"El teletrabajo ha venido para quedarse pero a costa de la salud de los empleados"
Entrevista Ricardo Flores | Secretario general de CCOO Granada
El líder sindicalista con tres décadas de experiencia habla de los derechos laborales pisoteados durante la pandemia, su visión del modelo de ciudad y los inconvenientes del trabajo a distancia
Granada/Lo echaron en numerosas ocasiones después de denunciar ante sus superiores las condiciones precarias en las que desarrollaba su trabajo. Así recuerda Ricardo Flores (Granada, 1957), secretario general de Comisiones Obreras en Granada, sus primeros años en el mundo laboral cuando era delegado sindical en el sector de la hostelería. Este hijo de padre cenetista (de la CNT) y madre socialista militó en las juventudes del PSOE hasta que Felipe González dijo aquello de que había que ser "socialista antes que marxista". "Me pareció una aberración aquello", se sincera. Más tarde, Flores se afilió al Partido Comunista de España y a CCOO. Eran los años 80. Poco después, lo eligieron delegado sindical cuando entró en Traumatología como terapeuta ocupacional (su otro oficio). "No lo desarrollo desde hace más de 20 años, los que llevo en el sindicato, pero tengo una vinculación muy especial con la sanidad a lo largo de mi vida", reconoce. Hace 12 años dejó la sección sindical de Sanidad de CCOO para convertirse en el secretario general del sindicato en la provincia. El año que viene finaliza mandato. Mientras tanto, sigue en su despacho (con mascarilla y gel hidroalcohólico incluidos) a la espera de llamadas de trabajadores que denuncien las malas situaciones laborales, sobre todo después de esta pandemia.
-Los sanitarios han trabajado sin material de protección, expuestos a estrés y sobrecarga laboral, durante esta crisis. ¿Qué quejas os han llegado estos meses?
-Me hablan de indefensión a la hora de realizar su trabajo, de una falta de equipos de protección individual tremenda. Mi sobrina, que es médico de familia, ha estado con una mascarilla quirúrgica atendiendo todo lo que ha podido. Los EPI de aislamiento han llegado hace cuatro días. Es una situación de emergencia y de improvisación. Si a eso le sumamos que tenemos una administración muy nueva y poco eficaz... El Gobierno de la derecha lleva cuatro días. Durante 40 años quien ha gestionado los servicios públicos y la economía ha sido otra gente. Cuando han tenido que coger el coro se han visto incapaces. No han sabido darle soluciones a nada de lo que se planteaba. En Andalucía al principio de la pandemia vivimos una situación muy conflictiva. La dirección del distrito sanitario de Granada, que es el más grande de esta provincia, había desaparecido. Se fueron a sus casas. Los médicos no tenían dirección. Están ocurriendo cosas muy graves.
-Bueno, a nivel andaluz ha habido recortes con el PSOE y con el PP. Y no se olvide del lío de la fusión hospitalaria. La falta de personal y de recursos es común en ambas administraciones.
-La clase política debería invertir mucho más en sanidad, un recurso caro. ¿Dónde puedo recortar cuando tengo que ajustar un presupuesto? Donde más puedes es en Sanidad. Es un recurso muy utilizado por los gobernantes. Unos han recortado en personal y otros han privatizado servicios o han vendido parte de éstos. El ejemplo lo tenemos en Madrid. ¿Por qué no pasa Madrid de fases? Porque tiene una Atención Primaria desmantelada y unos servicios públicos desregulados. Hemos tenido a los Floretinos Pérez, a constructoras y a multinacionales con fondos buitres metidas ahí. La sanidad pública madrileña se había desmantelado. Hablamos de un sistema público endeble y muy debilitado al que le dedicamos el 6% del PIB. Si un presupuesto adecuado tiene lo que tienes.
-El Gobierno ha aprobado que se considere accidente laboral cuando un sanitario se contagie de Covid-19. ¿Qué opina?
