Semana Santa: de los flagelantes a los costaleros chantajistas y la ‘Passio Granatensis’

Algunos escritos dicen que en el siglo XII ya había en Granada personas dispuestas a sacar en procesión a santos

La creación de la Federación de Cofradías en 1926, germen de la celebración de la Pasión de Cristo actual

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Paso de la virgen de la aurora en los Grifos de San José
Paso de la virgen de la aurora en los Grifos de San José / Fermín Rodríguez

Granada/Los granadinos que aman la Semana Santa dicen que no hay nada como ver bajar la Virgen de la Aurora por los Grifos de San José o contemplar el paso del Cristo de los Gitanos por la Acera del Darro. O ver a Santa María de la Alhambra pasar por el arco de las Granadas. Hay muchas Semanas Santas, pero no es esta, dicen aquellos que siguen con entusiasmo las procesiones y el resultado estético de las mismas en la ciudad de la Alhambra. Muchos asisten como una manifestación de fe católica y otros con la intención de un vistoso espectáculo que no se da en otro sitio u otro tiempo. Un hecho social total, como diría Marcel Maus. Por eso esta celebración religiosa que se celebra desde hace siglos en Granada y que fue declarada Fiesta de Interés Turístico en 2019, no tiene más remedio que estar en el ADN de Granada.

A ver. No se sabe a ciencia cierta cuando los granadinos comenzaron a ponerse debajo de un trono para sacar en procesión a un santo. Le preguntas a la Inteligencia Artificial y tampoco lo sabe. Algunos escritos dicen que ya en el siglo XII había ‘capillitas’ en la ciudad de la Alhambra. Se supone que después de que los Reyes Católicos tomaran Granada en la ciudad esa actividad de representar la Pasión de Cristo tomara fuerza. Un siglo más tarde, ya en el XVI, se fundan una decena de cofradías. La primera de ellas es la de la Vera Cruz y la segunda la de Nuestra Señora de las Angustias. Entre esas diez, hasta hubo una de negros y mulatos que llevaba el título de la Paciencia de Cristo. Como es de suponer, duró muy poco. Pero la celebración religiosa de aquellos años tenía un punto de masoquismo. Los que acompañaban a los santos eran los llamados disciplinantes. Un trabajo de antropología del profesor Miguel Luis López dice que la llamada disciplina “comenzaba en la iglesia mediante la apertura de heridas en la espalda con una bola de cera que contenía aristas de cristal. La emanación de sangre continuaba después con la autoflagelación, curándose las heridas al regreso con vino y bálsamo”. Y así durante mucho tiempo. Hasta que ya en el siglo XX esta práctica de la autoflagelación quedó reducida a los más fanáticos.

Es en el siglo XX cuando comienza lo que se puede llamar la Semana Santa moderna, sobre todo con la creación en 1926 de la Federación de Hermandades y Cofradías de Granada. También el apoyo arzobispal y el resurgir de la burguesía local propician el auge de esta conmemoración religiosa.

Durante los años previos a la II República, la Semana Santa de Granada debió de ser un acontecimiento humilde y sin grandes pretensiones. El poeta García Lorca escribiría en 1930: “Desde luego, se encontrará el viajero con la agradable sorpresa de que en Granada no hay Semana Santa. La Semana Santa no va con el carácter cristiano y antiespectacular del granadino”. A pesar de ser el poeta tan crítico con el ritual semanasantero, quiso desfilar ese mismo año en la procesión de Santa María de la Alhambra. Luego se hizo hermano de esta cofradía e incluso dio el pregón en la Semana Santa del Sacromonte, cuya puesta en escena y estética le tenían impresionado.

Las crisis en los años de la década que va de 1970 a 1980. Fue una década ominosa para la celebración de esta conmemoración cristiana. En la búsqueda de soluciones para conseguir el realce de la misma, en 1971 la Cofradía del Cristo de los Gitanos nombra mayordomo mayor a Manuel Fraga, que por entonces era ministro de Información y Turismo. Ese año el homenajeado mueve los hilos para que un gran número de profesionales y de cámaras de televisión se desplazaran a Granada para retransmitir la Semana Santa. El joven Pedro Macía era el presentador. Pero aquí ponemos un circo y nos crecen los enanos. El Jueves Santo y Viernes Santo las cofradías no pudieron salir porque se puso a llover intensamente.

El Cristo de los Gitanos a su paso por el Sacromonte
El Cristo de los Gitanos a su paso por el Sacromonte / Fermín Rodríguez

Quejas cofrades

Los primeros años de esta década fueron una continua queja de los cofrades, que no podían sostener esos elevados costes que permitían que las procesiones salieran a la calle. Recordemos que por entonces había un gasto importante en el pago a los costaleros, pues estos eran profesionales y cobraban por meterse debajo del trono. José Luis Entrala cuenta en su libro Granada que en aquellos años se utilizaban de treinta a cincuenta personas por paso y los costaleros cobraban alrededor de 2.000 pesetas por

recorrido, sin contar los chantajes a media procesión que a veces surgían: “O nos dais más o dejamos aquí mismo el paso”, decían para presionar a las hermandades. Según la Federación de Cofradías de esos años, sacar las procesiones a la calle costaba entre cuatro y cinco millones de pesetas y sólo contaban con las 300.000 pesetas que daba el Ayuntamiento y la Diputación. El déficit era tremendo.

