'Segundo premio' se contenta con tres Goyas en una gala que jugaba en casa

Las calles de la capital han rebosado estos días de séptimo arte, permitiendo a la ciudad disfrutar del cine de una forma que quedará para siempre en la memoria de muchos

'El 47' y 'La infiltrada', un premio doble histórico en los Goya

El director Pol  Rodríguez  posa tras recibir el Goya a Mejor director, por 'Segundo  premio ',
El director Pol Rodríguez posa tras recibir el Goya a Mejor director, por 'Segundo premio ', / Eduardo Parra / EP

Granada/En el tercer sótano del Palacio de Congresos no se oía las llamadas desesperadas de los fans pidiendo una foto al actor o actriz de turno sobre la alfombra roja. No se podría, no solo por los motivos obvios de estar varios niveles por debajo, sino por el ruido ensordecedor de los flashes y las teclas de los periodistas congregados. Allí, la gala de los Goya tomaba otros derroteros, diferentes a los que se veían en la superficie, que ha dejado imágenes curiosas.

Quizá la más notoria llegó casi al final, en uno de esos ratos muertos entre posado y posado, cuando desde una integrante de la organización comentaba a unos periodistas allí presentes que su madre le había preguntado si sabía a qué olía Richard Gere, que estaba a punto de desfilar por la alfombra, de hecho.

La anécdota, que no deja de ser eso, una anécdota para pasar el tiempo, muestra el impacto que esta gala ha tenido, arriba y abajo del Palacio de Congresos de Granada, una ciudad que se ha visto inundada por el séptimo arte de una forma que, como las películas clásicas, quedará para siempre en la memoria de la ciudad.

El propio Gere ha mostrado esta semana ese efecto, causando sensación en sus actos en Granada –ahí queda su entrada al Isabel la Católica saludando desde la ventanilla–. Pero la ciudad no se ha limitado a ser un mero espectador, también ha dado un paso adelante y ha dejado su huella en las más de tres horas que duró la gala, que a buen seguro disfrutaron de forma diferente los sentados en las butacas de Congresos, los periodistas aún bajo tierra, o los españoles y granadinos cómodamente en su casa.

De una forma u otra, queda claro que la gala ha ayudado a ese proyecto de Capitalidad Cultural que plantea Granada. “Es una noche muy importante para Granada. La ciudad se ha volcado, celebrando lo que supone albergar unos premios de estas características”, resaltó la alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, para quien la gala supone también “afianzar” la candidatura.

Las declaraciones de la regidora las hizo, de nuevo, a esos mineros que permanecían varios metros por debajo del Palacio de Congresos. En el otro lado, se hacían otro tipo de declaraciones, pero que igualmente reforzaban esa idea de “lucir y hablar de Granada” que apuntaba la alcaldesa.

Miguel Ríos fue uno de los primeros en tomar la palabra, aunque sus declaraciones eran ya de sobra conocidas. Su Bienvenidos, algo modificado, abrió la noche y puso a bailar a los asistentes.

Y si la cosa va de músicos, también hubo momentos para los Morente. Estrella y Soleá ya se habían dejado ver por la alfombra roja, pero la presencia de Kiki era un misterio. Finalmente, los tres hijos del ronco del Albaicín se juntaron para ofrecer unos minutos musicales, grabados, en uno de los mayores escenarios de cine de la ciudad:la Alhambra.

Tras ellos, fue el turno para otro feat, como dicen los jóvenes: Dellafuente y Lola Índigo unieron sus voces para entonar el Verde que te quiero verde de Lorca. El homenaje lorquiano del autor de Azulejos de corales pasó también por el aspecto visual, pues El Chino se plantó en el escenario del Palacio de Congresos con una curiosa propuesta: recreando una noche de luna llena y siendo apuntado por la mirilla de un fusil.

Actuación de Dellafuente en los Goya
Actuación de Dellafuente en los Goya / Photographerssports

En otro registro, la Orquesta y el Coro de la Universidad de Granada también participaron, acompañando musicalmente a Alejandro Sanz. Pero esto era una gala de cine, no de música. Y aquí era el turno de Segundo premio, una de las grandes sensaciones cinematográficas del año, que llegaba al Palacio de Congresos con once nominaciones.

Quiso el destino que el primer Goya para la película (no) basada en Los Planetas –y una de las favoritas para Pedro Sánchez según él mismo reconoció– fuese el de Mejor sonido. Quiso también el destino, eso sí, que el Goya a Mejor actor revelación, en el que competía con Cristalino y Daniel Ibáñez, finalmente recayese en Pepe Lorente (La estrella azul); o Mejor canción original, que se llevó Los almendros, de C.Tangana, La Tania y Yerai Cortés

Con el paso de los premios, parecía que lo de Segundo premio iba a ser un pequeño oasis en el desierto, pero, quién sabe si de nuevo el destino, la película salió por la puerta grande al llevarse el Goya a Mejor dirección, que recogió Pol Rodríguez, en su nombre y el de Isaki Lacuesta.

En su discurso de agradecimiento, Rodríguez rememoró a "Enrique Morente y a todos los morentes que hay en el mundo". También dio las gracias a Enrique "y a todos los morentes que hay por el mundo, que son un ejemplo a seguir" y ha destacado que Segundo Premio habla "sobre los lazos que unen o unos músicos en un momento de creación colectiva".

"En el cine como en la música, siempre hay un momento, un acto de fe", ha concluido Rodríguez que ha agradecido a Isaki que le llamara para esta película, además de dar las gracias al resto del reparto, antes de acabar con un "viva Granada, que como dice Eric, es la única ciudad con nombre de bomba", concluyó.

Ahí quedó la cosa. Segundo premio dejó en Granada tres premios. No pudo alzarse con el de Mejor película, y eso que fue ex aequo, para sorpresa de todos, entre El 47 y La infiltrada.

Daba igual. Pasada la 1:30 de la madrugada la gala de los Goya ya llegaban a sus últimos minutos. Como todas las películas, el final pudo gustar a unos y disgustar a otros; puede que unos hubiesen dado otros premios, eso ya queda para el día después, para discutirlo en el desayuno, llamar a mamá para decirle, por fin, a qué huele Richard Gere o ya el lunes en el trabajo. Porque queda claro que el impacto de Goya ha dejado huella en la ciudad y el eco tardará en dejar de resonar.

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