Las temidas casas de la Inquisición
Los domicilios del Santo Oficio fueron derribados para la construcción de la Gran Vía, aunque en 1823 ya habían sido saqueados La demolición demostró el lujo con el que fueron decorados

ENTRE los primeros derribos importantes para la apertura de la Gran Vía, se encontraban las casas de la Inquisición. Una demolición que no debió costar demasiado trabajo, pues en 1823 ya había sido saqueado y demolido alguno de los edificios, ante el temor de la posible restauración de la institución. Las casas eran varias: la del inquisidor mayor, la de los inquisidores y las cárceles secreta y perpetua, situadas frente a la parroquia de Santiago, con fachadas a la calle Elvira y otras callejas que llevaban apelativos alusivos al Santo Oficio. Según Gómez Moreno, estas casas estaban completamente derribadas para el 4 de mayo de 1897, pues en esa fecha se ponía la primera piedra del nuevo templo de los Jesuitas, el Sagrado Corazón de Jesús, que sería terminado antes de finalizar el siglo.
La Inquisición hizo entrada oficial en Granada en 1526 y su primera ubicación fue en unas humildes casas, que en el siglo XVIII estaban en ruinas, frente al Convento de Santa Cruz de los Dominicos, trasladándose al poco tiempo hasta la Parroquia de Santiago, en cuyo templo pasaron a estar expuestos los sambenitos y residir el Tribunal. Henríquez de Jorquera, en sus Anales de Granada del siglo XVII, es quien hace mayor descripción de los edificios: "Es una gran casa con una grande y curiosa portada de piedra alabastrina, parda y blanca con tres escudos de piedra curiosamente labrados con las armas del Pontífice, las del Rey Católico y las de la Ynquisición… fuentes de agua corriente y aljibes de regalo". Ajustándonos a esta descripción, vemos que la casa, probablemente, estaba fundada sobre una antigua construcción medieval y que había sufrido importantes reformas en su fachada, para darle el carácter institucional correspondiente. De esta suntuaria portada no tenemos noticia durante los trabajos de demolición, por lo que no sabemos si había llegado íntegra hasta esos días. Sí sabemos, por ejemplo, que las cárceles habían sido construidas, en su totalidad, a finales del siglo XVII, tras demoler las antiguas y algunas casillas colindantes, en un intento de hacer una penitenciaría modélica, para lo que era la época.
La Inquisición fue abolida en España durante la ocupación francesa, en 1808 -no todo lo que hicieron los franceses fue malo-, siendo ratificada la desaparición en las Cortes de Cádiz de 1812, aunque fue rehabilitada en 1814, con la llegada del Deseado y vuelta a eliminar en 1820, durante el trienio liberal. Pero tras la segunda Restauración de la monarquía absoluta de Fernando VII, en 1823, se procedió a su restablecimiento que se preveía imperecedero, ante lo cual el pueblo granadino, temeroso de posibles represalias, se amotinó lanzándose contra el edificio, saqueándolo y prendiéndole fuego al archivo que fue llevado hasta el Convento de San Agustín para ese fin.
Por tanto, a finales del siglo XIX, poco quedaría de la imagen del tribunal y aún menos de los nobles edificios, pero aún así, durante la demolición hubo algunas gratas sorpresas que demostraban el lujo con que fueron decoradas estas casas. Así, al derribar la correspondiente al inquisidor mayor, parece que había una obsesión por localizar elementos de tortura, cámaras secretas o cualquier otra cosa luctuosa que alimentara las comidillas granadinas; pero en vez de eso, al echar abajo un entabacado, apareció un magnífico techo de lacería hispanomusulmana y decoraciones renacentistas que, en origen, había cubierto la caja de la escalera y que, en reformas posteriores, seguramente tras la desaparición del Santo Oficio y durante la conversión del edificio en Escuela Normal de Maestras, se había cegado y convertido en habitaciones, a las que se le había echado un techo blanco de cañizo y escayola que ocultaba esta joya de la carpintería mudéjar. Este techo fue vendido al arquitecto Pugnaire y en 1906 y, según Paula Valladar, era probable que se encontrara "¡armado en algún palacio extranjero a estas horas!...". De este fabuloso techo solamente se conserva el racimo de mocárabes dorados que lo coronaba, que fue retirado por la Comisión de Monumentos y depositado en el Museo Arqueológico.
Otra de las edificaciones de la Inquisición, que habían llegado hasta la fecha del proyecto de apertura de la Gran Vía, era una casa tradicional granadina de patio adintelado con columnas de mármol y zapatas de lóbulos con guirnaldas en las esquinas y una segunda planta de galerías con balaustrada mudéjar y pies derechos de madera con zapatas, de las que la Comisión de Monumentos retiró algunas que, como el resto de materiales, se recogieron en el Museo Arqueológico. Procedente también de esta casa o quizás de las cárceles reedificadas en 1687, tuvo que ser la portada de piedra de Sierra Elvira que hoy se encuentra en el Carmen de los Mártires, junto al antiguo Hotel Washington Irving, identificado por María Angustias Moreno Olmedo en su Heráldica y genealogías granadinas (1976). Son básicas para estas y otras cuestiones del urbanismo granadino las obras de los profesores López Guzmán, Tradición y clasicismo en la Granada del XVI (1987) y Barrios Rozúa, Reforma urbana y destrucción del patrimonio histórico en Granada (1998). Ambos trabajos de investigación son exhaustivos y han arrojado mucha luz sobre el pasado de Granada.
Varios más fueron los descubrimientos durante el derribo de estas casas, como unos techos renacentistas, a los que habría que sumarles rejerías e incluso decoraciones murales policromadas, pero nada de esto nos ha quedado claro. Quizás Pugnaire, que se encargó de la demolición y que adquirió el techo, adquiriera también capiteles, columnas y otras piezas que, posiblemente, se encuentren repartidas por edificaciones suyas o revendidas en el floreciente comercio de antigüedades de la época, con lo que quizás estemos ante ellas y ni tan siquiera lo sepamos.
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