El rubí del tesoro nazarí de la Alhambra que pasó de Granada a la corona de Carlos III

coronación de carlos III

Carlos III y Camila, con las coronas reales. / Efe
R. G.

07 de mayo 2023 - 11:05

En los grandes fastos de la coronación de Carlos III una de las protagonistas, junto al monarca y la reina Camila, fue la corona imperial o State Imperial Crown. Los destellos de este símbolo real llaman la atención y, entre todas las joyas engarzadas en el tocado hay una, un enorme rubí color sangre, que tiene en su historia un capítulo ligado a Granada. Se trata de una piedra que salió del tesoro real de la Alhambra en 1362 y que unos años después acabó en manos de la monarquía británica, tal y como reseñó en este diario hace unos años -cuando la 'titular' de la corona era Isabel II- Gabriel Pozo.

La pieza se conoce como el rubí de don Pedro el Cruel y es uno de los ingredientes del fastuoso tocado con el que fue coronado Carlos. La piedra que salió de la Alhambra pesa 24 gramos (170 quilates) y se sabe que estuvo en el tesoro real nazarí hasta 1362, aunque su origen no se conoce. La leyenda dice que estuvo engarzada en la mismísima mesa del rey Salomón. De cómo llegó de ahí a la Alhambra es un misterio. Sí está más documentado cómo salió de Granada.

En el siglo XIV las guerras internas enfrentaban a los distintos reinos, tanto cristianos como musulmanes. Muhammad V se las veía con Ismail II y Muhammad VI mientras que, en el otro lado, Pedro I luchaba contra su hermado Enrique II.

Muhammad V cayó derrocado; Ismail II fue asesinado por quien le puso en el trono, Muhammad VI, conocido como el Bermejo y que a su vez era cuñado de Muhammad V. Éste, decidido a recuperar su reino, regresó de su exilio en África en 1362. Para conseguir el trono pidió ayuda a Pedro I, que estaba en Sevilla guerreando ora contra su hermano, ora contra los musulmanes. Muhammad VI, que veía peligrar su continuidad en el trono, también fue a Sevilla a pedir el favor del rey castellano. El usurpador se plantó en la capital hispalense con parte del tesoro real de la Alhambra. Los caballeros granadinos mostraron al rey castellano las piezas en una comida en los Reales Alcázares. Pedro mandó encarcelarles.

Los 37 caballeros granadinos que conformaron la expedición a Sevilla fueron muertos y Pedro el Cruel mandó la cabeza de Muhammad VI a su oponente. Lo que no mandó de vuelta a Granada fueron las joyas, entre las que estaba el rubí.

En 1367 Pedro I de Castilla tuvo que pedir a su vez ayuda al príncipe de Gales, Eduardo de Plantagenet -conocido como el Príncipe Negro-, en la guerra contra su hermanastro Enrique II de Trastamara. Los ingleses, que estaban en Francia inmersos en la Guerra de los Cien Años, entraron en la Península y ayudaron a derrotar a las tropas de Enrique en la batalla de Nájera. Pedro les recompensó con sus joyas personales, entre las que estaba el rubí del rey granadino.

Al Príncipe Negro le gustó especialmente la piedra roja y cuentan las crónicas que la lució en sus batallas. El rubí pasó a su hijo Ricardo II Plantagenet. En 1415 la joya aparece en la corona de Enrique V en la batalla d Agincourt. En la contienda de Bosworth, en 1485, Ricardo III perdió la vida y la joya apareció partida en dos.

En un giro del destino, la pieza que había sido parte del tesoro real de Granada fue a parar al joyero real de Catalina de Aragón, esposa de Enrique VIII e hija de los Reyes Católicos. La pieza se vendió en 1649 pero regresó a manos de los monarcas ingleses con Carlos II.

Con motivo de la coronación de la reina Victoria en 1838 la tiara real fue remodelada hasta dejarla ta y como se vio en la ceremonia de entronización de Carlos III. Desde entonces la piedra roja de la Alhambra únicamente ha sido objeto de mimos, restauraciones y limpiezas.

Leyenda

Como no puede ser de otra manera cuando se trata de un elemento tan fantástico que suma siglos de historia, entorno al rubí hay una leyenda negra. Posiblemente llegó a Granada por vías comerciales, pero la historia paralela tiene sin duda su aquel. El caudillo Musa encontró la mesa del rey Salomón en Medina Sidonia o Toledo. También se dice que llegó desde Jerusalén, donde formaba parte del fabuloso rey conocido por sus míticas minas.

Se asocia además con la mala suerte. Desde luego que sus sucesivos poseedores murieron de forma más o menos trágica, ajusticiados, asesinados o en batallas. Hay quien dice que la piedra incluso se pone más roja a medida que se derrama más sangre por ella.

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