanjarla -a ella y al resto de la sala de puro pasmo- cuando dijo: “Rocío, a ti todo lo que te pasa es que quieres ser alcaldesa y no has podido”. Se hizo el silencio, las miradas buscaban un cómplice por toda la sala pero Rocío Díaz solo pudo sonreír elegante ante el comentario desaforado de la presidenta de la comisión.
De esa anécdota tan cotidiana se extrae que Rocío Díaz sabe cómo encajar los tiros con gusto y finura -lo ha demostrado en cuestiones más duras-, aunque la nota de la socialista no era del todo incierta. Dejando a un lado el estilo de quien quiso apagar fuego con gasolina, Rocío Díaz fue durante un tiempo el relevo natural a la alcaldía de Granada por el Partido Popular. No pudo ser, pero su peso en el partido finalmente le ha valido un premio nada desdeñable. El darwinismo volvió a ganar al lamarckismo.
Escalar hasta la Alhambra sin necesidad de cuerdas, con el amparo del golem popular que es ahora la Junta de Andalucía, es un caramelo del que se puede extraer mucho sabor.
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