La tradición del Lucas en la Facultad de Medicina de Granada, historia de una redención

UGR

La festividad del patrón ha transitado por una evolución que demuestra que es posible cambiar comportamientos como el del Colegio Mayor Elías Ahuja

Salto del lucas desde el Carlos V, con caperuza.
Salto del lucas desde el Carlos V, con caperuza. / R. G.
A. A.

16 de octubre 2022 - 06:00

"Hasta hace unos años se ponía dinero para pagar las multas. Ahora eso es impensable". Juan Luis Delgado hace un alto en su preparación del examen MIR para echar la vista atrás. Recuerda que cuando comenzó sus estudios de grado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, en 2016, fue el primer año en el que la prohibición de lanzar comida a los recién matriculados surtió efecto. No hubo huevos. Ni harina, ni mostaza. Sí seriedad en las amenazas de multas de hasta mil euros para aquellos estudiantes que continuaran con la 'tradición' de recibir a los de primero lanzándoles comida.

"Es verdad que era denigrante", valora este graduado en Medicina. Él mismo representó al personaje del Lucas en 2019. Como en los últimos años, su lucas fue una representación teatralizada, con una notable inversión en vestuario y atrezo, inspirada en la saga de Harry Potter y en la que únicamente se pintó la cara a los de primero en la calle, en una zona protegida con plásticos y cartones. La organización contó incluso con una comisión de limpieza para garantizar que todo quedara en perfectas condiciones tras el paso de la comitiva, que recorrió, como cada año, el trazado que une la antigua Medicina en la Avenida de Madrid con Derecho.

Estudiantes embadurnados de mostaza, curry y huevos.
Estudiantes embadurnados de mostaza, curry y huevos. / R. G.

Sobre el cambio de actitud ante la celebración del patrón de Medicina, Delgado recuerda que "muchos compañeros decían que era una tradición". Una tradición de corto recorrido, porque lo que se veía en los 90 no se parecía a lo que los estudiantes organizaban en los 80. Ni lo que se hace en estos últimos años tiene mucho que ver con las escenas de 2012.

Al Decanato de Medicina llegaban facturas -que no se llegaban a cursar- de hasta 7.000 euros en limpieza de la vía pública. El centro contrataba agentes de seguridad para cerrar la Facultad "a cal y canto", ante el riesgo de desperfectos. También se cerraban las puertas de Derecho. Se bebía en la calle y tras la procesión estudiantil quedaban en el suelo restos de cristales rotos, pintura, huevos, harina... La 'bienvenida' a los de primero obligaba a Inagra a reforzar sus servicios de limpieza (de ahí las facturas que luego llegaban, a modo de toque de atención, al Decanato). Se hacía botellón desde las diez de la mañana y los vecinos clamaban contra un acto que costó adecuar a unos modos más cívicos.

Juan Luis Delgado, el lucas de 2019.
Juan Luis Delgado, el lucas de 2019. / R. G.

Así lo recuerda Carlos Ruiz Cosano. El concejal, que fue vicedecano y secretario de la Facultad de Medicina, afirma que una celebración como la que se organizaba hasta 2015 a estas alturas "ya no se entiende". "Era muy salida de tono". Sobre la gestión del tránsito de aquella 'tradición' a un modelo en el que las claves de la cita anual son los disfraces, el discurso del lucas y pintar a los novatos (y luego dejarlo todo como una patena), el edil popular asegura que sobre el periodo en el que se intentó poner coto a los festejos "los primeros años fueron muy duros". A atemperar la situación ayudó el relevo 'generacional' en el estudiantado y el traslado de la Facultad desde la Avenida de Madrid hasta el PTS.

"El estudiantado no estaba muy alineado con el modelo de Facultad" que se quería impulsar desde el Decanato, dirigido entonces por Indalecio Sánchez Montesinos. Los estudiantes, explica Ruiz Cosano, utilizaron la festividad del lucas para hace notar esa diferencia de criterio. "No hubo posibilidad" de negociación entre el Decanato y el estudiantado. Así, pese al endurecimiento de la postura de la propia Universidad de Granada con respecto a las novatadas sobre todo a partir de la etapa de González Lodeiro como rector y la adaptación de los patrones de otras facultades a celebraciones menos alcohólicas-porque barriles se pinchaban en prácticamente todas-, en Medicina la 'tradición' perduró. En 2005 participaron en el rito iniciático hasta 6.000 personas (y eso que en primer curso acceden apenas 250 estudiantes y en toda la Facultad son unos 1.700 los matriculados en grado), lo que derivó en un macrobotellón. En 2007 se reforzó la seguridad tanto en Medicina como en Derecho para evitar imágenes similares en una convocatoria que fue calificada por el entonces vicerrector de Estudiantes, Rafael Díaz de la Guardia, como "lamentable" y por el Decanato como "trasnochado". Al cerrarse Derecho hubo estudiantes que no tuvieron mejor idea que lanzar huevos contra la fachada del Colegio San Pablo, uno de los Bien de Interés Cultural (BIC) que tiene la Universidad de Granada.

