"¿Tú sabes la de tortas que me he llevado?"

Antonio Tejada trabaja desde su empresa, La Ciudad Accesible, en humanizar y democratizar el entorno

De dcha. a izda., Mariela Fernández-Bermejo, Antonio Tejada, Rocío Sánchez, Antonio Espínola y Angie Fernández.
De dcha. a izda., Mariela Fernández-Bermejo, Antonio Tejada, Rocío Sánchez, Antonio Espínola y Angie Fernández.
Arantxa Asensio Granada

11 de mayo 2014 - 01:00

A Antonio Tejada le cambió una frase. "De ésta te has salvado. Enhorabuena. A ver lo que haces con tu vida". Se la dijo su cirujano en el año 2009, a quien confió, precisamente, su vida y su pierna derecha. El día que Antonio cumplió los 31 comenzó a sentir un dolor en la rodilla. Era un tumor, el último escalón en una vida que le ha llevado a superarse una y otra vez. Nació con el síndrome de Poland, una enfermedad rara que afecta a uno de cada 30.000 nacidos y que, en su grado más leve, también padece el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso. "Todo el pueblo vino a verme". Durante la gestación su brazo derecho y parte del torso quedaron estrangulados y no pudieron desarrollarse. Tiene los dedos unidos, el brazo algo más corto y carece de un pectoral. Tiene una discapacidad del 66% que le ha permitido llevar una vida plena. Sobre todo a partir de 2009, cuando le descubrieron el tumor en la pierna. "Fueron 18 meses de pruebas, de incertidumbre. Me pasaba como dicen que ocurre con las embarazadas. Únicamente veía a personas amputadas por la calle. Me obsesioné". Los 18 meses de darle vueltas a la cabeza dieron a luz una idea. "Conocí a varios amputados y empecé a ver los problemas de accesibilidad que tenían".

Los empezó a ver entonces, pero ya los conocía en profundidad de antes. Tras el fallecimiento de su madre en 2000 la salud de su padre empeora. Sufre un infarto cerebral y queda postrado. "Nos fuimos de Purullena a vivir a Guadix, porque en la casa de Purullena no podía bañarle".

La solución de cambiar de casa por tener a un familiar con problemas de movilidad puede parecer extrema. Pero en el mundo en el que se mueve Antonio se ha encontrado casos, como poco, surrealistas. "La primera consulta que tuvimos en la empresa fue a un chico de Montefrío que se había quedado tetrapléjico tras un accidente de tráfico. El arquitecto que le había hecho el proyecto de su casa, que estaba sin construir, se negaba a cambiar los planos para adaptarlos".

Su empresa, La Ciudad Accesible (www.laciudadaccesible.com), aborda este tipo de situaciones, pero con una reflexión que abarca a todos los que no entran dentro del canon varón joven y sano: mayores, niños, enfermos, personas con sobrepeso, embarazadas, turistas, y con un enfoque que supera el estigma y apunta a cuestiones como la rentabilidad económica. "Cuando me detectaron el tumor tuve que ir a rehabilitación. Allí había muchas mujeres mayores, casi todas con fractura de cadera provocada por caídas, casi siempre con bordillos o alcorques en la calle. Esas mujeres necesitan tres o cuatro operaciones y años de rehabilitación... ¿Cuánto cuesta eso?". Su empresa se dedica también a eso, a pensar en cómo mejorar la productividad y dismuir el riesgo de accidentes laboral mediante un entorno más accesible, una palabra que Antonio deja caer una y otra vez.

Otro capítulo en el que su empresa trabaja es el trato hacia las personas con discapacidad. "Trabajamos con un arquitecto que va en silla de ruedas. Un día fuimos los dos a una reunión y el cliente me hablaba a mí... Yo le decía ¡pero si el arquitecto es él!". Porque la accesibilidad no es sólo colocar una rampita. Para Antonio Tejada y su equipo es un proceso que requiere de coherencia -"hay unos baños accesibles de libro en edificios a los que no se puede entrar con silla de ruedas porque tienen escalones en la entrada"-, humanizar y democratizar no sólo los espacios, también los derechos. "El año pasado fui a comprarme una casa. Como no me hacen un seguro de vida, no me dan la hipoteca".

