San Bartolomé, de templo de sederos y labradores a iglesia de ortodoxos rusos
Gómez-Moreno dijo de esta construcción que es la obra maestra de la albañilería mudéjar en Granada
Se cerró para los cultos en 1965 y casi todo el ajuar religioso fue a parar a la iglesia de San Salvador
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Y entonces los Reyes Católicos, después de conquistar Granada, dicen que ya está bien de mezquitas y que lo que hay que construir son iglesias. Promulgan una ley en 1501 (la Pragmática de Conversión general) por la que se ordena levantar templos católicos a mansalva. Aquí en Granada fueron 23 los que se construyeron, entre ellos este del que vamos a hablar ahora, que ha sido expoliado y vilipendiado durante muchos años y que ahora intenta recuperar su dignidad como sede de la iglesia ortodoxa rusa. Es la albaicinera iglesia de San Bartolomé, de la que los mejores expertos en estas construcciones han dicho que es como una pequeña joya dentro del arte mudéjar. Manuel Gómez-Moreno dice en su prestigiosa que es la obra maestra de la albañilería mudéjar en Granada. Y si lo dice Gómez-Moreno…
Los católicos reyes decidieron también acabar también con los cementerios islámicos, así que muchas de las lápidas y bordillos funerarios con inscripciones en árabe (macabrillas) sirvieron como material de construcción para esos templos, como el de San Cristóbal, donde se pueden ver en uno de sus laterales piezas de tumbas islámicas. Pero a lo que íbamos. La iglesia que nos ocupa se construyó sobre el solar que había dejado una modesta mezquita y se eligió el nombre de San Bartolomé en honor al santo al que murió desollado vivo, de ahí que sea el patrón de los curtidores. A veces hemos visto a este santo despellejado, mostrando su piel cogida en el brazo como si tratara de una gabardina.
La construcción comenzó en 1524 y culminó 30 años después, pues por entonces las cosas de palacio también iban despacio. Pero la espera valió la pena porque a los constructores les salió una iglesia muy colleja, con su vistoso artesonado, su planta rectangular y su espléndido arco toral de medio punto apoyado sobre pilares redondos. Y su capilla mayor de nueve paños con su armadura mudéjar. A los pies del templo, en el hastial, pusieron la pila bautismal. Para su decoración se contrataron a los mejores. Su torre es de las que causan envidia porque está compuesta por cinco órdenes de ventabas, todas ellas distintas y con arcos de ladrillo adornados con azulejos, discos vidriados y detalles de cerámica. El templo se construyó al lado de un aljibe, lo que le daba cierta prestancia. En cuanto al campanario, fue construido cuatro años después de haberse terminado las obras del templo por el maestro Juan Alonso, un hacha en esto de construir torres para las campanas. La portada es sencilla, de ladrillo y formada por un arco de medio punto enmarcado por un alfiz. Un ósculo arriba permite la entrada de la luz natural al interior.
Total, que la iglesia durante muchos años cumplió su misión de refugio espiritual de los habitantes de la zona, sobre todo sederos y labradores. Hasta que en 1842 hay una reordenación del territorio eclesiástico y la parroquia como tal se suprime. La competencia es grande y por aquellos lares hay varias iglesias como las de San Salvador, San Cristóbal y un poco más abajo la de San José. No hay fieles para llenar tantas iglesias. En 1936 las hordas anarquistas queman la iglesia de San Salvador. Veinte años más tarde es restaurada por el arquitecto Fernando Wilhemi y en su reconstrucción se utilizan muchos de los elementos decorativos e imágenes de San Bartolomé. Hacia el Salvador se fueron dos esculturas de tamaño natural de San Bartolomé y San Lorenzo que había a cada lado del testero de la capilla mayor. También se llevaron los dos altares del siglo XVIII dedicados a la Virgen de la Candelaria y a la Dolorosa que se sacaba en procesión al Cerro del Aceituno. Poco a poco la pobre iglesia es expoliada y vaciada por orden del sacerdote de El Salvador, que no duda en llevarse para su iglesia todo lo es aprovechable de San Bartolomé. Y en 1965 se suprimen los cultos religiosos en ella. Desde entonces solo sería utilizada para algunos eventos como bodas, bautizos y comuniones, pero nada más. Se fini.
A partir de ahí San Bartolomé se convierte en una especie de trastero gigante al que van a parar aquellas cosas que nadie sabe en dónde poner. Allí se guardaron durante muchos años los bártulos que se utilizaban para montar la Cruz en Plaza Larga. Allí también tuvo cobijo durante muchos años los enseres de una cofradía, sirvió de lugar de ensayo de un coro y fue sede de una onegé. Como un almacén multiuso.
Nueva vida
Durante muchos años no ha estado abierta al público y su deterioro ha ido parejo con el tiempo. Hasta que en 2021 el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, firma un convenio con su homónimo de la Iglesia del Patriarcado de Moscú en España para que San Bartolomé tuviera un uso. Desde ese momento todos los domingos, a partir de las diez de la mañana, los ortodoxos podrán celebrar sus cultos en este tempo durante un periodo de 30 años. “Hay dos iglesias que se han ignorado y no han tenido ocasión de convivir en este territorio. Es hora del acercamiento”, dijo más o menos monseñor Martínez en la firma del convenio. A los albaicineros no les pareció mal la idea teniendo en cuenta una premisa: antes abierta que cerrada.
Por ponerles en antecedentes. La Iglesia Ortodoxa funciona desde el año 1054 en que se produjo un importante cisma en el catolicismo, a raíz del cual se separaron las iglesias oriental y occidental. Así que ahora la iglesia de San Bartolomé se llama Parroquia de la Protección de la Santísima Virgen y en sus paredes se pueden ver cuadros de santos, en vez de estatuas. La Iglesia ortodoxa tiene una rica tradición iconográfica y pictórica. Si se asiste a sus cultos (cualquiera puede hacerlo un domingo que no tenga otra cosa mejor que hacer) se puede observar que allí siempre se está de pie, apenas hay bancos. Los fieles de la Iglesia occidental comulgan con una hostia consagrada, en la Iglesia ortodoxa los fieles reciben del sacerdote (por cierto, este se llama Mihail y es ucraniano) un trocito de pan y vino. Más diferencias. Los ortodoxos creen en la Virgen María, pero no le añaden lo de “sin pecado concebida” cuando la mencionan. No piensan que el papa sea infalible y permiten que los curas se casen. Y las mujeres van todas con la cabeza tapada con un pañuelo. Eso sí: sus misas cantadas son más largas que un día sin pan.
Al templo reconvertido le hace falta un buen blanqueado y se nota la falta de un presupuesto para su conservación, pero mejor eso que no tener nada, piensan los ortodoxos. Allí cualquier ayuda es bien recibida y parte de su sostenimiento es a base de las figurillas y dulces que se venden a la entrada. Damián Paseos Granadinos lleva cuatro años contribuyendo al conocimiento de este templo albaicinero en el que coinciden para oír misa ortodoxos rusos y ucranianos: “Aquí la guerra no existe. Eso es de puertas para afuera”, dice Damián.
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