La crisis no era nueva, pero siempre se había podido de alguna manera sobrellevar. En el año 1953 la Semana Santa estuvo a punto de suspenderse por lo mismo. Las cofradías eran muy deficitarias y no podían funcionar si no era con ayuda institucional. Ese año le pidieron al Ayuntamiento que elevara su colaboración hasta las 100.000 pesetas y si no amagaban con plantarse y suspender los desfiles procesionales. El revuelo que se armó fue enorme. En aquellos años las procesiones eran casi imprescindibles para un público falto de entretenimiento y de alimento espiritual. Al final la procesión salió.

También estuvo a punto de suspenderse la Semana Santa en 1975, año en que las hermandades dijeron que no tenían dinero ni para montar la tribuna. La situación económica que vivían las cofradías era lamentable. Las instituciones optaron por no aportar ayudas y la Semana Santa se salvó ‘in extremis’ debido a la ayuda del Gobierno Civil y a algunas familias granadinas con cierto poder económico. Eso sí, se suspendieron varias estaciones de penitencia y las cofradías que salieron lo hicieron en lamentables condiciones. Un mal año para el recuerdo de esta tradición.

Detalle de la procesión de La Estrella
Detalle de la procesión de La Estrella / Antonio L. Juárez / Photographerssports

También en 1978 las cofradías las pasaron canutas. Aquel año salió gracias a que el CIT (Centro de Iniciativas Turísticas) salvó la crisis al comprar medio millón de pesetas en asientos de la tribuna, que repartió entre los clientes de los hoteles.

Un importante paso que dan las cofradías al final de la década para intentar rebajar los costes procesionales, es la de crear un cuerpo de costaleros cofrades a los que no tuvieran que pagar por meterse debajo del trono. Se intentó durante varios años que los tronos fueran sobre ruedas, pero no era lo mismo. En mayo de 1977, un mes después de constituirse la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Amor, se consiguió que el paso lo llevaran los mismos cofrades y prescindir por tanto de los costaleros profesionales. Le siguió el Cristo de la Paciencia, que tomó la misma medida. Y en 1979 se crea una escuela de costaleros de pasos de Semana Santa. Inició la campaña la Cofradía del Cristo de los Favores y durante los meses anteriores a Semana Santa un grupo de jóvenes de todas las clases sociales se reunían en el Realejo para hacer prácticas de cómo llevar un paso. A raíz de ahí la afición ha subido tanto que hoy es inconcebible que alguien cobre por llevar un santo.

Uno de los hitos importante en la Semana Santa granadina es que fuera declarada ‘Fiesta de Interés Turístico Nacional’. Fue en 2019 y desde entonces no hay amagos de suspenderse esta conmemoración, si no es por causas relacionadas con la lluvia. Semanas Santas pasadas por agua han sido varias en los últimos años. Lo que ha cambiado es que antes salían porque no había previsiones del tiempo y en un momento determinado regresaban al templo. Ahora las procesiones se suspenden si la Agencia Estatal de Meteorología anuncia que va a llover. En el año 2007 más de la mitad de las cofradías no pudieron salir a la calle. Los fotógrafos de prensa ese año en vez de captar las imágenes de los pasos por la ciudad, captaron las de los penitentes, costaleros y camareras llorando de desolación.

En 2009, el día 11 de abril, Sábado Santo para más señas, se celebró la primera Passio Granatensis, una procesión antológica con 22 pasos en la calle. Un acontecimiento que siguieron en vivo y en directo alrededor de 150.000 personas. Y eso que, atendiendo a esa malafollá que aparece en esta ciudad con las grandes celebraciones, muchos pasos salieron envueltos en plástico a causa de la lluvia.

En Granada solo ha habido tres años en que las procesiones no han salido por otras causas que no sean las de las inclemencias meteorológicas. En 1938 debido a la guerra civil. Las cofradías, ante la carestía y la inestabilidad social y política, se confinaron en el interior de los templos esperando tiempos mejores. Y en 2020 debido a la pandemia del Covid. En 2021 tampoco salieron, pero se permitió que los cofrades hicieran pequeños itinerarios dentro de los templos. En cuanto a este año, se ha cambiado el recorrido, habrá más palcos que nunca y ha surgido la duda de si los pasos podrán pasar por el pasillo tan estrecho que han dejado en la Carrera de la Virgen. A ver qué pasa.

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