-Está claro que es una enfermedad de tipo laboral. Ahí tienes el gran número de sanitarios que se han infectado durante el desarrollo de su trabajo. Si lo comparas con cualquier otra actividad, los demás hemos estado menos expuestos. Los sanitarios van a donde está el problema. Yo tengo muy pocas posibilidades de quemarme en un fuego, pero un bombero todo lo contrario. Con los sanitarios pasa igual. Nosotros hemos reivindicado que es una enfermedad profesional y por lo tanto un accidente laboral.
-La crisis provocada por el coronavirus ha dinamitado la economía española, sostenida en buena medida por el sector servicios. ¿A qué modelo de ciudad y de provincia debe aspirar Granada?
-Cualquier provincia debe diversificar su actividad. Si nos dedicamos sólo y exclusivamente al turismo las repercusiones en la economía son mucho más dramáticas como ha ocurrido ahora con la pandemia. Últimamente, hemos apostado mucho por las nuevas tecnologías y el sector biosanitario. Granada está posicionada en estos sectores y tenemos que seguir apoyando estas iniciativa. Debemos apostar por una industria que mantenga lo básico en cualquier sociedad. Que no tengamos que depender tanto de otras provincias o de otras regiones. Lo que esta pandemia ha puesto sobre la mesa es la necesidad de industrias para hacerle frente a una situación así. Ha habido durante mucho tiempo esa mentalidad de generar el máximo beneficio económico en el menor tiempo posible. Eso es un error. Desmontas la poca industria que tienes porque no es suficientemente competitiva pero te quedas en cuadros, y dependiendo de que los chinos te quieran mandar unas mascarillas bien hechas. Aquí ni siquiera tienes esa infraestructura. En otra época, el sector textil en la zona de Loja, Huesca y Baza tenía una fortaleza tremenda. Ni siquiera mantenemos esas antiguas industrias. Vivimos en un sitio privilegiado con la Sierra y la Alhambra. Tenemos una ciudad fantástica a nivel monumental, cultural y gastronómico que hay que potenciar. No estamos en contra de eso, pero no puedes hacer de Granada una especie de parque temático para los turistas donde los que vivimos aquí no podamos disfrutar del centro. Tenemos una ciudad de 250.000 habitantes. Debería ser más amable vivir en ella y, sin embargo, es bastante inhóspita. Para lo único que te ponen facilidad es para ir a las grandes superficies.
-La economía sumergida, los sueldos en negro y las condiciones precarias abundan en el sector hostelero. ¿Se van a agravar estas situaciones irregulares con la crisis?
-Venimos denunciando el empleo sumergido en la hostelería desde hace mucho tiempo. Te pongo un ejemplo. Trinitario Betoret, expresidente de la Patronal de Hostelería de Granada, tenía a sus trabajadoras contratadas dos horas al día. Cuando en realidad trabajaban ocho. Nos personamos y denunciamos la situación. Promovimos unas elecciones sindicales. Nuestra candidata no salió elegida delegada. La gente tiene miedo. Con esta situación más aún. Estamos viendo un fraude de los ERTE en el teletrabajo tremendo. El modus operandi es: “Te aplico un ERTE y si quieres que te mantenga contratada, me tienes que trabajar al cien por cien. Pero no pago a la seguridad social”. Sólo hemos recibido una denuncia. Y sabemos que esto está ocurriendo en multinacionales, en pequeñas y medianas empresas...
-¿Esta situación sólo ha puesto en evidencia un sistema laboral fallido y perverso?
-Sí. Tenemos a la gente teletrabajando con un marco normativo sin desarrollar, en proceso de ERTE, con precariedad y fraude. Muchos trabajan jornadas maratonianas en su casa y cobran un ERTE de forma fraudulenta que no tenía porque aplicarse ya que trabajan a tiempo completo. No quieren hablar porque los echan y sin quedan sin trabajo. En época de no Covid-19 ya teníamos un fraude generalizado en torno al 40% de la contratación. Los ERTE por causa mayor han supuesto más precariedad. Además, no hay capacidad de vigilar esta situación. Los empresarios lo están pasando mal, como los trabajadores. Pero que no se aprovechen. Algunos empresarios tiene la cara que se la pisan.
