Un San Cecilio de habas, salaíllas, niebla matutina y multitudes
La ciudad cumple la tradición del primer fin de semana de febrero y festeja su patrón con peregrinación, bailes regionales y comida típica
Granada celebrará a su patrón con una romería, una tonelada de habas y 3.500 salaíllas

Granada/Granada ha vuelto a demostrar, como cada primer domingo de febrero, la pasión y devoción que siente por su patrón, San Cecilio. Los granadinos no ha fallado a la tradición del primer domingo del segundo mes y han tomado sus habas y salaíllas con bacalao en el Sacromonte honrando al santo en un ambiente festivo tan único y especial que sólo se puede vivir una vez al año.
La peregrinación hasta la zona más alejada de la ciudad nazarí este año ha contado con la compañía inesperada de la niebla, que ha marcado la tónica general festiva de este domingo. El día, pese a todo, acompañaba, y una vez se ha abierto y el sol ha reinado, nuevamente la Abadía del Sacromonte y las explanadas a su alrededor se han quedado pequeñas. Una vez más han sido miles los granadinos y turistas que no han querido perderse la fiesta.
Desde primera hora de la mañana una marea de gente que subía desde el Centro por la Carrera del Darro hasta el barrio del Sacromonte. No es un camino habitual para muchos, así que la mayoría aprovechaba para sacar el móvil y conseguir una postal de la Alhambra y Sierra Nevada de fondo, este año más blanca que el pasado. Sin embargo, la niebla en la que ha amanecido sumida la ciudad “aguaba” ligeramente la estampa. Todos hacían el camino abrigados porque “a primera hora hace fresco, y más con esta niebla, pero luego ya verás donde van a ir las chaquetas cuando nos animemos”, comentaba una señora que también cargaba una nevera típica de color azul llena de latas de refrescos y cervezas.
La zona de la explanada siempre es la primera parada, y había gente ya haciendo cola para las habas y salaíllas gratis que repartía el Ayuntamiento incluso una hora y media antes de comenzar la misa. Este año, 3.500 tortas, 180 kilos de bacalao troceado, y una tonelada de habas verdes y frescas de la Vega entregadas gracias a la colaboración de la Hermandad de Caridad del Santísimo Cristo del Trabajo y Nuestra Señora de la Luz. En este punto, los grupos festivos regionales ofrecían la imagen más tradicional, con bailes como la reja, el fandango de Granada, el Vito o la Cachucha y la Mosca.
Antes, sobre las 11:00 horas, se formó la comitiva de la ciudad para subir a la Abadía del Sacromonte desde el Ayuntamiento. Los concejales, con traje oscuro y sus insignias y medallas capitulares, junto a la alcaldesa, que llevaba el bastón de mando, integraron la comitiva, precedida por el Pertiguero de la Ciudad, vestido con ropas de damasco y terciopelo negro del siglo XVII, con la Pértiga antigua de plata y collar. A continuación, los cuatro Porteros de la Ciudad, cubiertos con similar vestimenta y con las varas de plata que guardan las puertas de las estancias consistoriales; escoltados por los cuatro Maceros de la Ciudad, vestidos con ropas de damasco carmesí del siglo XIX, con las mazas de plata barrocas, cubiertos y con escolta posterior de cuatro Policías Locales de gala, mandados por el jefe de la Policía Local.
A las doce, ya en la Abadía, un año más el templo se quedó pequeño. La fachada engalanada recibía a los granadinos y a las autoridades. La alcaldesa ha saludado a los invitados y antes de entrar la Banda Municipal ha interpretado los himnos de Granada, Andalucía y España. Ya dentro de la Abadía se colocaron las autoridades y resto de público. En el Presbiterio junto al altar mayor figuran el Heraldo de Castilla y el Heraldo de Granada.
La parte más curiosa de esta misa es cuando, en el ofertorio, los comisarios municipales se acercan al altar a presentar un prendido de una flor natural y el estoraque, incienso en lágrimas en sus cajitas de orfebrería, que llevan inscrito “Granada honra a San Cecilio” y el año, con el que la Ciudad de Granada festeja al santo. Al finalizar la misa se pudo besar la reliquia del patrón, presente en la celebración. Una vez terminado, se produjo la visita de las autoridades a las Santas Cuevas, donde depositaron la ofrenda floral.
Tras los actos protocolarios llegó la parte festiva. Ya con la explanada a rebosar y con el reparto de comida en marcha, como suele pasar no hubo viandas para todos. Las colas eran interminables e incluso subían la cuesta hacia la Abadía. La gente también se agolpaba alrededor del escenario para ver las actuaciones de los grupos de coros y danzas, y las barras no daban a basto.
La tradición habla de que hoy hay que comer habas y salaíllas. Es lo habitual, pero como no a todos gusta, y la gente peregrina con sus bocadillos, tortillas de patatas, tuppers de carne empanada, ensalada, y algunos incluso arroz. Los grupos más jóvenes optaban por cadenas de comida rápida, de las que se veían bolsas en las papeleras habilitadas. Todo ello regado con mucha agua y cerveza para calmar la sed en una mañana de buen tiempo. Para mediodía, la niebla ya se había disipado y el sol apretaba con fuerza.
Algunos recordaban la primaveral jornada del año pasado y decían aprovechar la ocasión para pedir al santo que los próximos días sean de lluvia. Otros aprovecharon para lucir los colores del Granada CF y del Covirán Granada, a través de chándal o camisetas de juego. Este año, nuevamente, la festividad de la mañana no ha coincidido con ningún partido, por lo que a buen seguro los más aficionados habrán aprovechado para pedir al santo la permanencia en La Liga y en Liga Endesa de ambos equipos. Los más valientes incluso usaban camisetas de tirantes azules y blancas de un jugador de la NBA que esta madrugada cambiaba de equipo.
La celebración de este acto se remonta al año 1599, cuando la peste asolaba Granada, y la gente salió a pedir a San Cecilio por esa intercesión para evitar la enfermedad, según se cuenta en la historia. Desde entonces, la ciudad no falla a su patrón, y en este 2025 no ha sido una excepción.
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