El retorno del Maristán de Granada
Durante más de 30 años, el hospital con sus restos a la vista, quedó vallado y sin asignaciones económicas
Granada/Elevado en la misma Carrera del Darro durante la primera mitad del siglo XIV, el Maristán o sanatorio civil para 'musulmanes locos e inocentes' fue una obra genial para la Granada andalusí. Mandado construir por el sultán granadino, Muhammad V, contó con un gran espacio –algo mayor al fondaq o caravansar del Corral del Carbón de similar época– siendo ambos edificios de los escasos ejemplos en España en conservarse provenientes de la arquitectura civil andalusí.
Tras la incorporación de la Granada islámica a las coronas de Castilla y Aragón en las postrimerías del siglo XV, el Maristán, entró en la propiedad colonial del secretario de los Reyes Católicos, Hernando de Zafra. Los nuevos dueños de la ciudad y el reino colonizaron la Carrera del Darro concediéndole a órdenes religiosas y la nobleza distinguida en las Guerras de Granada vastos espacios urbanos, que con el transcurrir del tiempo, elevaron conventos, monasterios e iglesias donde la huerta siempre tan socorrida eran anejos a estos edificios religiosos.
Así el convento de Santa Catalina de Zafra, un bello exponente renacentista y el convento de la Concepción, otra joya del arte occidental en Granada, cercenaron el anterior espacio del Maristán perdiendo éste la fachada con su leyenda fundacional y los dos leones que ambos lados de su entrada original existieron.
Estos dos leones, que estaban sentados y más grandes de los existentes en el inmortal Patio de los Leones de la Alhambra, durante años estuvieron situados enfrente del Palacio y Torre de El Partal, siendo en época del director del patronato de la Alhambra, Mateo Revilla, trasladados al Museo de Arte Islámico (en el Palacio Imperial de Carlos V en la Alhambra) donde actualmente se encuentran.
El paso de los siglos hicieron del primigenio espacio del Maristán que se fuese perdiendo poco a poco hasta edificarse sobre sus restos. De hecho hasta 1960 era una finca urbana llena de vecinos. Tras su incorporación al dominio público no se realizaron excavaciones hasta mediados de la década de los 80 del siglo XX, hallándose monedas y cerámicas de los siglos XVII y XVIII que pasaron a engrosar el patrimonio del vecino Museo Arqueológico o Casa e Castril.
Quedó vallado el espacio para intervenir en él, pero cada anuncio par intervenir en recuperarlo se quedaba en aguas de borrajas y durante más de 30 años, el Maristán con sus restos a la vista, quedó vallado y sin asignaciones económicas para retornarlo a Granada como uno de sus monumentos más singulares, sobre todo, por los avances de la Medicina andalusí que ya dos siglos antes de Miguel Servet, conocían la circulación sanguínea por el cuerpo humano.
El tiempo del sultán, Muhammad V, que mandó su edificación era el tiempo donde su doble visir, Ibn al-Jatib y sus científicos no sólo expandían los Palacios de los Leones por el interior de la Mansión del Trono Real de la Alhambra, sino que atrapaban igualmente el saber de las ciencias en todas direcciones mientras el orbe occidental manifestaba un mayor atraso.
El hecho de que la monarquía nazarí tuviese sensibilidad para edificar un hospital ‘a lo San Juan de Dios’ para los ‘musulmanes, locos inocentes’ ya deja patente que el reino nazarí estaba dotado de un conocimiento muy avanzado en materia sanitaria.
Ya parece, que por fin, este anuncio de intervención para recuperar –lo que se pueda– del Maristán nazarí es una operación en marcha. Tendrán que restituirle al edificio las alturas que detentó, restaurar lo original y restañarle al espacio original recuperado su estética arquitectónica para que pueda ofrecer el aspecto más aproximado a lo que fue en un tiempo donde la Sanidad en Granada ya era más que importante.
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