-El teletrabajo se ha instalado en muchas empresas durante la crisis sanitaria. ¿Urge su regulación para impedir esos fraudes de los que habla?
-Claro, no hay un marco normativo. Entre nosotros podemos fiscalizar si efectivamente se está cumpliendo las jornadas, los descansos y las medidas de prevención de riesgos laborales. La gente está en su casa, pero va a terminar de la olla y con afecciones musculoesqueléticas. No sabemos en las condiciones en las que están trabajando ni el estrés que soportan. Me imagino que es bastante. El teletrabajo ha venido para quedarse pero a costa de la salud de los trabajadores. Si nosotros seguimos por la senda de la individualismo los trabajadores estamos liquidados. Lo que nos puede salvar es lo colectivo, aquello que seamos capaces de defender de forma colectiva.
-Granada tiene una de las universidad más importantes del país y sin embargo deja escapar a jóvenes talentos porque no encuentran trabajo aquí. ¿Qué proponen para que la juventud no se marche de aquí?
-El teletrabajo te permite no tener que vivir en una gran urbe. La España vaciada se puede llenar de gente gracias al teletrabajo. Éste es capaz de situar empresas en ámbitos rurales totalmente despoblados. Eso es algo positivo. No puedes tener a los jóvenes teletrabajando en pisos de 40 metros cuadrados. Debemos integrar laboralmente a los jóvenes de este país, los mejores formados de la historia. Nos estamos quedando sin talentos porque las fábricas están todas en el mismo sitio. Urge un cambio de modelo económico y social. Aquí los recursos y el empleo son muy limitados. Tenemos que generar actividad e industria para que haya trabajo en los pueblos de Granada. Hay capital humano, pero no hay voluntad política de ese cambio de modelo. El modelo económico que nosotros proponemos, nada cortoplacista y basado en trabajos dignos y bien remunerados, no es rentable para ellos.
-La pandemia ha derivado en una urgencia social que ya coleaba desde la recesión de 2008. ¿Cómo se va ver España en los próximos años?
-Es necesario que cada persona tenga un ingreso vital mínimo trabaje o no trabaje. Vivimos en una sociedad que genera beneficios y que se tienen que distribuir de la forma más racional posible. Aquí tiene que comer el rico y el pobre. No puede haber esa pobreza infantil en determinados barrios marginales de nuestro entorno, ni esa marginalidad que nos lleva al mundo de la droga, de la delincuencia, del desarraigo y de la emergencia social. Tampoco uno puede reclamar el ingreso vital mínimo si no lo necesita. Esa concepción de engañar y de salir ileso de un engaño es una concepción que está muy metida aquí. En el sector empresarial parece que lo llevan en la sangre. El dueño del Dani es un viejo facha que tiene a las cajeras sin mascarillas y sin geles. El resto de empresarios lo adulan porque como es el tío que más dinero ha hecho con los supermercados. Pero a costa de la salud de sus trabajadores. Hemos tardado 14 años en meter sindicalmente la cabeza en el Dani. Lo hemos hecho gracias a nuestro compañero Roberto. Hemos hecho denuncias en inspección de trabajo.
-Los sindicatos están de capa caída. Ahora con la crisis han podido sacar pecho. ¿Para qué sirven?
-Para defender los intereses de los trabajadores. Nosotros estamos empeñados en que se derogue la reforma laboral aprobada por el PP en 2012. Sólo ha destruido empleo estable y ha llevado a la gente al paro. Esta reforma convierte el empleo fijo en empleo precario y temporal. Lo que se traduce en más pobreza y más exclusión. Cuanto antes terminemos con ella, mejor. Me da igual si tienen que pactar con Bildu o quien sea. Como si firma el PP.
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