Plaza de Derecho tras la celebración del lucas en 2009.
Plaza de Derecho tras la celebración del lucas en 2009. / R. G.

La solución a aquello costó años. En 2008, primer año de Sánchez Montesinos frente al Decanato en Medicina, su entonces homólogo de Derecho, Juan López Martínez, salió pitando de un acto hacia la Plaza de la Universidad cuando le avisaron por teléfono móvil de que "mil lucas" se dirigían al Colegio San Pablo. Los veteranos de Medicina se saltaban todas las advertencias, amenazaron con encerrarse en el edificio de la Avenida de Madrid y celebraron el patrón bajo la temática del cuento de Caperucita Roja. Bebieron a morro en la calle. Bañaron en ketchup, vinagre y alcohol, entre otras viandas, a los chavales de primero al grito de "no dejéis de celebrar esta fiesta se niegue quien se niegue" y, por supuesto, el lucas se encaramó a la escultura del emperador Carlos para lanzarse. La amputación de uno de los brazos del de Gante parece que era también tradición y se llegó a preservar el molde de tantas veces que hubo que reponer la extremidad.

En 2009 hubo de nuevo botellón -esta vez el tema elegido para los disfraces era zombis- en Derecho y en 2010 se repitió el desafío bajo el razonamiento de que "manda la tradición", ese argumento que de tan manido resulta poco convincente tanto en 2010 como en 2022.

Estudiante pintada en una celebración reciente del lucas, en la que ya no se lanza comida.
Estudiante pintada en una celebración reciente del lucas, en la que ya no se lanza comida. / R. G.

Tuenti -eran otros tiempos- permitió convocar de nuevo a centenares de personas en 2010, año en el que también se desoyó al Decanato. En 2011 la Policía Local requirió que se identificara un responsable de lo que ensuciaran. Los estudiantes dieron cuatro nombres, por aquello de que hay que compartir. A la par, el Decanato se mantuvo firme en el cierre de cada vez más espacios en el centro ese día. Pasillos y aparcamientos eran utilizados por los estudiantes para disfrazarse. La juerga, que se repitió en 2012, concentraba la atención de los medios locales y también los nacionales en un año en el que las novatadas a los borregos se veían ya con no poca aprensión. El botellódromo se convirtió en otro punto de interés en estos años para los estudiantes de Medicina, que desembocaban allí tras untar a los de primero con una plasta hedionda de tomate, curry y huevo. En 2015 se repitieron las mismas imágenes, pero fue un año de inflexión. La Facultad se había trasladado fuera del centro y comenzaba el cambio, la redención del lucas, que ha dado paso a un acto que, incluso, despierta halagos.

"La puesta en escena es muy buena, y me parece positivo. No es ofensivo", indica Ruiz Cosano sobre la cita que este año será el próximo lunes. "Dijimos que había que pasar página", señala Delgado, que apunta a que en 2016 se inició un proceso para reflexionar sobre la manera en la que había que recibir a los de primer curso. "Sabemos por lo que pasan para entrar en la Facultad y les queremos abrir las puertas" de unos estudios en los que "no sólo es la vida académica" lo que marca.

Antes de iniciar la celebración (que este año será el lunes 17 de octubre) se convoca a los recién matriculados en los jardines del Triunfo, se les explica qué va a ocurrir y se les indica que estar allí es voluntario. El que no quiera ir, que no vaya. Es cierto que se les embadurna con pintura, "como en una gimkana", añade Ruiz Cosano. "Los colores representan la diversidad de la Facultad", apostilla Delgado, que incide en que "la dignidad y el respeto van primero", antes que cualquier tradición. Sobre la secuencia de acontecimientos, no se ven botellas en la calle y el salto desde la escultura del emperador Carlos se hace desde una tarima que se instala especialmente para el brinco. Después, la fiesta se traslada a un local de ocio.

¿Y cómo era el lucas antes? El concejal, profesor universitario y médico recuerda que "no había la incultura del botellón" en los 70 y los 80. "Se iba a las facultades", en este caso a las de Ciencias, Farmacia y Derecho. Se entraba y se interrumpían las clases. "Cuando terminabas e ibas a tomar cerveza". Ni representación teatral ni lanzamiento de comida, aunque algún novato podía terminar en la fuente de la Facultad. Aquello no era "ni bueno ni malo", reflexiona Ruiz Cosano, que también señala que "claro que estaba mejor" que lo que se hacía hace doce años.

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