Antonio no fue consciente de que para la Administración era discapacitado hasta que no llegó a la Universidad. Estudió en el colegio Reina Isabel de Purullena, cursó Bachillerato y COU en el Pedro Antonio de Alarcón de Guadix y se quedó fuera por medio punto de entrar en INEF. No superó las pruebas físicas que hizo junto con el resto de aspirantes a entrar en la Facultad. "Los profesores me decían ¿pero por qué no las has hecho con el cupo de discapacitados? Yo no sabía ni lo que era el grado". En su casa nunca se había tramitado ninguna ayuda, ni subvención, ni título de discapacidad "para que me sintiera como uno más". Finalmente se matriculó en Ciencias de la Educación, en la especialidad de Educación Física. Completó su formación con varios másteres en los que se especializó en márketing y sumó al título en Ciencias de la Educación la licenciatura en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Granada. A la par que crecía su currículum académico sumaba experiencia en un campo hasta ese momento nunca explorado, en el que, al no haber experiencias previas, hay muchas lagunas legales. "Fui el primer autónomo con discapacidad de la comarca de Guadix ¿Tú sabes la de tortas que me llevé?" En 2009 crea la primera asociación de autónomos con discapacidad Sí Podemos y funda su empresa. "Los primeros proyectos eran sobre temas laborales. Con salario hay dignidad y la discapacidad se hace invisible con dinero". El primer paso es entrar en el mercado laboral. ¿Cómo hacerlo en un segmento de la población con una tasa de desempleo del 70%? "Hay mucho talento desperdiciado. Tenemos personas muy bien formadas, con dos titulaciones, que no han podido trabajar nunca". En su empresa todos los trabajadores son titulados universitarios con alguna discapacidad y de los colaboradores externos un 60% también lo son. "Este proyecto es un proyecto de economía social. Entre el 75 y el 80% de lo que se factura se destina a proyectos sin ánimo de lucro". Realizan trabajos de accesibilidad en edificaciones, entorno físico, urbanismo, pero no sólo piensan en los usuarios de silla de ruedas. Hacen cursos de formación y capacitación para saber cómo hay que tratar a una persona con discapacidad, 'traducciones' de textos para que sean accesibles a personas con discapacidad intelectual o turistas con un conocimiento limitado del idioma, adaptación de páginas web y aplicaciones informáticas... Han dejado su sello en el supermercado Covirán de la Plaza de la Ilusión, en la Alhambra, que ya cuenta con un recorrido por los Palacios Nazaríes totalmente accesible, y van a entrar en la mesa de accesibilidad del Ayuntamiento de Granada. También están en el equipo Smar Cities. Ser pioneros les ha convertido en una empresa puntera a nivel internacional, con una nutrida y muy activa comunidad on line. "México DF nos ha facilitado su plan de accesibilidad para que lo revisemos", explica la directora técnica de La Ciudad Accesible, Mariola Fernández. La universidad londinense de Middlesex les ha pedido un modelo de inclusión e igualdad de oportunidades y también han mostrado interés por su trabajo desde Bogotá, en Colombia.

Estos trabajos fuera de España les abren ahora las puertas de Granada, porque ellos tampoco han sido profetas en su tierra. "Un compañero de carrera no pudo terminar porque el autobús le dejaba en Psicología o en Farmacia. Su distrofia muscular hacía que ir a Documentación fuera una odisea". No podía conducir y la única solución era que un vehículo le dejara en la puerta de la Facultad y le recogiera. Son pocos los que empiezan, y menos aún los que terminan. Apenas un 7% de los discapacitados españoles tiene un título universitario. "Salen de la universidad y no van a ningún sitio", explica Tejada sobre la terrible tasa de desempleo de un colectivo que "no estamos en crisis porque siempre hemos estado en crisis". Por cierto, Tejada prepara ahora su tesis doctoral, que versa, precisamente, sobre la inclusión laboral y accesibilidad.

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