La sombra sobre el alcoholismo fetal
Salud
Este síndrome está provocado por la ingesta de alcohol durante el embarazo
La asociación SAFGROUP presenta una Declaración institucional para su visibilización en el Ayuntamiento
Granada/No hay una cantidad de consumo de alcohol recomendable para las mujeres embarazadas, simplemente debe eliminarse durante la gestación.
A veces esta contundencia, avalada por multitud de profesionales, es necesaria cuando, como cuenta Carmelo Pérez, padre adoptivo de un niño con síndrome de alcoholismo fetal, ve a mujeres embarazadas consumiendo alcohol en los bares.
Esto acarrea un problema oculto, los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) que para muchos médicos se instala en un campo de niebla donde el diagnóstico no es claro, es erróneo o simplemente no existe.
Cuando un niño padece TEAF suele tener unas características faciales concretas –labios más cortos o microcefalia–, pero tal y como explica Carmelo Pérez, lo peor subyace en la mente de estas personas.
“Puede parecer que tengan TDAH, problemas de conducta, de aprendizaje” e incluso cuando son adultos, problemas con las adicciones ya que “son más propensos que el resto”. Esta es una de las partes de este síndrome que es hasta ahora invisible a ojos médicos y sociales.
Los niños con trastorno de espectro de alcoholismo fetal no pueden funcionar como los demás, pero “no es visible y nadie lo nota por lo que se suele tomar por el lado negativo pensando que son niños gamberros, maleducados o agresivos”.
La mitad de los niños adoptados en Europa del Este padecen este síndrome, aunque también suceden con hijos de madres españolas, explica Pérez, el delegado de SAFGROUP en Andalucía, la nueva asociación con sede granadina que intenta luchar por los derechos de estas familias.
Los problemas más graves aparecen a nivel diagnóstico, y esta es la principal causa que defiende la asociación pues esas ‘señales’ pueden confundirse con patologías mentales.
Tal y como explica la asociación “las personas que sufren TEAF/SAF pueden presentar desde un retraso mental profundo hasta una normalidad aparente”. Frecuentemente se observan trastornos “del lenguaje y del aprendizaje (déficit en el aprendizaje verbal y en la integración de la información visual, alteraciones en la memoria espacial y en el tiempo de respuesta lógica, problemas de concentración, de rendimiento académico y de otras habilidades cognitivas y motoras)”.
Así, las dificultades conductuales y sociales son frecuentes tanto “en la infancia como en la adolescencia y en la edad adulta. En la adolescencia pueden desarrollar trastornos de la personalidad y adicciones a drogas, no siendo infrecuentes desórdenes psicóticos y trastornos afectivos en la adultez”.
Al desconocimiento sanitario generalizado que denuncian se suma el que existe en los colegios. Este es otro de los frentes de la asociación, que también intenta llevar esta información hasta los centros para que se comprenda cómo funcionan los niños con estas patologías.
Otro campo que están abordando son las instituciones, este colectivo presentaró el pasado viernes una Declaración Institucional para el reconocimiento del TEAF como enfermedad adscrita al reconocimiento de la discapacidad. Conseguirlo, explica Pérez es vital de cara a que se visibilice y se pueda actuar de una manera trasversal tanto en terapia como en inclusión social.
En otro apartado aparecen los casos de niños con TEAF que han sido adoptados, ya que, además de representar un número importante, en su caso existen otros factores que también juegan un papel importante en su desarrollo, tales como la "falta de controles médicos durante el embarazo, problemas obstétricos durante el parto, las patologías neonatales, el abandono y la falta de estimulación precoz (el calor humano y el contacto físico les ayuden a madurar)".
“Para los adoptados, los efectos de la negligencia, en la familia o en la institución, son también harto conocidos” explican desde la asociación, a los que a menudo dicen se debe añadir las consecuencias del maltrato y de las múltiples carencias”.
El resultado de ese cúmulo de circunstancias es muy variable y difícil de discernir en cada uno de sus orígenes.
Con frecuencia los niños “adoptados viven situaciones de riesgo desde su gestación, razón por la cual las sucesivas agresiones multiplican sus efectos en el proceso de maduración personal”, por lo que los niños que las vivieron suelen presentar “cuadros a menudo poco definidos que fácilmente pueden interpretarse de formas distintas en función de quien los explore, o incluso atribuibles a diversos trastornos”.
El 'NO' contundente de la ciencia
No es una caña, o vasito de vino, la sentencia es rotunda: “el alcohol atraviesa directamente la placenta y cualquier cantidad supone un riesgo significativo de malformaciones y alteraciones en el desarrollo (síndrome alcohólico fetal), el consejo fundamental para cualquier mujer embarazada o que planifica un embarazo es no beber alcohol en ningún momento”. Así lo certifican investigadores de la UGR que hace una semana publicaron un estudio sobre los riesgos que entraña consumir alcohol durante el embarazo.
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